21/11/2024 18:40
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José Antonio será trasladado del Valle de los Caídos. No creo que, ante su inminente fusilamiento pudiera pensar dónde reposarían sus restos, salvo su deseo de que fuese en cristiana sepultura. Si Franco decidió su enterramiento en el Valle supongo que sus restantes hermanos vivos lo aceptaron sin protesta alguna. En aquel entonces José Antonio era el símbolo, el hombre elevado a mito.

José Antonio sí adelantó que su deseo era morir en la cama, rodeado de los suyos, recibidos el óleo y los santos sacramentos antes de partir a la última morada. Su final fue bien distinto al serle arrebatada la vida y con ella la juventud de sus años. Si no murió en el campo de batalla propiamente dicho, sí fue otro campo, el jurídico, el de la defensa de su hermano y cuñada, y de sí mismo. Sabedor de ser coautor del alzamiento, no por eso dejó de hacer uso de la armas forenses como buen abogado. He de confesar que soy abogado por él y me hubiera gustado haber asistido a uno cualquiera de los juicios en los que pudo intervenir. Solo han quedado memorias de su oratoria y buen hacer, como de su ironía y cólera ante situaciones que consideraba injustas.

Discernir entre lo justo y lo injusto es la base del Derecho, razón por la que José Antonio tendió a lo justo, a esa búsqueda de la justicia de la que Kelsen lanzó la pregunta de ¿Qué es la Justicia? Es difícil el equilibrio de la justicia, pues está reñida con los subjetivismos, intereses y voluntades de cada uno. Por eso la pregunta no puede ser otra, ante la decisión de un gobierno y partido capital-comunista como el presente, de exhumar los restos de José Antonio, que esta: ¿Es justa dicha exhumación? ¿Lo fue la de Franco?

Cierto es que hay una ley, ya vigente, que puede obligar a dicha exhumación. Una ley que se ha conseguido por la mayoría de la izquierda que conforma un nuevo Frente Popular. Una ley conseguida por la pasividad de la supuesta derecha que no está ya para recordar su vieja ascendencia de la última guerra civil, y por tanto, la ley ha de ser cumplida. Pero ¿es justa esta ley y proporcionada con relación a José Antonio, dado que tratamos ahora de él?

Desde mi punto de vista diré que José Antonio era el símbolo de la reconciliación de aquella España de 1936. Que los bandos habían desaparecido unidos para vivir en armonía y paz. Y que, como símbolo, no perjudicaba ni dañaba a nadie. Su residencia en el Valle supongo que, de poder decirnos lo que piensa en las alturas donde se encuentra -ya a la derecha del Padre-, es que le parecía demasiado ostentosa y que, para  tan largo viaje el mejor cobijo puede estar bajo el verde romero. Supongo que, al otro lado, hay gentes que se pronuncian desde el ámbito estrictamente político (como lo hace el gobierno capital-comunista, pues de social no tiene nada) y quiere poner las cosas en su sitio. Esto es, a Largo Caballero y Prieto en la Castellana, y a los del bando ganador en el guardamuebles, si no en el más ínfimo trastero. Pero no saben que, con eso, lo que se consigue es volver a levantar los viejos demonios, los alados odios, las antiguas metamorfosis e, inexplicablemente, una nueva repetición de la historia no aprendida.

Se ha ponderado a la familia de José Antonio por la previsión en solicitar su exhumación para evitar el espectáculo de un traslado con toques puramente masónicos, como cuando el traslado de Franco. Lenguas más avisadas nos dicen que la exhumación la han solicitado los sobrinos para evitar la pérdida de sus títulos nobiliarios. A buen seguro tendrán sus razones de peso, pero yo, en su caso, hubiera permitido el traslado por el gobierno, para que quedara la situación grabada y sus miembros retratados en la infamia.

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Pero creo que los sobrinos están más porque su tío está en el pasado, en la línea de aquel profesor que tuve en la Facultad, que de vestir camisa azul donde quiera que fuera, terminó por echarla al cubo de la colada, manifestándome que la Falange fue que como aquella primera novia que se tuvo pero que se olvida. A buen seguro que opinarán lo mismo la mayoría de los falangistas actuales, pues no he visto que se haya alzado la voz -aun leve- contra la exhumación de José Antonio, tal vez porque se opine que quien lo llevó allí fue un general con el que no comulgan, lo que es un absurdo y contra el que siempre he luchado (esa división José Antonio sí, Franco no, o Ramiro sí, José Antonio no, cuando todos son compatibles y complementarios en entender nuestra historia azul.

Sánchez no debe saber que, si hoy es el jefe del PSOE actual, es gracia a Franco, y sobre todo, al Almirante Carrero, al elegir para la restauración de la monarquía al PSOE renovado de Felipe González -según las notas del General Monzón-, y no al PSOE histórico de Ramón Rubial. En fin, que los males del planeta escaparon hace tiempo de la caja de Pandora  y, como escribió Lorca: ”vine a este mundo con ojos y me voy sin ellos”.

Autor

Luis Alberto Calderón