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Las fiestas de San Fermín concluyen hoy. Es una celebración en honor al santo Fermín (Fermín de Amiens, siglo III d. C.) todo ello en la Plaza del Castillo. Pamplona, pues. Para no pocos, Iruña, tal vez más eufónico. La fiesta empieza con el chupinazo, mediodía 6 de julio y finaliza hoy 14 de julio entonando el pobre de mí. En esas fiestas era habitual que las chicas enseñaran sus tetas y los chicos las tocasen. Imágenes, chicas riendo y emocionadas, sabiendo que las están viendo semidesnudas y les están metiendo mano. Entonces… si ellas dan su consentimiento, “solo sí es sí”, ¿dónde está el problema?
Liberticida prohibición, valga la redundancia
Las chicas subidas sobre los hombros de los hombres y mostrando orgullosas todo el tetamen. Mientras tanto, la multitud cercana, preferentemente muy beoda, se las tocaba. ¿Un acto que degrada a la mujer cuando es un acto completamente voluntario (más allá del deterioro volitivo que suscite el alcohol y otras plurales sustancias)? Ellas, libremente, se exponían al manoseo.
El ayuntamiento de Pamplona prohibió tal práctica. ¿Y toda la peña de todas las partes de España (y más allá) que se acercaban a Iruña justo para poder vivir eso? Tal prohibición, ¿mengua el valor de las fiestas y el interés de la gente de viajar a la capital navarra?
Ola de neopuritanismo izquierdista
La práctica del toples, en general, se halla en pavoroso retroceso y las miradas hacia quienes lo practican (y hacia quienes miran) son cada vez más acusadoras. En 2021, la práctica de ir en toples alcanzó un mínimo histórico. Apenas, ya en playas y piscinas «textiles» (…y las tetas de Bandini, «no sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas”, ¿dónde quedan?).
Enumeremos posibles porqués: algunas chicas podrían sentirse objeto de agresiones físicas o sexuales o de la torva y lasciva mirada de los varones o de que les saquen una foto y la publiquen en las redes sociales. ¿Pretextos? Abundemos: gente que mira mal, chicas que se llevan a sus novios más lejos de tu toalla si otra chica hace toples, familias que deciden no acampar cerca de una mujer en toples por los niños, claro, ya saben el decoro ( ¿ se esconde tras el decoro un hondo sexismo?), el ambiente familiar, los críos ( los mismos críos que pueden mendigar pero que por lo visto se traumatizan si ven una teta; pero a la vez, porno mediante en sus móviles, viendo a todaqs horas infinitas y depravadas más cosas).
Normalización de la mercantilización del cuerpo de las mujeres, rebuzno del neopuritanismo izquierdoso. Con sus coartadas también dizque intelectuales: las niñas quieren ser Chanel y no investigadoras. Sic, Ángela Escribano Mar. Ains, la envidia, además de la mediocridad (intelectual y moral), explicando tantas cosas. Y las mujeres, hacia atrás, con semejante caterva neopuritana en el poder, nacional y globalista. Ahora todo sienta mal, no se puede opinar ni decir nada, censura con todo, ahora todo es racista u homófobo o de todo: la peligrosa secta de las ofendiditas.
Puritanismo, de “derechas” y de “izquierdas”: odio a la mujer y al hombre
Empoderar a las mujeres, vistiéndola de la cabeza a los pies. Con burka, mejor, imagino. O burkini, claro. Joder, ni el puritanismo conservador clásico llegó a tanto, incluso viendo Sodomas, por cualquier nimio motivo, en todo lugar y circunstancia. Entre las Margaritas (o vulgo, Pilarucas) de Pilar Primo de Rivera (¿megaparidora hembra, con la pata quebrada preferentemente, como garante de la España eterna?) y las Irenes de Chepablenin, apenas colijo auténticas y genuinas diferencias, aunque las aparenten. Maquillarse, pintarse los labios, ponerse maravillosas minifaldas (el mejor invento, con diferencia, del siglo pasado), ajustarse los pantalones, mostrar glorioso tetamen…o cosa de putas rojas o práctica burguesa (low cost) y contrarrevolucionaria…
…A cagar ambos puritanismos, de “derechas” y de “izquierdas “que, obvio, son el mismo: odio a la mujer, odio a su cuerpo, odio a su libertad sexual (al erotismo, en general, al sexo que deviene pura vida). Y, emboscado, odio al varón, ineludible complemento de la mujer normal. Normal sin comillas, claro. En fin.
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