22/11/2024 03:13
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Primero fue el “sida”, y ahora es la “viruela del mono”. ¿Cuál será la próxima?

 

El orgullo homosexual y lésbico, esto es, que a un tío o tía le gusten personas de su mismo género está desatado. No hace tanto tiempo, porque homosexuales y lesbianas han existido siempre, esto se ocultaba, disimulaba o simplemente se ejercía con privacidad y sentido común. En casa de mis padres tuvimos de toda la vida una pareja de vecinos homosexuales. Eran nuestros vecinos, y todo el mundo les respetaba y apreciaba. Quiero decir que no había desprecio por una parte ni orgullo por la otra. Cada uno es lo que es, nace como nace y decide como quiere decidir en su vida, que cada vida es personal e intransferible.

    Pero esto de la condición homosexual y lésbica un día se desmadró. Y ellos y ellas, los tíos y las tías que se encaman con los de su mismo género salieron a la calle a decirle al mundo que esto era motivo de orgullo, y no de naturaleza. Y tan orgullosos se sentían, que obscenamente inundaron las calles, y si ellos se contorneaban cuan féminas alocadas, ellas pisaban el asfalto creyéndose machos aguerridos… Esperpento en estado puro.   

    Y tanto fue el descaro, que vino una pandemia, el “sida”, que se llevó a muchos por delante. Y ahora, cuando por fin el sida se trata medicamente, surge otra, que como la anterior también procede del mono, a la que se llama “varicela del mono”. Y es que en monos nos estamos convirtiendo.

    El brote en España ha surgido en Madrid, con 28 casos por ahora, y uno en Canarias. Los casos afectan a la comunidad gay, a jóvenes varones que mantenían relaciones sexuales con otros hombres. Dato que corroboran los primeros resultados de la investigación epidemiológica que ha emprendido la Comunidad de Madrid, que queda absolutamente comprobado que de las primeras cadenas de contagio del virus de la “viruela del mono” habría prácticas de orgías homosexuales. Contagios que se han dado en las llamadas fiestas “chemsex” en las que participan homosexuales.

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    Que gran verdad es que Dios en su infinita racionalidad hizo todos los órganos del cuerpo humano para una función, y el ano para excrementar. Otra cosa es lo que cada uno haga con su cuerpo, y en este caso con su ano.    

Autor

Pablo Gasco de la Rocha