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Nació en West Allis (Wisconsin) el 21 de mayo de 1960. Su trato familiar nunca fue feliz. En pocas palabras, no tenía una buena relación con sus padres. Casi siempre estaba enfadado. La madre era hipocondríaca. El padre, Lionel Dahmer, era químico. Vivía en un hogar tranquilo. Era la típica familia americana. Por razones de trabajo se tuvieron que mudar constantemente, hasta que en 1967 se instalaron en Bath (Ohio). Quizás por eso al niño Jeffrey nos lo describen como retraído, antisocial y tímido. No pudo tener una relación continuada con amigos, pues sucesivos cambios se lo impedían. Su padre confesó que después del último cambio de domicilio y de operarlo de una doble hernia, Jeffrey comenzó a apagarse. Era un niño sin vida.

 

Como niño hacía cosas poco comunes. Le gustaba abrir en canal los peces que pescaba con su padre. Torturaba animales. Conservaba animales en formol. En definitiva, ya apuntaba maneras. Su padre quiso hacer algo para salvarlo. Decidió enrolarlo en el ejército. Lo echaron por alcoholismo. Los matriculó en la Universidad. Lo echaron por alcohólico. Al final lo dejó por imposible.

 

Jeffrey confesó que a los 14 años empezó a tener una fantasía: practicar sexo con cadáveres. Su primera experiencia sexual y criminal la tuvo a los 18 años. Fue en junio de 1978. Aquel día invitó a un amigo llamado Steven Hicks. Empezaron a beber cervezas, se emborracharon y practicaron sexo. Cuando terminaron Steven quiso marcharse a su casa. Esta reacción normal no le sentó bien a Jeffrey. Le golpeó la cabeza hasta matarlo. Luego lo descuartizó, lo metió en bolsas.

 

Cogió el coche y la policía lo detuvo porque iba muy arrimado a la izquierda. Le preguntaron por las bolsas. Explicó que era basura. Pasó el test de alcoholemia. Le pusieron una leve multa y lo dejaron ir. Regresó a su casa sin haberse deshecho del cuerpo de Steven. Dejó las bolsas en el sótano. Subió la cabeza a su cuarto, la lavó y se masturbó. Escondió las bolsas en una vieja cañería. Años después las sacó de ahí, destruyó lo que quedaba y lo hizo desaparecer.

 

En septiembre de 1987 conoció a Steve Toumi. Ambos estaban en un bar de ambiente gay. Bebieron, intimaron y decidieron ir a un hotel. Lo asesinó. Lo metió en una maleta y lo llevó a casa de su abuela. Allí, en el sótano, practicó el sexo con el cadáver. Lo descuartizó y lo hizo desaparecer. La cabeza la hirvió y la conservó como trofeo.

 

Se sintió culpable por lo que había hecho. Llevó sus fantasías hasta el extremo máximo. Estaba asustado. Asistió diariamente a misa. Dejó el alcohol y practicó el celibato. Creyó que si hacía esto se curaría. Que si bebía menos no se convertiría en una bestia. Empezó a frecuentar bares de ambiente gay y a beber poco. En 1986 fue detenido por exhibicionismo. Quiso desenterrar a un joven recién fallecido para disfrutar de su cuerpo.

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El 26 de septiembre de 1988 le dio 50 dólares a un joven de 13 años para que posara. Quería hacerle una serie de fotografías. Era de origen asiático y eso lo motivó. Después de drogarlo lo violó. Los padres del chico lo denunciaron. Este año también mantuvo relaciones con Jamie Doxtator y Richard Guerrero. En 1989, antes de pasar 10 meses en la cárcel, conoció a Anthony Sears. Actuó como en los otros casos. ¿Cuál era el modus operandi de Dahmer?

 

En bares de ambiente gay pagaba dinero a sus víctimas para beber, ver vídeos y mantener relaciones o en su casa o en hoteles. Durante la velada les ofrecía dinero para poderlos fotografiar desnudos. Adulteraba la bebida con drogas. Cuando la víctima estaba indefensa abusaba de ellos. Se llegó a decir que trepanaba el cráneo de sus víctimas y les introducía ácido en el cerebro. Una de sus fantasías era practicar sexo con zombis. Parece ser que así lo conseguía. Una vez muerta la víctima seguía practicando sexo con ellos. Los despedazaba y hacía desaparecer el cuerpo. Con la cabeza realizaba un ritual. Hervía la cabeza hasta que la carne se desprendía del cráneo. Después, con un aerosol gris, lo pintaba. Así parecía que era de plástico. Dahmer conservaba estos trofeos en su habitación.

 

Hasta 1989, antes de permanecer 10 meses en la cárcel, Dahmer asesinó a Stephen Hicks (1978); Adam Walsh (1981); Steve Toumi (1987); Jamie Doxtator (1987). Cuando salió de la cárcel en 1990 dio rienda suelta a sus perversiones. Si, como hemos visto, en sus primeros crímenes se sintió culpable, ahora no. Necesitaba poner en práctica sus fantasías. Por eso incrementó su número de víctimas.

 

Dahmer fue detenido el 22 de julio de 1991. Su última víctima, Tracy Edwards, consiguió escapar. Iba esposado y esto llamó la atención de la policía. Les explicó lo que había pasado. Recordaba la dirección de su agresor. Acompañó a la policía. Estos descubrieron en la casa fotografías pornográficas, restos de cadáveres, y una cabeza en el frigorífico. Dahmer intentó escapar sin conseguirlo. Posteriores investigaciones concluyeron que los restos pertenecían a 15 personas.

 

El juicio fue declarado de alta seguridad. Se temía que alguien lo quisiera asesinar. Por eso Dahmer compareció aislado del jurado y del público. El abogado de Dahmer argumentó que era un demente mental. El tribunal no lo admitió. El 17 de febrero de 1992 fue condenado a 15 cadenas perpetuas. Fue enviado al Columbia Correctional Institute en Portage (Wisconsin). Allí tenía que permanecer aislado del resto de reclusos. Había la posibilidad que alguien lo asesinara.

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Estando en la cárcel se declaró cristiano y el predicador de las Iglesias de Cristo, Roy Ratcliff, lo bautizó. Bajo este nuevo parámetro espiritual, Dahmer pidió permiso para comer con el resto de sus compañeros y realizar tareas de limpieza. Lo cual le fue concedido.

 

Desde ese momento fue atacado dos veces en prisión. La primera en julio de 1994. Un recluso intentó degollarlo con una cuchilla de afeitar, mientras regresaba a su celda de un servicio religioso en la capilla de la prisión. Escapó del incidente con heridas superficiales.

 

La mañana del 28 de noviembre de 1994 le tocó limpiar el gimnasio de la prisión junto a Christopher Scarver, un esquizofrénico de raza negra, que se consideraba el hijo de Dios y pensaba que estaban a punto de asesinarlo. También estaba Jesse Anderson, un hombre blanco acusado de asesinar a su mujer. Los guardias los dejaron solos. Veinte minutos después, cuando regresaron, se encontraron a Dahmer con la cabeza abierta y a Anderson con graves heridas en todo su cuerpo. Scarver los había atacado con el palo de la escoba.

 

Dahmer murió de un traumatismo craneoencefálico severo mientras se dirigía al hospital en una ambulancia. Fue declarado muerto a las 9.11 a.m. Anderson murió dos días después a causa de las heridas.

 

En 1994, Lionel Dahmer publicó “A Father’s Story”. Donó una parte de las ganancias del libro a las familias de las víctimas. La mayoría de estas mostraron su apoyo a Lionel Dahmer y a su segunda esposa, Shari. Ya no trabaja como químico y se trasladó al condado de medina (Ohio). Es defensor del creacionismo y su esposa Shari fue miembro de la junta del Consejo de Caballeros del Condado de Medina en Ohio. No se han cambiado el apellido y afirman que aman a Jeffrey a pesar de sus crímenes. La madre de Jeffrey, Joyce Flint, murió de cáncer en el año 2000. El hermano menor de Jeffrey, David, cambió su apellido y viven en el anonimato.

 

Autor

César Alcalá