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Sin fe de ninguna clase, sé de donde procedo. Cuál mi humus cultural. Y moral. Y, aunque provenga de familia asaz descreída, menos que yo claro, el Belén jamás faltó en nuestra casa de Bilbao. Cartulina, papel, plastilina. Cualquier razonable material. Y fidelidad a lo descrito al inicio del segundo capítulo del Evangelio de Mateo. Y quedaba bastante chulo, la verdad, con su riachuelo hecho de papel de plata.

Odio a la tradición cristiana

Y observo con detenimiento el Belén de la ciudad del Vaticano. Estéticamente, pura grima. Un churro, feo sin tasa. Propuesta horrísonamente ecléctica, prefiguración de la neorreligión sincrética y ecuménica del Nuevo Orden mundial.

A saber, visita a la pelu: la virgen María y Jesús, dos rizosos rubios de bote. Y, desde luego, difuso odio a las tradiciones. Y teológicamente, mucha gente que lo ha visto no ha dejado de reiterar la palabra – o el concepto – demoníaco, por doquier, pues no se estaría despertando fe inactiva alguna, primigenio propósito de cualquier Belén, sino más bien lo contrario: si mantienes algo de fe tras verlo, devendría sólida prueba de la irrefutable existencia de Dios.

Belén – ¿Éfrata? ¿Miqueas?, ¿dónde os habéis metido? – vaticano abrumadora y dolorosa cristalización de una devastadora tendencia a desmitificar todo lo que es sobrenatural en la fe católica. Los dogmas, los milagros y las intervenciones divinas se asimilarían a las brozas generadas por los cultos paganos preexistentes. Ni misterio de la Encarnación, ni misterio de nada. Y, por supuesto, el Belén maquina «innovadora» experimentación con la imagen de la Sagrada Familia.

Se armó el belén galáctico

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Se incluye un astronauta siendo atacado por un abracadabrante facehugger de Alien, el octavo pasajero. O, visto de otra manera, más que de la obra maestra de Ridley Scott, transitaríamos al imaginario de Lucas. Más que un acojonante xenomorfo, un – rodela en ristre – Darth Vader tartésico de aproximada terracota. Tiempos extraños.

Ya que hasta el Vaticano mata a Dios, al menos estéticamente, que la Fuerza os acompañe, caballeros Jedi. En fin.   

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.