22/11/2024 07:46
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Con demasiada frecuencia oigo y leo entre los míos decir que Franco se equivocó al nombrar sucesor a Juan Carlos de Borbón y Borbón, a quien confirió el grandioso título de Príncipe de España. Se equivocan.

Se equivocan, porque no llegan a comprender lo que significó Franco, la persona con la que España se encontró en una de las encrucijadas más graves y serias de su historia. Franco, sépase y lleguen a comprenderlo las nuevas generaciones de españoles, fue el mejor estadista de los últimos 500 años de España, y uno de los mejores del mundo. Por eso Franco no se podía equivocar en asunto tan trascendental para el futuro de España, a la que prometió “servir hasta el último aliento” y a la que “amo hasta el último momento” de su vida. Terminando su vida mortal uniendo el nombre de Dios con el de España, anhelo que él deseo que nunca defraudáramos.

Sentada la mayor, vengamos en ver, que, como tantas veces ocurre en la vida, las cosas se tuercen, porque una cosa es lo que se dispone y propone, y otra lo que finalmente acontece. En este sentido, Franco no pudo prever la traición de los 425 de los 531 procuradores que votaron “sí” al engaño que articuló sobre la palabra “Reforma” el falangista -apodado “cabrón” por muchos de nosotros en aquella época- Torcuato Fernández Miranda. Ni las reformas que emprende la misma Iglesia tras el Concilio Vaticano II, que produjeron un daño evidente, especialmente en España, sobre todo, por el apoyo de los altos cargos de la Iglesia a colaborar con los comunistas en sacristías, fábricas y universidades, puesto de manifiesto en 1972, cuando el nuncio del papa Pablo VI en España, monseñor Luigi Dadaglio, indicó que era apropiado colaborar. Que fue el inició de la penetración comunista en España.

Como tampoco pudo prever la actitud pusilánime de quienes habían sido los tenientes de sus compañías durante nuestra Guerra, Cruzada de Liberación Nacional, plegándose a la Ruptura del Régimen que habían jurado defender hasta derramar la última gota de sangre; a la posterior legalización del PCE en cuya dirección figuraba el “asesino” de Paracuellos, a quien el hoy Emérito llamaba Don Santiago, la “fulana” de Dolores Ibárruri y ese tipo que hoy se pinta el pelo de naranja, ubicado ya sin remisión posible en la esfera de FAES, Ramón Tamames; a la guerra que ETA declaró a España hasta conseguir 1.000 asesinados, y a la eliminación del Servicio Militar Obligatorio (el pueblo en armas), sustituido por una tropa mercenaria, costosa para las arcas del Estado y mayormente formada por biografías fracasadas, compuesta por un gran número de extranjeros: chicos y chicas, sin excluir a los de nacionalidad musulmana, Siendo esta la deriva de las Fuerzas Armadas, la de nuestros Ejércitos y nuestra Armada, para nada ha extrañado a nadie su comportamiento y actitud ante el levantamiento catalán.

Ni la conculcación que de la legalidad hizo el Poder Judicial, que ha llegado al punto de censurar, por injustas, sentencias firmes dictadas con arreglo a Derecho durante 40 años. Y mucho menos Franco pudo prever la falta de memoria de un pueblo que andaba en alpargatas y comía sardinas hasta que le sacó de la postergación, realizando las dos revoluciones que teníamos pendientes: la social y la cultural.

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Franco confió que más allá de él estaban “las instituciones”. Cuestión capital y razón por la que Franco llamaba a los enemigos del Régimen “jaraneros y alborotadores”, no dándoles ningún crédito de importancia frente a lo que se había logrado y se sostenía. Y este fue su razonamiento, porque el logro que había realizado España bajo su dirección indiscutida e indiscutible era tan espectacular, tan grandioso e impresionante, que nada ni nadie podría prever que todo eso cayera de la forma que cayó. Y todavía menos que hoy no se recuerde nada. Nos referimos a una Obra Grandiosa.

Confió, e hizo algo más. Nombró un tutor para España tras su muerte. Un “vigilante” porque de sobra sabía que los Borbones son de por sí traidores y vividores. Y lo sabía de primera mano, lo había sido su padrino de bodas, Alfonso XIII, y lo era Juan el de Estoril. Pero hete aquí que la huella dejada por el hombre del Mindanao se va a convertir en el eje central del periodo que iniciará España a partir del 21 de noviembre de 1975. Momento a partir del cual el tiempo de España se suspende, comenzando los temblores en su subsuelo.

No otra cosa que un relato de espías, un crimen sin resolver que se proyecta, coordina y desarrolla en las cloacas del Estado sobre el pretexto de hacer mejor el mañana. De ahí que la razón de Estado (1) se impusiera más necesaria que nunca el 20 de diciembre de 1973 provocando el asesinato de Don Luis Carrero, junto con su chofer y escolta, a escasos metros de la embajada de Estados Unidos por medio de un potente explosivo, una mina antitanque proveniente de una base militar de USA, que hace saltar el coche del Presidente por los aires, sin que se produjeran daños de consideración en el entorno, salvo la rotura de algunos cristales y el socavón en el pavimento.

Con demasiada frecuencia oigo y leo entre los míos decir que Franco se equivocó al nombrar sucesor a Juan Carlos de Borbón y Borbón, a quien confirió el grandioso título de Príncipe de España. Se equivocan.

(1)

1ª.- Elección de Adolfo Suárez. Había que escoger a un hombre simpático, sin ideología, desclasado y sin principios. El fichaje venía de atrás. Con todo, había que guardar las formas, no en vano quien diseñaba la operación era un “jurista”… La terna en el Consejo del Reino fue accidentada, y no gustó a nadie.

2ª.- Matanza de los abogados de Atocha 55. El PCE tenía que ser legalizado, y el “muerto” se lo pasaban unos a otros. Nadie quería encontrarse de frente con ese cadáver dirigido por un asesino confeso y una fulana. Y se les enciende la luz, tensar la cuerda, pero con “cuidando” de no romperla: un crimen selectivo con una fuerte carga emocional.

3ª.- 23-F. Tiempo 1º: un oficial del CESID (*) comienza a verse con Ansón hacia 1978, hablan con claridad de cómo “actuar” para reconducir la situación de deriva que sufre España. Tiempo 2º: la dirección del PSOE era consciente de que no podía salir adelante la moción de censura contra el gobierno de Suárez, pero se aprobó la idea de plantearla aun sabiendo que no iba a prosperar y que eso perjudicaba el crédito político de Felipe Gonzáles, “el tapado” del Rey Juan Carlos y hoy miembro de su staff. Todo estaba perfectamente calculado. Tiempo 3º: en el peor momento de la guerra de ETA, al Rey se le lleva a Guernica (4 de febrero de 1981): el abucheo de los diputados abertzales es monumental.

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4ª.- Proclamación de Felipe VI, el Preparado. El régimen supura hedor por todos sus poros, la corrupción ha sido tan inmensa y generalizada que afecta a todos los Poderes del Estado, a sus instituciones y a la sociedad civil en general… Algo había que hacer para salvar el régimen, con cuidado de no manchar biografías ni perjudicar patrimonios: Juan Carlos debe dimitir para iniciar otro tiempo. Y aquel pobre oso y la novia son una buena excusa.

5ª.- La hora de la chusma. Los desacuerdos en el bloque constitucionalista son mera apariencia, y hasta el más tonto del reino sabe que el régimen necesita reactivarse El aviso se da primeramente al Poder Judicial: hay que hacer la vista gorda respecto al dinero que Podemos recibe de Venezuela, y después a todas las cadenas y medios del Estado: al “bicho” hay que darle visibilidad. De lo que se trata es de calmar la situación y dar poder a la chusma para que ella misma se reconduzca: el chale de Galapagar. Hasta Intereconomía participa sacando al mequetrefe en prime time teniendo como contrapeso a José Luis Corcuera, otra de los VIP´s de la cadena, del que no se recuerda su profesión de electricista, la patada en la puerta como fundamento del orden público y su apuesta por encerrar a todos los jóvenes enganchados a la droga a resultas de la Movida socialista que alentó el ególatra afeminado Enrique Tierno Galván, el papá putativo de Albertito Gay-ardón.

*¿¿¿A José Luis Cortina, director de la Agrupación Operativa del CESID, a quien Tejero acusó de ser el hombre que organizó su entrevista con Armada y de facilitar la coordinación de las diferentes columnas de la Guardia Civil al Congreso, el 23 de febrero de 1981, alguien le mata al padre, un anciano imposibilitado que estaba solo cuando el apartamento donde vivía en la calle Biarritz de Madrid se incendia misteriosamente???

Autor

Pablo Gasco de la Rocha