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La editorial Letras Inquietas acaba de publicar Nación y soberanía (y otros ensayos), una obra fundamental del filósofo francés Denis Collin que, por fin, ha sido traducida al español en una edición preparada por Carlos X. Blanco y prologada por el politólogo Yesurún Moreno.
Cercano a las tesis de filósofos heterodoxos como Diego Fusaro o Constanzo Preve, Collin se ha convertido en los últimos años en uno de los mejores exponentes de la Nueva Derecha francesa.
En Nación y soberanía (y otros ensayos), el pensador y ensayista galo analiza como «con la caída de los llamados regímenes socialistas en la Unión Soviética y Europa del Este, se anunció nada menos que el fin de la historia, según el título del exitoso libro de Francis Fukuyama. La democracia y el mercado triunfan a escala mundial. Los conflictos entre naciones y la lucha de clases iban a dar paso a una gobernanza globalizada que relegaría a los Estados nacionales al basurero de la historia».
«Tres décadas después, podemos ver lo imprudentes que pudieron ser estas predicciones. Las naciones han regresado de forma espectacular al corazón de la vieja Europa. La próxima gran confrontación entre China y Estados Unidos, el declive de Europa y el auge de los subimperialismos regionales son los rasgos dominantes del periodo actual», vaticina el autor.
En opinión del politólogo Yesurún Moreno, autor del prólogo que abre la obra, «Nación y soberanía (y otros ensayos) va directo a la línea de flotación del pensamiento woke/multiculturalista». «Denis Collin, con la elegancia que le caracteriza, es capaz de escribir contra los agoreros que llevan 30 o 40 años anunciando la inminente muerte del Estado–nación, es decir, contra aquellos neoliberales acérrimos, pero también contra toda la patulea izquierdista que confunde el internacionalismo con la sumisión a una plutocrática gobernanza global», añade.
Y es que, según desarrolla el filósofo francés en la obra, «una gran fracción de la extrema izquierda, que suele reivindicarse como marxista, defiende el globalismo en lugar del internacionalismo y expresa su descarado desprecio por las naciones (…) Pero no llamemos internacionalismo a esta propaganda a favor de la dominación mundial del capital».
Como recuerda Yesurún Moreno, «el propio Karl Marx fue meridianamente claro al reconocer que la lucha de clases es internacional en su contenido, pero nacional en su forma porque, como bien arguye de nuevo Collin: Entre el universal abstracto del cosmopolitismo y el particularismo de la tribu o el grupo étnico, la nación política, es decir, la nación organizada como Estado soberano, aparece, así como una mediación necesaria». «Quienes, por tanto (independientemente de su pelaje ideológico), se empeñan en enterrar al Estado, lo hacen con claras intenciones», concluye el politólogo.
Denis Collin: Nación y soberanía (y otros ensayos). Letras Inquietas (Marzo de 2022)
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