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Septenio del genio en el Nápoles, 1984-1991, una indeleble experiencia que dio inicio con una pregunta durante la rueda de prensa. «¿Sabe usted qué es la Camorra y que el dinero de la Camorra está en todas partes, incluso en el fútbol?».

El narco-fútbol, impresionante y abundante asunto

En ese instante, Corrado Ferlaino, a la sazón presidente de la entidad futbolística italiana, prohibió a Diego contestar, agarro el micro y echó de la sala al periodista, al que culpó de relacionar sin pruebas al Nápoles con la celebérrima organización criminal. El fascinante asunto del Narco-Fútbol, tan ocultado. Y tan copioso.

Entonces, Diego no tenía ni la más remota idea de qué era eso de la Camorra, pero pronto se entregó febrilmente a ellos, haciéndose inseparable colega de Carmine Giouliano, uno de los grandes capos ochenteros, perteneciente al clan de los Forcella/Giouliano. Aquella relación acabaría siendo, en principio, su acabose en la escuadra sureña, cavándose, mientras, su propio sepulcro.

Operación China, una falsa bandera de manual

Extrañas escuchas de llamadas intervenidas en dicha falsa bandera contra Diego. Preparada por las cloacas del Estado italiano, la Camorra de los Giouliano de Foncella salía muy mal parada por el tráfico de drogas y mujeres. Obvio, drogas ilegales y prostitución, dos asuntos, entre tantos otros, que manejan perfectísimamente las mafias. Siempre tan bien ayudadas/custodiadas por el Narco-Estado policial-militar. Deep State. Y no tan profundo. En el ínterin, se implicó a Maradona. Suculentos montajes policiales.

1991, estertores en el Nápoles. Diego tuvo que pactar con la corrompida fiscalía una condena de un año y dos meses y una multa de medio millón de liras. Tras la sentencia de “conformidad”, emergió la acusación de “dopaje”. Todo ello después de un Nápoles-Bari. “Positivo” por farlopa. Italia le sancionó con un año sin jugar. Curiosas casualidades. Casualidades que no existen, tan cristalino. Suculentos montajes juridico-policiales.

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Marco Pantani no tuvo tanta suerte

En esta ocasión, la mafia italiana – tan estrechamente vinculada por otra parte, desde siempre, a la tenebrosa y masónica logia P-2 y al inquietante Vaticano – dio jaque a Diego. A mi admirado Pantani, uno de los más grandes ciclistas jamás habidos, jaque mate. Se lo cargaron, sin más. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.