21/11/2024 20:49
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Uno de los grandes mitos progres sobre la Transición son los hechos ocurridos en Pamplona durante los Sanfermines de 1978. Todos los medios progres cuando hablan del tema usan los mismos tópicos, «violencia policial»,  «crimen impune», » cuerpos policiales heredados del franquismo» que mataron a un joven manifestante… Que pasó realmente?.  Pues es  muy simple de explicar. Lo que ocurrió realmente fue que entre el 8 y el 11 de julio de 1978 una horda de miles de proetarras, muchos de ellos llegados desde el País Vasco, arrasaron Pamplona, causando enormes daños económicos y  heridas a decenas de policías,  a los que habían intentado linchar y matar, entre gritos de apoyo a ETA.
 
Además  trataron de asaltar el Gobierno Civil y la Diputación Foral. También agredieron a todas las personas que no se unían a ellos. Finalmente murió uno de los manifestantes, por disparos de la Policía. Fue un auténtico milagro que no muriera ningún agente. El trabajo de la Policía Armada fue extremadamente valiente e incluso puede calificarse como absolutamente heroico.

Todo empezó el 8 de julio en la plaza de. toros, durante una de las corridas de la feria de San Fermín, cuando en un momento determinado un grupo de radicales situados en la parte superior de los tendidos exhibieron una pancarta pidiendo una nueva amnistía  para los presos etarras, provocando protestas en otra parte del público. No contentos con ello, bajaron a la arena con su pancarta y la pasearon. Parte del público protestó y les lanzó almohadillas y alguien lanzó una botella contra ellos. En ese momento los proetarras subieron con chulería las gradas y apalizaron al hombre que la había tirado. Se empezaron a producir peleas entre los proetarras y parte del público en diversas zonas de la grada.

 
En ese momento entraron en la plaza algunas decenas de agentes de la todavía llamada Policía Armada para intentar poner orden en una situación que se empezaba a descontrolar. Contrariamente al mito progre que dice que la Policía entró pegando tiros en la plaza, la realidad es que se quedaron inmóviles en la arena esperando disuadir con su mera presencia.

Pero precisamente por ello se convirtieron en un blanco fácil y desde el graderío los proetarras empezaron a lanzarles todo tipo de objetos. Un policía quedó tendido en el suelo al recibir el impacto de una piedra en la cabeza. Entonces empezaron a producirse las primeras cargas policiales en los tendidos y en la propia arena donde miembros de las «peñas», que en esa época se encontraban muy infiltradas de proetarras, se enfrentan a la Policía. Se producen incidentes muy serios y los agentes se ven obligados a emplear su material antidisturbios.

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Los enfrentamientos fueron muy duros en la plaza de toros, pero lo peor estaba por venir. Poco a poco muchos proetarras salen de la plaza y se empiezan a juntar con nuevos grupos de violentos que están en la calle y empiezan a dirigirse hacia las zonas más céntricas de Pamplona y hacia el edificio del Gobierno Civil. Mientras vuelcan coches, los incendian y les quitan la gasolina para hacer cócteles molotov. Cruzan barricadas, las prenden y lanzan todo tipo de objetos a la Policía. Empiezan a destrozar los bares de la zona que se ven obligados a cerrar inmediatamente…algunos camareros son agredidos. Los turistas del resto de España huyen despavoridos. Se cree que más de 100.000 abandonaron Pamplona esa noche.

Durante toda la tarde y noche ardió todo el Casco Viejo de Pamplona y miles de proetarras vuelcan coches, se enfrentan a la Policía lanzándoles de todo mientras gritan «ETA mátalos», » ETA, herria zurekin», (el pueblo está contigo) y «ETA, ETA, ETA, más metralletas». (Estos son los  «jóvenes manifestantes» que nombran los medios progres cuando hablan de los Sanfermines 78).

El Gobierno Civil quedó cercado toda la noche y los antidisturbios de la Policía Armada solo después de muchas cargas con numerosos agentes heridos logran finalmente evitar que el edificio sea asaltado, y logran también romper el cerco y volver a controlar la situación, aunque fuera de forma precaria. También los agentes lograron evitar que el Gobierno Militar fuese asaltado.

Pero vuelven a reagruparse núcleos de proetarras, y vuelve a estallar la violencia en algunas zonas de la ciudad. Es entonces cuando parece que grupos de agentes, hartos de la terrible violencia que están sufriendo usan en legítima defensa sus armas más letales como las metralletas Z- 70. Tal vez no fuera muy reglamentario, pero era muy comprensible humanamente. En uno de los enfrentamientos, en la avenida de Roncesvalles, muere uno de los manifestantes, llamado Germán Rodríguez. En su funeral se repartieron impunemente boletines de propaganda de ETA.

Finalmente la llegada de 500 agentes antidisturbios de refuerzo, desde Zaragoza y Lérida permitió finalmente controlar la situación, después de más enfrentamientos y después de 2 días de violencia radical. El coste económico fue enorme.

Quien dude de si esta versión de los hechos es la correcta le recomendamos que lea el documento en internet titulado «Sanfermines 78. Los hechos tal y como sucedieron» que, pese a algunas concesiones a lo políticamente correcto es una crónica absolutamente detallada y no deja lugar a dudas de quienes fueron los culpables.

Todo formaba parte en realidad de la estrategia de ETA «militar», de tensionar Navarra al máximo para conseguir que los navarros aceptaran integrarse en la Comunidad vasca. Pero afortunadamente, y lo digo con orgullo por mi sangre navarra, esta estrategia etarra fracasó. Los navarros no se doblegaron a integrarse en Euskadi. No obstante, sí es cierto que desde aquellos días por desgracia, los Sanfermines dejaron de ser propiamente una fiesta española y pasaron a ser muchas veces un especie de acto de propaganda proetarra.

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La actuación de la Policía Armada fue heroica. Y ello pese a la débil actitud del Gobernador civil Ignacio Llano, de UCD, que llegó a acusar al Comandante Fernando Ávila, que mandaba las fuerzas de Policía, de haberle desobedecido tres veces, en sus órdenes de que la Policía se retirara del centro de Pamplona (el gobernador había intentado apaciguar a los proetarras). Por cierto, Ávila sustituía en el cargo al Comandante Joaquín Imaz, navarro asesinado por ETA varios meses antes.

Pues pese a todo ello, los malos son la Policía, para todos los medios progres, empezando por «El PAÍS» que ha calificado como «crimen impune» estos hechos. No, señores de EL PAÍS, crimen impune es el del subteniente Eseverri de la Guardia Civil en Pamplona en esos años, asesinado por proetarras unos meses antes o el del Comandante Imaz.

Nosotros, desde este humilde medio de comunicación vamos a seguir defendiendo el honor e incluso «haciendo apología» de los «cuerpos policiales heredados del franquismo», en su valiente lucha por España en Vascongadas en esos años y siempre.
 

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.