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Masculinidades tóxicas y etecé. La publi de Gillette y sus hombres. Por supuesto blancos y heterosexuales, realizando bullyng, o vivaqueando a un niño que golpeaba a otro más pequeño. También mostrando a un púber queriendo seducir a una chica en una fiesta, realmente sin acosarla, y siendo detenido por un no blanco, que lo frena poniendo su mano en la panza del otro, y rebuzna: no good, no good! Y recordemos, tan obvio, que la genuina masculinidad, gloriosa testosterona mediante, no tiene nada que ver con el acoso laboral o escolar, el maltrato o la grosería, sino con la persona más y mejor protectora de los más débiles (incluidas la inmensa mayoría de las hembras), o de los más necesitados ante cualquier necesidad, apuro o emergencia. Y no ignorar ni esquivar crucial detalle: la homosexualidad masculina, último reducto a salvo de las mujeres. Y la transexualidad, obvio, rimando de maravilla con monstruosidades antropológicos tipo transhumanismo Obvio, todo tan trans.
Moda masculina, grosso modo
Cuatro ejemplos, vuela teclado. Ains, mi admirado Eduardo Casanova. Y esa incomprendida obra maestra. Pieles, claro pues. Eduardo en su línea, pasado sábado, Goyas. Pelo rosa, grandes lazos… La ideica de Mans Concept. Otro. Jorge Motos, nominado a mejor actor revelación por su sólido papel en la interesante cinta Lucas. El diseño, de Palomo Spain y los zapatos, Giuseppe Zanotti. Paco León, también “juguetón”, con plumas en la zona inferior de sus brazos. Esmoquin de Gucci. Y con suculento joyamen de Cartier. Y Aldo Comas junto a su pareja, Macarena Gómez y su estupefaciente y abracadabrante y peculiar homenaje a Verónica Forqué (por cierto, ignorando en exceso, la mejor cinta con diferencia: el excelente cine neoquinqui de Daniel Monzón, Las leyes de la frontera, infinitamente superior a El buen patrón, Maixabel o Madres paralelas).
La paranoica obsesión de la moda con el anhelo de feminizar al hombre. Hombres blandos, blanditos. Moda femenina para ellos. Y agreguen el tumor chusmeta, el deliberado feísmo. Irracionalidades cristalizadas también, por ejemplo, en los trapos que se trajea una gran parte de la peña. Hombres, hogaño, moda: feos engendros descojonados, de momento metafóricamente. De momento.
El maquillaje masculino, poro abierto, impresionante y pingüe asunto. Cosméticos, lacas de uñas, cremas antiarrugas, bronceadores y mascarillas de barro para ellos. Dizque varones alzados a tacones, a cuñas, a stillettos, a plataformas. Chicos con kaftanes. Y la inquietante trilogía de ojos: brocha, kolh, raya. Y Qué decir de las faldas (más allá del kilt escocés). Memento la línea unisex de Marc Jacobsen para Sephora. Bajo el elocuente título “Boy tested, Girl approved”. Hombres, cual cobayas experimentales, para recibir la aprobación de «ellas».
Semen, poco y de pésima calidad
La producción de espermatozoides en los varones ha sufrido un espectacular descenso: un 50% en el último medio siglo. La vida libre y salvaje, bajo seria amenaza. Concentración anormalmente elevada de hormonas: el sistema endocrino, acelerón. Disruptores endocrinos, pues. Letales componentes químicos (PCBs, DDT, causante de la poliomielitis, éteres de glicol, ftalatos, pesticidas…) aniquilando la masculinidad, virando toda la sociedad hacia el hermafroditismo, junto al mestizaje (racial, entre especies, entre humanos y robots…), húmedo, humedísimos sueños/pesadillas de las élites genocidas.
El sistema hormonal, desde luego, irreversiblemente alterado, además de ocasionarse en el ínterin gravísimos perjuicios sobre la salud. Disruptores endocrinos en el trabajo, pero también en nuestros hogares por la altísima contaminación de alimentos con plaguicidas. Y con la permanente exposición a productos de plástico, deletéreo uso de algunos detergentes y la generalizada contaminación del medio ambiente (además de la química, qué decir de los esterilizadores chemtrails, la electromagnética).
Qué anhela la genocida élite
La genocida elite decidirá quien se va a reproducir. Hace larguísima data se están diseñando úteros artificiales, donde crecerán los embriones seleccionados. La carne de verdad, por ejemplo, será solo para la parasitaria castuza mandarina. La chusma esclava solo consumirá carne artificial. Al mismo tiempo no debemos ignorar que esta campaña de desmasculinización se halla impulsada, esencialmente y en las cúspides medias-altas, cómo no, por la Open Society de Soros y Planned Parenthood, hoy controlada por Gates. Ya saben, objetivos de la Agenda 2030: reducir la población mundial a 500 millones, por medio de la masiva y planetaria eliminación física (aborto, eutanasia…), preferentemente países de blanquitos. Además de la esterilización de críos y jóvenes, la timovacunación de control digital, genético, cerebral…
La única resistencia fuerte y organizada al Nuevo Orden Mundial ha brotado de los camioneros canadienses. Hombres rudos, viriles, en el mejor y más noble sentido de la palabra. En las rutas del ártico nadie te cuida, no llamas al Automovil Club, estás solo tú con tu camión, y tu voluntad de sobrevivir. Tan fuerte fue la rebelión camionera, que el primer Ministro de Canadá, un desvirilizado Justin Trudeau, aquilatado y basuriento títere del NOM, cual nuestro Sanchinflas está escondido, como la rata ponzoñosa que es, se ignora dónde, desde hace dos semanas.
Recupera tus cojones, recupera tus ovarios
Un hombre con bozal no es un hombre, es un cuarto de hombre, una micra apenas, una mierda emasculada, un esclavo voluntario. Lo mismo vale para la desfeminización de las hembras, valga la aparente aporía: una mujer de verdad jamás entregaría a sus crías a un experimento químico. Una mujer de verdad, como una leona o una loba, moriría defendiendo a sus crías.
Deja de una santa vez de estar tan zombificado y apollardado y subnormalizado. Recupera tus cojones, rescata tus ovarios, sácate el puto trapo de eunuco/putita de serrallo de la puta jeta, respira en condiciones por primera vez en dos años, en la calle, en interiores, dónde te salga de las gónadas, desobedece e intentemos juntos acabar con el NOM. Que reviente todo, Y, eso sí, con inmensas ganas de ver el careto de rata fea de Trudeau. En fin.
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