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¿Qué son las greguerías?

Las greguerías son breves composiciones que de forma ingeniosa y humorística expresan pensamientos sobre la vida y cosas corrientes. Ramon Gómez de la Serna, creador del género, las diferenció de los aforismos mediante la siguiente fórmula: humorismo + metáfora = greguería. Para el son una «sentencia ingeniosa y en general breve que surge de un choque casual entre el pensamiento y la realidad».

50 “Greguerías” de Ramón Gómez de la Serna

Bien, pues es mi “antídoto” de hoy para mis amigos y sufridores del hospital y todos los españoles que están siendo víctimas del “virus comunista” que nos tiene encerrados entre cuatro paredes, como si fuésemos aquellos condenados que Stalin mandaba a la Siberia de la muerte.

Ramon Gómez de la Serna da una conferencia desde el trapecio de un circo.

 

La leche es el agua vestida de novia.

La O es la I después de beber.

La Luna es un banco de metáforas arruinado.

El fotógrafo nos coloca en la postura más difícil con la intención de que salgamos más naturales.

Debía de haber unos prismáticos de oler para percibir el perfume de los jardines lejanos.

Dos en un auto: idilio. Tres: adulterio. Cuatro: secuestro. Cinco: Crimen. Seis: tiroteo con la policía.

¡Qué fácil es que un adulto pase a ser adúltero!

Como daba besos lentos duraban más sus amores

¡Qué tragedia! Envejecían sus manos y no envejecían sus sortijas.

La eternidad envidia a lo mortal.

Cuando recogemos el guante caído, damos la mano a la muerte.

Cuando una mujer chupa un pétalo de rosa, se da un beso a sí misma.

Nuestra verdadera y única propiedad son los huesos.

-¿Hay peces en el sol? – Sí, pero fritos.

La medicina ofrece curar dentro de cien años a los que se están muriendo ahora mismo.

Al inventarse el cine, las nubes paradas en las fotografías comenzaron a andar.

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Si no fuésemos mortales, no podríamos llorar.

Al dar a la llave de la luz se despierta a las paredes.

Nos muerde el ladrido de los perros.

La lluvia es triste porque nos recuerda cuando fuimos peces.

Era tan mal guitarrista, que se le escapó la guitarra con otro.

Como la luna se pone más allá del horizonte, nadie sabe si cae cara o cruz.

El mapamundi nos sirve el mundo como un par de huevos fritos.

El beso nunca es singular.

Todo el mar quiere salvarse en el tablón que flota.

El ladrido dura hasta que el perro no varía de idea.

Si no hubiese luna, los ríos se equivocarían de camino.

El tiovivo cree que está dando la vuelta al mundo en su plaza de feria.

El amor a primera vista no necesita gafas.

Los pinceles hacen cosquillas a los cuadros. El pincel de Leonardo hizo sonreír a la Gioconda para toda la eternidad.

Cuando bostezamos frente al espejo, nos tragamos a nosotros mismos.

Hay que elegir lo que hace sonreír, no lo que hace llorar.

El ladrido es una risa al revés.

Cuando se retrasa la luna en el amanecer, lleva los zapatos en la mano para que no la sientan llegar a su casa.

El pasado hubiera querido ser el porvenir, pero vino demasiado pronto al mundo.

Antes que buscar una palabra en el diccionario, es preferible inventar otra.

Existen las esquinas para que puedas arrepentirte del camino que sigues.

Las palabras son peces que pasan en hilera y no necesitan agua sino papel.

El acento es la vacuna de la palabra.

En el diccionario todas las palabras juegan al escondite con uno.

A veces sentimos un apretón de manos en el corazón.

Salía tanto vapor de la olla, que la niña exclamó: ¡Mamá, se está quemando el agua!

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Las latas de conserva vacías quedan con la lengua de hojalata fuera.

El espejo se cansó de que le enseñase la lengua y un día fue él el que la sacó.

El arco iris es la cinta que se pone la naturaleza después de haberse lavado la cabeza.

El agua se suelta el pelo en las cascadas.

Donde el tiempo está más unido al polvo es en las bibliotecas.

Los ceros son los huevos de los que salieron las demás cifras.

Lo más importante de la vida es no haber muerto.

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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