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Federico García Lorca

Asesinado por los HUNOS

Granada 1936

Porque las cosas no rodaron tan fáciles como  había previsto Federico, ya que el padre de Juan Ramírez no sólo se negó a darle la autorización para salir al extranjero, sino que hasta le prohibió salir de Albacete. Tampoco le fue bien a Federico, ya que cuando llegó vio que Granada estaba igualmente al borde del incendio. De momento se encerró en la Huerta de San Vicente, la casa de la familia, a ver qué pasaba. Pero pocos días después, el día 20, la Guarnición Militar se sublevó y rápidamente se apoderaron de la ciudad. El cuñado de Federico, que era en ese momento el alcalde, fue detenido en su despacho y poco después fusilado. Uno de aquellos días, al ser preguntado por un periodista sobre su ideología política respondió: “Yo me siento a la vez, católico, comunista, libertario, falangista, anarquista, tradicionalista, monárquico, republicano… pero por encima de todo me siento español… y ciudadano del mundo”.

Sin embargo, las cosas fueron a peor, ya que las Derechas habían comenzado una implacable persecución contra todos los que no fuesen adictos al Alzamiento o fuesen rojos. En ese ambiente de peligro Federico y los suyos consideraron que el mejor sitio donde podía refugiarse era en la casa de los Rosales, dado que dos hermanos de su amigo Luis eran destacados falangistas de Granada y allí permaneció hasta que el 16 de agosto se presentó la Guardia Civil y lo detuvo, a pesar de la numerosas gestiones que hicieron los Rosales a su favor. De momento fue trasladado al Gobierno Civil, pero el Gobernador, José Valdés Guzmán, autorizó a un grupo de radicales nacionales, entre ellos el ex diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso para que se lo llevaran a Viznar en el término de Alfacar y en el camino, en la madrugada del 19 de agosto, fue vilmente asesinado a tiros por la espalda.

Ramiro de Maeztu

Asesinado por los HOTROS

Cementerio de Aravaca 1936

 

Esto ocurría el 28 de octubre, de madrugada. Con anterioridad las amenazas de una inmediata muerte se habían precisado, al irrumpir en la prisión una gavilla de milicianos derrotados en Talavera de la Reina, y que en su fuga no pararon hasta la cárcel de las Ventas, en la que entraron sedientos de venganza” (Del Rio Sainz)

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Y así le llegó el final, porque aunque haya una versión de que lo asesinaron antes de salir de la cárcel, no es cierta, el que murió así fue Ramiro Ledesma Ramos el fundador de la JONS y miembro de la Falange, que al parecer cuando eran conducidos al vehículo que le esperaban en la calle se abalanzó sobre uno de los milicianos con la intención de arrebatarle el fusil y mientras decía: “Sé que me vais a quitar la vida, pero no va a ser donde vosotros queráis, si no donde yo diga”… Y naturalmente allí mismo cayó fusilado.

Maeztu, y los otros treinta y tantos a los que habían señalado para ese día, llegó al cementerio de Aravaca y allí ante las tapias cayó fusilado. Dicen que antes de morir tuvo tiempo de decir: “Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!”.

No, Maeztu, como Lorca, como Muñoz Seca, no pudieron marcharse al exilio ni volver después de la muerte de Franco.

Pedro Muñoz Seca

Asesinado por los HOTROS

Paracuellos 1936

 

Y el 7 de noviembre empezaron las “sacas” y apareció Paracuellos del Jarama. Cada noche los milicianos que custodiaban las cárceles leían los nombres de hasta 200 presos que eran los que tenían que “viajar” a la mañana siguiente (en los autobuses, de hasta dos pisos, de la empresa municipal) y que eran llevados directamente a Paracuellos, y allí se ponía en marcha la trágica máquina de la muerte instantánea.

Muñoz Seca oyó su nombre la noche del 27 de noviembre y ya no tuvo dudas del fin que le esperaba. Tal vez sería esa madrugada cuando le escribió a su mujer la última carta de su vida (en sus meses de cárcel le escribió tres cartas y 47 postales):

Queridísima Asunción: sigo muy bien. Cuando recibas esta carta, estaré fuera de Madrid. Voy resignado y contento. Dios sobre todos. Llevo una muda de repuesto.

Voy muy tranquilo sabiendo que todos estarán bien y que tú seguirás siendo el ángel bueno de todos. El mío lo has sido siempre y, si Dios tiene dispuesto que no volvamos a vernos, mi último pensamiento será siempre para ti.(…) Siento proporcionarte el disgusto de esta separación pero, si todos debemos sufrir por la salvación de España y ésta es la parte que me ha correspondido, benditos sean estos sufrimientos. Te escribo muy deprisa porque me ha cogido la noticia un poco de sorpresa. Adiós, vida mía. Muchos besos a los niños, cariños para todos y, para ti, que siempre fuiste mi felicidad, todo el cariño de tu Pedro

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Esclarecedora y emocionante carta. Porque de su texto se desprenden varias cosas, el amor a su mujer y a su familia, el amor a España (por la que dice que hasta merece la pena la muerte) y su fe católica inquebrantable… ¡y su falta de odio! Acepta la realidad y con gran serenidad se dispone a la muerte.

 

ESTO FUE LA GUERRA CIVIL DE 1936-1939

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.