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Decía, Simón Dubnow, el incidente relatado en Éxodo 32 constituye una transgresión respecto a lo ordenado por Yahvé.​ En relación a la condición de los israelitas antes de que la Ley haya sido otorgada provee el siguiente comentario:

Hasta entonces conservaban la fe en un Dios único y algunas costumbres que habían heredado de sus antepasados. Pero no poseían un concepto claro acerca de Dios […], tampoco poseían leyes fijas sobre la vida social y moral. Habiendo residido en Egipto algunos de ellos copiaron allí ciertas costumbres paganas. Era necesario, por consiguiente, enseñar a los israelitas en qué consistía su verdadera fe y a qué leyes debían atenerse. ​

Y, luego del otorgamiento de la Ley, comenta acerca del episodio del becerro de oro:

No todo el pueblo hebreo comprendió las verdades dictadas desde la cumbre del monte Sinaí. Había entre los israelitas muchos ignorantes que se llevaron de Egipto conceptos erróneos y una inclinación al fetichismo. Esta gente quería que […] Dios […] fuese […] a la manera de las deidades paganas, […] un ídolo visible y palpable.

Uno debe ser sabio, con mente clara y lúcida, de carácter impecable, controlar profundamente sus pasiones y deseos y de constitución alegre. En adición, el individuo debe rechazar el materialismo y las frivolidades de la vida, dedicándose enteramente a conocer y servir a Dios. […] Aarón fue la única persona en sus días (fuera de Moisés) a la que Dios permitió ingresar al Santo de los Santos. A través de él Dios comunicó […] varias secciones de la Torá.

 

¿Fue Aarón responsable del becerro de oro?

El significado bíblico de becerro de oro se refiere a la idolatría, representa el deslumbramiento por los lujos y las comodidades del mundo terrenal.

La Biblia nos muestra la imperiosa necesidad que mostró el pueblo de Israel por seguir un ídolo, visible y palpable para sentirse representados.

Esa representación de dioses falsos, que se arrastraba desde Egipto, se vio reflejada con la creación de esta estatua fundida. Pero este hecho traía consigo una vida de pecado, llena de fiesta, promiscuidad, lujuria y avaricia.

Los ídolos falsos siempre ocultan un lado oscuro, tras una cara atractiva y brillante como el oro.

Ira de Moisés ante la idolatría del pueblo de Israel

Luego de que Moisés libero al pueblo de Israel de la opresión egipcia, cruzaron el mar rojo para iniciar una nueva vida. Moisés tuvo que ausentarse un largo tiempo al monte Sinaí para escribir los diez mandamientos que le indicó Dios.

Ante la ausencia de Moisés, los israelitas escasos de paciencia decidieron desviarse del camino de Dios. Estos acudieron a Aarón para solicitarle que fundiera el oro y construyera un Dios para adorarlo y seguirlo. Este comportamiento enojó a Dios, quien quiso castigarlos a todos, pero Moisés intercedió por ellos y pidió perdón y misericordia para todos.

Al momento que regresó, Moisés, con las tablas talladas por Dios, encontró el desastre que tenían los israelitas alrededor del becerro de oro. Tal conducta pecaminosa desató la ira de Moisés, quien arrojo las tablas, rompiéndolas en pedazos al pie de la montaña.

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Luego procedió a destruir la estatua, pulverizándolo y arrojándolo al agua, para luego obligar al pueblo de Israel a beberla. Después Moisés regresa con Dios para pedir misericordia para el pueblo de Israel, quienes van camino a la tierra prometida. Sin embargo, toda acción tiene consecuencias y en el camino una gran plaga azotó a los israelitas, muchos no lograron llegar a Canaán.

Becerro de oro como símbolo de idolatría

Sin duda, la escultura creada por los israelitas es el reflejo de los dioses falsos que se han creado en el mundo. Esta práctica continua vigente y son muchas las víctimas que caen en el pecado de la idolatría. Pues, va en contra de la ley de Dios y el camino que este ha forjado para nosotros.

En efecto, diferentes sectas pretenden deslumbrar con lujos, falsas promesas y belleza efímera a sus seguidores, presentando aparentes ídolos. Adorando diferentes dioses o concentrándolos en una sola estatuilla, como lo hizo el pueblo de Israel con el becerro de oro.

Pues bien, sentado este preámbulo, para que nadie tenga duda alguna del significado real del paganismo representado por un Becerro y de Oro, que representa el lujo, ahora tenemos unos Becerros de oro, en pleno siglo XXI, que no son ni los ROJOS, del actual gobierno, ni sus sicarios, porque ellos, de base son ATEOS y nunca han creído en Dios, salvo cuando de pequeños iban con sus padre a la celebración de la Santa Misa.

Los verdaderos idólatras, son esos, que supuestamente son católicos, dicen que lo son, pero no ejercen como tales.

Un ejemplo claro y contundente, es el monarca huido, para evitar ser juzgado por una justicia amañada, en pro de un “Panfleto del 78”, ateo, abortista y criminal, que va contra Dios y la patria.

El tal rey Juan Carlos 1º, primero en todos los delitos, es la viva imagen de un ídolo que entre los perseverantes adoradores de los “Becerros de Oro”, ha tenido una envidiable, pero atea vida.

El personajillo en cuestión, ha atravesado todas las rayas rojas posibles, pues ha estado encubierto, con una amplísima “Patente de Corso”, que le ha protegido y dejado a su albedrio, para que cometiera cuantos delitos, le vinieran a su gusto.

Tanto es así, que cometió PERJURIO, incluso cuando estaba jurando ante la Biblia, como monarca coronado, por la desgracia del General Invicto, pero a su vez, ya estaba cometiendo TRAICIÓN a la Patria.

Su vida, ha sido y seguirá siendo, hasta que se reuna con Satanás, una vida de pecado, llena de fiesta, promiscuidad, lujuria y avaricia.

Este miserable encanallado personajillo, un crápula que siempre ha tenido la bragueta abierta y se ha encamada, con cuantas mujeres le ha apetecido, mayores y menores de edad, casadas, con hijos, solteras, viudas, ricas, pobres, ……¡Qué mas da!

Y sus infinitos seguidores, no solo le perdonaban y le perdonan sus innumerables delitos, sino que a todos los que comete, le ponen un apellido, para rebajarlos:

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En lugar de decir, que es un putero y se acuesta con esta u la otra, se le dice que son sus “AMIGAS” 

Si sus cuentas en Paraísos Fiscales, aumentan y aumentan en sus haberes, por comisiones de crudo, de sus íntimos Emires, se dice, que gracias a él, esta o aquella obra la ha ganado para España.

Siempre está encubierto y sus “adoradores a tal Becerro de indecencia”, le aclaman, se desgañitan, se rinden a sus pies y hasta le besan su podrido y maloliente culo.

Así que nos encontramos con Becerros de Oro, como este “paisano” y ahora su hijo alias “El Cobarde republicanista” y con una masa lanuda, que les protege, como “Adoradores y sicarios de tan espantosos canallas”

Si te metes con esta basura coronada, dicen que eres de podemos o qué prefieres el comunismo o la Tercera República, que por cierto ya lleva un tiempo instalada, en este País, del esperpento, de la mentira, de la desidia y de la desesperación, para muchos españoles como yo, que cada día me despejo mi cuerpo, mi mente y mi corazón de estos piojosos y despreciables reyezuelos.

¡QUE DIOS NOS AMPARE! Aunque Dios, nunca hace nada por cobardes y falsos católicos. 

¡MALDITOS SEAIS BORBONAZOS, JUNTO CON VUESTROS SICARIOS!

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.