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El golpismo ha llegado a creerse un Estado que no existe y una república que no pasa el corte de “bananera”.
Al golpismo catalán y al gobierno de la Generalidad se le ha llenado la boca con el manoseado artículo 11.1 de la Ley Orgánica del año 1979. Se incide en que “corresponde a la Generalidad la ejecución de la legislación del Estado en materia penitenciaria”. Decíamos hace unos días que, precisamente, en virtud del mal uso del Real Decreto del año 1983 — sobre traspaso de servicios en materia de Administración Penitenciaria– se han cometido verdaderas barrabasadas, atropellos y atentados sociales que han llegado a permitir a los golpistas su endiosamiento, inusual en unos condenados y como si fueran héroes. Y lo son, pero de pacotilla circense. Que pregunten al Supremo y sepan cómo les han puesto orejeras.
El golpismo ha llegado a creerse un Estado que no existe y una república que no pasa el corte de “bananera”. Cada golpista, a su manera, ha creído reencarnar lo que Cataluña no es y han hecho un daño descontrolado al mundo de la empresa, a la convivencia y al Estado de derecho. Incluso veían normal la malversación por la que se les ha juzgado y condenado, todo en nombre de “su país”.
Permanecer en Lledoners los terroristas-golpistas no deja de ser una estupidez amparada en la ley. No sé qué pensarán los familiares de presos etarras a quienes se les aplicó la política de dispersión durante años. Es otra desigualdad entre desiguales. Han arruinado Cataluña y a los catalanes; miles de empresas se han marchado de allí ante la inseguridad jurídica y la algarada permanente; cientos de ellas en proceso de abandonar Cataluña. A ver por dónde sale ahora el titular del Juzgado nº 5 de Barcelona. En pocas palabras: más inseguridad para empresas y trabajadores.
Creo recordar que desde octubre de 2019, el Partido Popular viene reclamando que el Estado recupere esas transferencias de prisiones. Esos permisos a los golpistas es la prueba de que ninguna comunidad debe asumir competencias. No las saben gestionar y la ciudadanía tiene la percepción de sectarismo, desigualdad, chapuza y mofa. Nada volverá a ser igual para el golpismo.
¿Qué habrán pensado los demás presos cuando hayan visto que los golpistas efectuaban recepciones a autoridades, sindicatos y líderes fuleros como Iglesias Turrión? Pero es que también han hecho homenajes, celebrado cumpleaños, orgías de todo tipo, salidas innecesarias e ilegales para acudir a tratarse un resfriado, amenazas al Estado, petición de plebiscito, amenazas al actual rey, reafirmación de independentismo, soflamas en periodos electorales y un largo etcétera.
Hoy podemos comprobar que, desde la vulgaridad y el totalitarismo pagados con dinero público, se presenta a esa cuadrilla de delincuentes como héroes y se manipula a la ciudadanía con el sectarismo, la mentira y la amenaza. “No hay cosa más difícil de soportar que la fe ciega del estúpido”, decía R. Tagore.
Sabiendo de la sobrada profesionalidad y dignidad humana de Manuel García Castellón, Manuel Marchena y Pablo Llarena nos queda la suficiente esperanza para perder el miedo a los trucos, trampas y raterías de “Sanchinflas” y su desgobierno de termitas que están convirtiendo a España en carcoma socialcomunista.
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