22/11/2024 01:15
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Podemos imaginar hoy lo que hubiera sido para Madrid tener el Museo del Prado, el «Guernica» y la «Plaza de Toros Picasso»? 

   Sé que es el cuento de una noche de verano, pero si aquí  y ahora todos sueñan, empezando por el mentiroso Presidente del Gobierno, que cada día amanece con algo que tendremos el año que viene, o el año 30 o el 50 y terminando por el Rey de las Promesas,  el cobardica Presidente (todavía) del PP, que hace una promesa por minuto para realizarla cuando llegue a la Moncloa, (já, já, já,el sueño de los sueños) ¿por qué no voy a poder soñar yo y más teniendo las bases y los argumentos justos para poder soñar?…            

    ¿Por qué no puedo yo hacerme eco del sueño  que un día tuvo ni más ni menos que el grandísimo Picasso? ¿por qué no puedo yo recordarle a los españolitos de hoy aquel sueño de Picasso de levantar en Madrid una plaza de toros (en la Casa de Campo, o en el barrio del Pilar o en la carretera de la Coruña)? y que ya llegó a plasmar en un anteproyecto con el arquitecto Bonet y Luis Miguel Dominguín a su lado.

¡Dios! Querida Presidenta Doña Isabel ¿se da cuenta lo que hubiera sido Madrid sí además del Museo del Prado nos  hubiéramos encontrado con una plaza de toros gigante y realizada por Pablo Picasso? 

   Pues te adelanto, que ese «sueño» estuvo a punto de realizarse y que hubiera podido realizarse  (porque el proyecto ya estaba aprobado hasta por Franco y  se disponía del capital público-privado necesario) de no estar de por medio el Partido Comunista francés (con la ayuda del PCE de Carrillo).

               Así de claro. Así de rotundo.

  Madríd pudo haber tenido una «Plaza de toros Picasso», única en el mundo tal como la había  ideado el genio malagueño:

               «Señor Ministro, le voy a decir algo que quiero que oigan todos. Yo nací en Málaga, Andalucía, y por malagueño me tengo. Luego aprendí a pintar en la Coruña, Barcelona y Madrid y en París y Francia acabé siendo Picasso… O sea, que bien puedo decir que mi cuna está en Málaga y mi cama en París… pero, por encima de Andalucía, de Galicia, de Cataluña y de Madrid soy español y español seré mientras viva y hasta después de la muerte».

Si Don Pablo, comunista por interés, no se hubiese «rajado» a última hora por miedo a los comunistas, como se lo dejó bien claro al biógrafo y confidente, don Antonio de Olano:

         — Pues, lo siento Luis Miguel  –le dijo al torero amigo–, lo siento de veras. Pero, yo no puedo volver a España…

      —  Pero, Pablo, si ya está aprobado el proyecto, si hasta Franco ha dado el VB y tenemos el capital necesario…

          —  Pues, eso es lo malo, Luis, eso es lo malo… Te aseguro que a mí ya Franco me importa un carajo, si hasta los Presidentes de Estados Unidos le abrazan, por qué no voy yo a poder ir a mi España y llevar a cabo el gran sueño de mi vida…

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       —  ¿Entonces?

       —  Luis… el Partido… si los comunistas se enteran que yo voy a volver a España con Franco en el Pardo ¡¡ me matan !!… tú no sabes cómo son los comunistas si te enfrentas a ellos o simplemente no sigues sus consignas.

        —  Joder, Pablo, ¿ y por los comunistas vas a dejar a España sin tu gran obra?… ¿Tanto les temes, tú que nunca le has temido a nadie?.

     —  No es eso, amigo mío, es que a mis años yo no quiero guerras y menos esa, porque no lo dudes, si yo me voy a España con Franco vivo, el PCF me declara la guerra… y esos te persiguen hasta después de muerto.

        Y ahí quedó la cosa aquel día… y lo peor, que ahí se quedó la Plaza de Toros de Picasso, porque el genio se metió en otro proyecto que tenía entre manos, el arquitecto volvió a sus quehaceres en México, Argentina, Estados Unidos y Luis Miguel a sus toros y a sus líos de faldas.    

      O sea, que si no hubiesen estado de por medio los comunistas Madrid podría tener hoy su «Plaza de toros Picasso».

          Luego bien puede decirse lo que yo digo y afirmo: que los comunistas le «robaron» a Madrid una plaza de toros única en el mundo, que hubiese sido la Capilla Sixtina de la Tauromaquia y el «Sancta Sanctorum» de Pablo Ruiz Picasso.

                                      Así era el Proyecto

       Haciendo una síntesis del amplio informe que en su día hizo la profesora Doña Rosa Perales Piqueres sobre el proyecto que estudiaron y adelantaron el propio Don Pablo, Luis Miguel Dominguín y el arquitecto Don Antonio Bonet Castellana,los escritos de Jean Cocteau y especialmente con la aportación de primerísima mano del biógrafo Antonio D, Olano podemos concretar cómo iba a ser la «Plaza de Toros Picasso».

           «¿Sabes Luis Miguel, qué siempre he soñado con hacer una plaza de toros?»… y durante toda una madrugada, según contaría después el torero, se pasó hablándole de «su» plaza: «Sí, amigo mío, he soñado y sigo soñando con hacer mi propia plaza de toros. Pero no una plaza como las que existen y conocemos. Mi plaza seria un Museo, el museo de todas las Artes, aunque los toros fuesen la sala principal. En mi plaza, además de los toros, habría Pintura y talleres de aprendizaje para los aspirantes a pintores; salas y talleres de escultura, cerámica, repujados del cuero… y naturalmente una gran Biblioteca y salones de lectura.

¡Todas las Artes reunidas en un sólo edificio! Esa sería mi plaza de toros». «¿Y por qué no la haces, tú que lo puedes todo?» «No, no me atrevo, y eso lo digo yo que me he atrevido con casi todo, pero me da miedo la arquitectura».

 

           La Plaza tendría una capacidad para 30.000 personas sentadas y estaría levantada dentro de un complejo de una extensión de terreno 10 veces mayor, rodeada de jardines, para poder dar cabida a una Sala de Exposiciones, un Museo taurino, una biblioteca, una Escuela taurina, Aulas de enseñanza de idiomas, Tiendas de venta objetos taurinos, Restaurantes y bares, Sala de Proyecciones, un Teatro, Sala de conferencias, salón de belleza, guarderías infantiles… y todo eso adornado con Murales (sobre todo uno gigante que cubriese todo el lateral del redondel),  esculturas, cerámicas, tapices, figuras taurinas y etc. porque la imaginación del artista le desbordaba.

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               Pues, ese fue el proyecto que Luis Miguel Dominguín le mostró al Generalísimo y al que Franco dio el Visto Bueno… y se sabe que sólo exigió que el capital necesario para la realización de la MAGNA obra fuese mitad oficial mitad privado.

            Y se sabe que hasta se estuvo visitando unos terrenos ubicados en la cuesta de las Perdices (350 hectáreas y 15 millones de pesetas) y otros en la carretera de Aragón.

             ¿Se imaginan? ¿Se imagina Doña Isabel Díaz Ayuso lo que sería para el turismo de hoy contar en Madrid con el Museo del Prado, el «Guernica» y una «Plaza de Toros Picasso»‘

            Pues, ese  «sueño» fue el que se llevó a la tumba el españolísimo Pablo Picasso por miedo a los comunistas de allá y de acá.

            Esos que  ahora hasta quieren cargarse los toros y que ya están cerrando Plazas, únicamente para evitar que los aficionados puedan ver el amarillo y el rojo de la Bandera de España (el amarillo de la arena del albero y el rojo de la sangre del toro).

      Nota. Para los que quieran saber más sobre el proyecto Picasso les adjunto en un link la información que hace unos días se publicó en «El Correo de España»:

https://elcorreodeespana.com/toros/75254635/Si-Picasso-viviera-CORRERIA-A-GORRAZOS-A-LOS-ANTITAURINOS-Segun-Antonio-DOlano-Por-Julio-Merino.html

https://elcorreodeespana.com/opinion/359005098/Yo-soy-Picasso-Por-Julio-Merino.html

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.