21/11/2024 19:37
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El caso Juana Rivas, visto en perspectiva, es bastante simple: El feminismo español jugó todas sus cartas apostando por el mito de la madre perfecta y maltratada en la persona de una tal Juana Rivas que viene resultando la persona más inadecuada a la alta tarea de la maternidad que para las feministas puro pedigrí termina cuando arrojan a este mundo ese producto cárnico que sigue a una violación, ya que toda penetración así se entiende por esta casta de descerebradas, cuando para el común de la gente civilizada la maternidad se inicia en el acto de la concepción y se prolonga de por vida en los desvelos que toda madre procura a sus hijos.

Pero dejemos atrás a toda esta basura de las peloberenjena con su menestra de Igual Da y vayamos a esbozar el perfil de un gran hombre, Francesco Arcuri, ex marido de la citada Juana, hombre sereno, lúcido y sensato en la entrevista que le realizó José Antonio Pallero (“Papá Maravilla”) el pasado viernes 10/12/2021 en su programa “Informe Patriarcal”.

Vive el sr. Arcuri en una pequeña isla al lado de otra isla más grande, Cerdeña.

“Yo estoy aquí -comenzó diciendo Arcuri- para garantizar una vida sana a mis hijos”. Eso de sana lo dice todo de este gran padre, cuando en España, la jurisprudencia feminazi está ocasionando un daño emocional y un maltrato existencial a padres e hijos.

“Yo tengo que poner equilibrio en lo que me está pasando para poder sobrevivir y por mis hijos”. Aquí Francesco nos da una lección de entereza: poner en valor la hombría frente a una chusma indecente, renacer de nuestras cenizas, restaurar el ánimo, levantar la cabeza y sostener con nuestras fuerzas y en lo posible la paz de nuestros hijos, en lo que nos toque hacerles la vida llevadera, así como cuidarnos física y psíquicamente, porque el mejor padre es el que se cuida, ya que de él dependen sus hijos ¡Bravo, Francesco!

De seguido, la radiografía que hace Arcuri de una España feminazi, en cuatro pinceladas, es para enmarcar:

“En España, la política tiene un control casi total de los medios de comunicación. Imagino que hay mucho interés económico y hay gente que, por lo económico, haría cualquier cosa. Es una decepción que la gente de izquierdas no luche por la discriminación -se refiere a la desigualdad según sexo-. Quitar la presunción de inocencia a un padre es algo muy grave, si cuando me pasa esto hubiera vivido en España yo no estaría aquí con mis hijos”.

En todo momento me llamó la atención la serenidad y prudencia de este hombre, como también que no nombrara a sus hijos de forma directa, sino siempre manteniéndolos al margen, preservando su dignidad de personas ¡Chapeau, Francesco!

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Denuncia Arcuri una “generación de niños desgraciados, traumatizados, de ahí que necesitemos proteger a nuestros hijos con una Ley”, y a la par nos llama a la acción, que cada uno, cuando nos miremos al espejo, nos preguntemos “¡qué estoy haciendo!”.

Su apuesta por la mediación, por una intervención justa, moderna, avanzada y en igualdad por parte de los Poderes Públicos, en la hipótesis imposible de que estos velasen por la Infancia y la familia natural, pasa por “enseñar a los padres a separarse de la mejor manera para los hijos, porque los hijos no se separan, sino que son víctimas de una separación que no es la suya. Hay que ayudar a los ciudadanos para que una separación o un divorcio tengan el menor impacto en los hijos. Enseñar a los adultos a no hacer daño a los hijos”. Francesco aclara que esto es lo que le gustaría a él, pero a un tiempo intuye que, en España, a día de hoy, una separación sana es una utopía.

El dinero como motor y a la vez generador de dolor en la sociedad, una denuncia directa a lo que es un monopolio estatal o Industria de Género en España, esa que amamanta a medio país: “Esos millones y millones de euros que se distribuyen entre políticos, asociaciones, abogados… están creando mucha infelicidad en España. La Ley que hay en España -se refiere a la LIVG 1/2004- es una mala Ley, veo que no funciona, crea discriminación y ha creado un gran negocio económico con mucho poder. Yo no volveré a España, el mundo es muy grande, en España producen cicatrices emocionales”.

Arcuri tilda el problema que hay en España como “un problema político de base en el que la izquierda, la fuerza política que más debiera luchar por la discriminación, es la que está creando desigualdad entre sexos. No hay autocrítica” -se queja.

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Como cierre, el gran Francesco mira hacia los hijos de Papá Maravilla y a la vez a esos hijos, huérfanos de padres vivientes, de cientos y cientos de miles de padres españoles a quienes se les ha robado su paternidad: “Ellos no tienen culpa. Me gustaría hacer algo para quitarles el dolor de no tener a su padre”.

Y cuando yo creía que Arcuri había llegado a lo que es un relato insuperable de cómo el holocausto español de género ha destrozado su vida y de cómo él la ha recompuesto trozo a trozo en lo posible, este gran padre y hombre cabal, va y riza el rizo: “Hay que perdonar a la madre para vivir en paz, pero hay que preguntarle: ¿Por qué todo esto?”.

El caso Juana Rivas llega en esto días a un punto de inflexión con el gobierno indultador y la Fiscal General del Estado, Dolorcita la socia lista, metidos hasta las cejas en un callejón sin salida, ambos frente a un padre entero y un juez profesional. Dos hombres de una vez frente a la mafia feminista, dos colosos frente a una turba de paniaguadas rojimoradas y los planchabragas a su sombra, la justicia justa frente a la mentira y la manipulación mediática, la razón frente al fanatismo, la baja política de unos miserables sin escrúpulos frente al Estado de Derecho, corrupción e involución frente a democracia y progreso.

¡Faites vos jeux, rien ne va plus! (Hagan sus apuestas).

Sea lo que sea, siempre nos quedarán en la memoria y en nuestro corazón, tanto D. Francesco Arcuri como su señoría D. Manuel Piñar.

Sea lo que sea, siempre nos quedarán, para la memoria de la infamia, los distintos gobiernos feminazis de PSOE y PP desde aquel año 2004 hasta nuestros inconstitucionales días.

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