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Hay que leer mucho y ser un ratón de biblioteca para encontrar una “joya” históricas literaria como la que reproduzco. El discurso pronunciado por el Dios Zeus en la Asamblea General del Olimpo. Estudiando la Historia de Esparta y su sistema educativo, único en la Historia del mundo, me encontré con un texto que pude reconstruir con Homero, Dion Casio, Plutarco, y Tito Libio. Con el discurso del Dios Zeus, el Rey de los Reyes, el amo y señor del mundo y de los cielos, ante un intento de sublevación promovido por la Diosa Hera, la mujer de Zeus, o sea, la segunda en el Poder.
Señores, señorías –comenzó diciendo el Rey-… Dioses Mayores, Dioses Menores, ninfas, náyades, musas, moiras, horas y héroes legendarios… Os di la Democracia y la libertad porque creí que me ibais a ayudar a construir el mundo que yo quería. Un mundo que viviese en paz, que tuviese los alimentos, la vivienda y un trabajo digno para llevar una vida .. Creí que me ibais a ayudar a conseguir a que los humanos se entendiesen con el diálogo y la palabra… y os di los poderes y la independencia necesarios para que con libertad y en libertad hicieseis una Democracia que sirviese de ejemplo a todos los habitantes de esta tierra… ¿Y qué habéis hecho?… yo os lo voy a decir. Habéis utilizado la libertad sólo para satisfacer vuestros orgullos, vuestras ambiciones, vuestras ansias de riquezas, vuestros apetitos carnales… Y habéis hecho de la Democracia una muñeca falsa y fea –y Zeus se tomó un respiro para mirar casi uno a uno a todos los presentes con ojos furiosos y a la vez tristes-. Nunca os recordé que vuestros poderes y vuestra libertad no eran vuestros, que los teníais por delegación mía… Os creísteis Dio ses de verdad y quisisteis ser todos Reyes… ¡Pues bien!… Si vosotros habéis olvidado quién manda en el Olimpo y quién es el Rey de la tierra y de los cielos, y de los mares profundos y hasta de la vida y la muerte, os lo voy a recordad yo… Si los subordinados olvidan quién es el que manda, el que manda no tiene más remedio que recordárselo…
¡La Democracia, la independencia y la libertad son bienes impagables, pero si se saben utilizar en beneficio de todos y no en beneficio propio… Los humanos necesitan libertad, sí, pero no liber tad para matarse entre ellos… Los Dioses también necesitan libertad, pero no para enfrentarse entre ellos –y Zeus volvió a guardar unos segundos de silencio-. Sí, miembros de mi Gobierno, os di libertad para hacer un mundo feliz y en paz y ¿qué habéis hecho?… Habéis conseguido y promovido que los griegos y los troyanos vayan a una guerra sin cuartel, que Grecia y Troya vayan a la destrucción y a la muerte… Por eso os he reunido hoy. Si no sois capaces de hacer buen uso de la libertad que os di no os merecéis ser libres. Pero antes de deciros mi decisión final, todavía os doy la posibilidad de expresar vuestros pensamientos.
¡Majestad! –gritó la Diosa y Vicepresidenta
¡Usted se calla! –gritó Zeus-. Usted hablará cuan- do yo se lo pida. Quiero que el primero en hablar sea el Dios Ares, quiero saber por qué ha llevado a Grecia y a Troya a la .. ¡Hable!
Señor, yo ya lo advertí en el anterior Consejo – comenzó hablando un tímido Dios Ares-… Pero ha sido la Diosa Hera quien ha querido la guerra…
¡Mentiiiiira! –gritó desaforada Hera-. ¡Mentira! Yo no provoqué la guerra, la guerra la provocó el Príncipe Paris cuando raptó a la Reina
¡Eso no es verdad! –gritó también la Diosa Arte- misa-. ¡El Príncipe Paris no raptó a la Reina He- lena, Helena se marchó con Paris por amor!
¡Mentira! –gritó Atenea-, el Príncipe Paris traicionó la hospitalidad del Rey Menelao y pisoteó el honor de los griegos… Fue Afrodita, la culpable… ¿Y dónde está hoy, por cierto, la Diosa del Amor, la manzana dorada del Olimpo? –dijo con cierta
Eso no os importa a vos, Diosa de la Sabiduría… Si sabéis tanto debierais saber que la Diosa Afro- dita no esta aquí hoy porque yo le di permiso para no estar.
Pido la palabra –casi gritó
Hable, Dios
Señor, Majestad, aquí no hay más responsables de la guerra de Troya que la Diosa Hera, el Dios Poseidón, la Diosa Atenea y el Dios Hermes, por- que ellos son los que han envalentonado y han ayudado a los griegos…
¡Mentira! ¡Mentira! ¡Mentira! ¡Mentira! –grita- ron los Dioses
¡Verdad! ¡Verdad! ¡Verdad! ¡Verdad! –gritaron los Dioses Ares, Apolo, Artemisa y Eros, que re- presentaba a su madre
Y fue en ese momento cuando Zeus pegó un puñetazo sobre la mesa presidencial y casi al mismo tiempo sonó un tremendo trueno que hizo temblar todo el edificio, y todavía más, por las cristaleras entraron rayos que alcanzaron a los más de 300 representantes de la Divinidad y todos quedaron petrificados.
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