22/11/2024 04:26
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El Dr. Enrique Costa Vercher es médico internista y licenciado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de Valencia en el año 1979. Ejerce como médico de familia desde hace más de 40 años y lo hace desde una visión holística e integral puesto que cree que la medicina es una ciencia unitaria. Católico, casado y padre de familia. Es autor de varios libros: «Sida. Juicio a un virus inocente» (1993) «Hijos de un dios terminal» (2001) que están agotados y se reeditarán en breve. «Vacunas, una reflexión crítica» de Ediciones «i» (2014), «Iatrogenia, la medicina de la bestia» Editorial Cauac (2019) Estos dos últimos títulos están en el mercado en la actualidad y también se pueden adquirir en Amazon.

En esta primera parte de la entrevista explica con argumentos por qué a su juicio la pandemia es un gran fraude.

Usted afirma que la pandemia es un cuento y que todo es mentira desde el principio hasta el final. ¿ En qué se basan sus argumentos y cómo llegó a esa conclusión tan contraria a la información oficial que todos conocemos?

Yo soy un médico que, de entrada, desconfía mucho de la veracidad de las múltiples enfermedades producidas por nuevos virus que la prensa nos presenta cada pocos años (sida, gripe A, ébola…) puesto que todas ellas, para mí y para algunos médicos y científicos disidentes, han sido verdaderos «artefactos» que, eso sí, no cabe duda de que han contribuido al negocio de las multinacionales pero en detrimento de la salud y la tranquilidad de miles de ciudadanos. Pues bien, cuando en enero pasado nos comunicaron por la prensa que había aparecido un «nuevo» virus en Wu Han, empecé a desconfiar y pensé: «ya estamos otra vez con el cuento de esta temporada que nos presenta a un nuevo virus»; pero mi sospecha llegó a su máximo grado cuando se nos informó que ese nuevo virus, aparecido en pleno invierno, provocaba los mismos síntomas que la gripe invernal.

Es importante saber que el cuadro de síntomas era el mismísimo que el de la gripe: Al principio aparece catarro, tos, fiebre, dificultades respiratorias, pérdida de olfato y de gusto… y, si se complica aparecen neumonías graves, bronquitis agudas y profundas y… muerte en personas mayores o enfermos debilitados por enfermedades previas crónicas; repetimos pues, ese nuevo virus, curiosamente, causaba lo mismo que la gripe. Es como si ese «nuevo» virus hubiese secuestrado y se hubiese apropiado del mismo cuadro sintomático de la gripe y, además, de su mismo periodo invernal, porque la gripe se presenta en invierno puesto que es una enfermedad causada por la agresión del frío. Entonces pensé que se trataba de un truco o engaño para comercializar otro nuevo virus-artefacto pirateando el síndrome propio de la gripe invernal de este año. 

El hecho de que esa sustitución fraudulenta se ha producido, es que usted puede comprobar que los casos de gripe de este año han desaparecido y, todos, han sido sustituidos por casos de covid-19, lo cual confirma mis sospechas y, así, si usted mira en el centro de epidemiología del Instituto Carlos III comprobará que desde enero de este año ha desaparecido (¿milagrosamente?) la gripe en España y, desde entonces, todo son casos de covid-19… Es el primer año en la historia de la medicina en que no hay casos de gripe en pleno invierno… ¿qué tal?

Pero la pandemia de covid- 19 ha sido algo más complejo que la gripe. La prensa y los medios oficiales nos dicen que se han producido muchos más miles de muertos y usted nos dice que ha sido como la gripe de todos los años. ¿cómo lo explica?

La gripe de este año debería haber causado, más o menos, el fallecimiento de un número similar de ciudadanos que suele causar cada año pero, efectivamente, este año ha podido causar unos cuantos miles más; pero ese aumento no significa que la gripe de este año haya sido más agresiva y, desde luego, no indica que haya sido un nuevo virus más agresivo sino que tiene una explicación perfectamente clara que, además, es conocida por todos, aunque no reconocida, y se debe a unas circunstancias y hechos acaecidos, precisamente, como consecuencia de haberse declarado, oficialmente y por toda la prensa, una pandemia inexistente o irreal; es decir, el haber alarmado de manera exagerada y aterradora a la ciudadanía de la existencia de una pandemia y las medidas draconianas que se han adoptado han provocado un estado de pánico tan evidente como apabullante que, como consecuencia lógica, disparado el número de muertes, sobre todo, entre los ancianos que han resultado ser el 95% de los fallecidos.

Todos los años, si hace usted memoria, recordará que, en el invierno todas las televisiones del país informan, en dos o tres ocasiones, que los hospitales se desbordan por los casos de gripe  y se acumulan los pacientes en los pasillos; es algo que ocurre todos los años cuando vienen las olas de frío; sin embargo, que yo sepa ha sido el primer año que con motivo de los casos de gripe se hayan producido comparecencias públicas de ministros de Sanidad, de Defensa, de jefes de la Policía y de la Guardia Civil… dando ruedas de prensa, mientras todos los informativos se esforzaban por aterrorizar, desde primera hora de la mañana hasta la noche, al pers7onal; recordará usted que en marzo y abril pasado parecía que estuviésemos en estado de guerra o ante la invasión de extraterrestres en lugar de padecer la gripe estacional de cada año.

O sea que usted admite un aumento de mortalidad de la gripe de este año a causa de la alarma motivada por la declaración de la pandemia; si es así… ¿Puede explicar de qué manera la declaración de pandemia y del estado de alarma han podido influir en el aumento de mortalidad entre la población afectada de gripe o de otras enfermedades?

Desde luego que admito ese aumento de mortalidad de la gripe de este año por las causas mencionadas y que ahora paso a explicar: Existe y es harto conocido por la medicina lo que se llama el efecto «placebo» que se trata de un efecto beneficioso sobre la recuperación de cualquier enfermedad; es un efecto que podríamos llamar psicosomático de carácter beneficioso que se produce cuando el enfermo tiene la confianza en que se curará pronto y se produce cuando está convencido de que su enfermedad es sencilla y fácil de curar, cuando cree que su médico conoce la enfermedad y sabe cómo curarla… es decir, si el enfermo es optimista y tiene confianza en su pronta recuperación, ese sentimiento y esa convicción, actúa como un efecto beneficioso para lograr la curación; incluso, muchas veces, ese efecto placebo es suficiente como para conseguir, por sí sólo, la curación total.

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Pero existe también, cómo no, el caso contrario, el efecto «nocebo» que es producido por un estado mental aterrado, un sentimiento de inquietud y una convicción de que la enfermedad que padece es una enfermedad grave y mortal, cuando sabe que se desconoce su causa y su tratamiento y que, además, se trata de una enfermedad que está aniquilando a muchas personas y que los médicos desconocen cómo abordarla y curarla… Cuando un enfermo de gripe o de otra enfermedad experimenta este estado mental negativo, de inquietud y estrés y esta convicción de fatalidad y desesperanza… sufre el efecto nocebo que, desde luego, va a dificultar su recuperación y, en muchos casos, es suficiente como para llevar a un desenlace fatal; es decir, actúa en sentido contrario que el efecto placebo. Si ha comprendido lo que es el efecto placebo y nocebo…

Yo le pregunto: ¿Cómo cree usted que se han sentido los ciudadanos que han tenido gripe este año y han sido catalogados como infectados de coronavirus, después de escuchar a la prensa española decir que estábamos siendo atacados por un nuevo virus terrible y mortal, ver esas ruedas de prensa de altos mandos del ejército y la política, escuchar a médicos advertir de lo grave e inédita que era la situación y que le recordaran, cada noche, el número de fallecidos que había habido ese día el el país? Qué efecto cree que se ha podido causar sobre los enfermos de gripe con este panorama… ¿El de placebo o el de nocebo?

Queda claro que la prensa y el gobierno han creado un enorme efecto nocebo que estoy seguro que no ha beneficiado a ningún enfermo de gripe, pero ¿existe algún otro factor que haya contribuido a aumentar el número de fallecidos atribuidos al covid-19?

Desde luego que sí y los podríamos describir con los siguientes adjetivos calificativos:

a) Factores higiénicos: Con el fin de proteger de la infección a la población de ancianos de las residencias, todos sabemos, que se les ha «arrestado» sin piedad en el interior de sus habitaciones sin poder salir ni relacionarse ni reunirse entre ellos en los lugares comunes durante más de seis meses; les atendían unas personas asustadas y vestidas de astronautas que les decían que eran contagiosos y que ya no les tocaban ni se acercaban a ellos, les servían la comida a distancia como si fuesen apestados y, para colmo, no podían ver a sus familiares, hijos y nietos, durante todo ese tiempo quedando abandonados durante meses; yo he sido testigo de la profunda tristeza que esa situación ha causado en dos ancianos que eran pacientes míos y que me lo han podido contar. Esa situación inhumana de rechazo y abandono ha producido un efecto nocebo, una depresión y una sensación de desesperanza tal… que se ha llevado por delante a muchos de nuestros ancianos.

b) Factores tóxicos o yatrogénicos: Como se trataba de un «nuevo» virus se han ensayado sobre los enfermos multitud de medicaciones experimentales con efectos desconocidos como medicación contra el sida o medicación contra la malaria amén de antibióticos y antipiréticoa y sedantes por toneladas

c) Eutanasia protocolaria: En algunas comunidades autónomas, por orden política de las consejerías de sanidad, se han ordenado unos protocolos que inducían a sedar con opiáceos y barbitúricos, como único tratamiento, a los mayores de ochenta años a pesar de que todos los médicos sabemos o deberíamos saber que a un insuficiente respiratorio, sobre todo, si es anciano, si se le seda con opiaceos y o barbitúricos, se le induce a una muerte por parada respiratoria y, finalmente, a muchos ancianos, por el hecho de tener 80 años o más, se les ha restringido, por prescripción protocolaria, el ingreso a los hospitales para no ocupar el sitio de los más jóvenes en tiempos de escasez.

d) Factores ficticios o de camuflaje: Los políticos, con el fin de justificar sus medidas draconianas y sin sentido, han subvencionado a los hospitales y a las comunidades autónomas en función del número de casos de covid-19 que declarasen y, ese incentivo tan apetitoso, ha motivado que muchos fallecidos de otras enfermedades como infartos, ictus, cánceres… etc, hayan sido catalogados de fallecidos por coronavirus… de esa manera la subvención aumentaba de volumen.

Todos estos factores, perfectamente comprobados y comprobables, han sido y siguen siendo la causa del engorde de las listas de fallecidos por covid-19; lo cual, junto a la larga lista de falsos positivos, ha contribuido y contribuye al mantenimiento, por parte de la prensa y del gobierno, de la alucinación general de terror al coronavirus que tiene amedrentada a la población y que, debido a ese miedo colectivo o a esa paranoia general, los ciudadanos han permitido que les arresten en casa sin tener síntomas de ninguna clase, que les pongan un bozal y que les suspendan su puesto de trabajo y les hundan en la miseria y que les prohíban visitar a familiares y amigos, es decir, por el estado de pánico general y miedo a la falsa pandemia, los ciudadanos han renunciado a sus derechos humanos básicos.

Entonces para usted y para los médicos que mantienen su punto de vista… ¿toda esta movida de las mascarillas, de los lavados de manos con el gel, las restricciones en la libre circulación de las personas, la parada general de la actividad laboral y económica, el cierre de los templos y la alteración de la liturgia… en realidad, es consecuencia de haber tomado a la gripe anual y estacional por una falsa pandemia de un «nuevo» virus altamente infeccioso, agresivo y mortal?

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Ni más ni menos, así es, aunque parezca increíble a estas alturas de la película. Y, además, usted y los demás ciudadanos lo pueden comprobar sin necesidad de ser médicos pero, eso sí, utilizando el sentido común o la lógica aristotélica más elemental: Si usted entra, por medio de internet, en el centro de epidemiología del Instituto Carlos III o en el INE y busca las estadísticas de fallecidos y sus causas en España en este año 2020, comprobará que en marzo y abril de este año se produce un gran aumento de las muertes por supuesto covid-19, ese gran aumento se traduce en una enorme y sobresaliente curva estadística en forma de campana de Gauss que va desde la segunda semana de marzo hasta la primera del mes de abril.

¿Qué pasó en ese corto periodo de tiempo? ¿Qué cosa pudo motivar tanto fallecimiento en España? La explicación es esta: Si usted hace memoria o revisa la hemeroteca comprobará dos hechos que fueron la causa de ese aumento de mortalidad: El primero fue la llegada retrasada del invierno en el mes de marzo que bajó las temperaturas y trajo lluvias generalizadas en todo el país y el segundo factor que influyó negativamente fue que el 14 de marzo el gobierno implantó el «estado de alarma» que obligó a millones de españoles a guardar largas colas a la intemperie, bajo el frío y la lluvia; como hemos explicado antes, la gripe es una enfermedad causada por la agresión del frío y de la humedad y, por eso aparece, normalmente, en invierno cuando llegan las olas de frío.

Este año el invierno nos llegó en marzo y coincidió con la orden del gobierno que obligó a millones de españoles a pasar frío en las largas colas que se montaron en las puertas de los supermercados y demás servicios y, debido a esas largas estancias a la intemperie pasando frío y humedad, la gripe y los fallecidos por ella se dispararon durante las tres últimas semanas de marzo y la primera de abril; pero, después de estas semanas, se redujeron sin hacer nada, de manera espontánea e inmediata, cuando desaparecieron las lluvias y el frío en la segunda semana de abril, eso sí, cuando llegó el calorcito.

A partir de la llegada del calor desaparecieron, de repente, los enfermos y los fallecidos y aparecieron los curiosos y contradictorios casos de contagiados «asintomáticos». Este simpático y novedoso concepto médico llamado «enfermo asintomático» quiere describir a un posible enfermo que, de manera inexplicable o «milagrosa», no tiene síntomas aunque esté infectado por un «nuevo» virus altamente agresivo y mortal…

Pero, ¿Se puede estar infectado por un virus altamente agresivo y mortal y no tener ningún síntoma o, lo que es lo mismo, estar tan campante? ¿ Es lógico eso?

Pues aunque no tenga ningún sentido todo el mundo se traga esa imposibilidad lógica, incluidos los médicos que es la primera vez que oyen un caso así. De hecho, para un médico de 40 años de ejercicio, como es mi caso, eso es una novedad imposible, es un «neologismo» médico desconocido e inexplicable; pero a pesar de ello, durante la primavera y el verano, como la gente ya no enfermaba ni, mucho menos, se moría de gripe porque ya no hacía frío, los casos de infectados «asintomáticos» se han multiplicado hasta llegar a 1.700.000 españoles y las cifras van en aumento, sin parar, a medida que se van haciendo más pruebas PCR que son unos tests que la propia OMS admite que dan un alto porcentaje de falsos negativos y que, además, su propio inventor y creador, el fallecido Dr. Kary Mullis, se ha pasado más de 20 años diciendo que su prueba PCR no sirve para diagnosticar enfermedades víricas.

Yo me pregunto ¿cuantos millones de infectados «asintomáticos» harán falta para que los políticos, los periodistas y los médicos que mantienen la alucinación lleguen a la conclusión lógica y elemental de que no existe ninguna pandemia y que los supuestamente «infectados», en realidad, no tienen nada ni les pasa nada y, por eso, son asintomáticos? Pero, a pesar de esta evidencia y en contra de toda lógica, se mantienen en sus trece y anuncian que este invierno se espera una nueva ola; por cierto, que en esto sí que coincidimos con ellos pero, eso sí, matizando que ya auguramos que la ola que vendrá este invierno no será de infectados «asintomáticos» sino que será, como todos los inviernos, de gripe común y que traerá los mismos síntomas (catarros, fiebre, tos, neumonías…) y los mismos fallecidos de siempre.

El nuevo concepto de infectados «asintomáticos» es una burla a la lógica médica de todos los tiempos y una excusa mediática para mantener la alucinación colectiva y el pánico de la existencia de una pandemia que, en realidad, no existe ni ha existido nunca. (continuará)

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.