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Si tú te sientas a jugar con “el tahúr del Misisipi” sabes que lo más seguro es que te engañe.
Si tú te siestas a jugar con el trilero sabes que lo más seguro es que pierdas
Si tú te vas a que la bruja te eche las cartas lo más seguro es que salgas creyendo que te ha tocado el gordo
Si tú vas a la feria y le compras una yegua a un gitano cuando llegues a tu casa la yegua será ya una burra… pues, señor don Alberto Núñez Feijóo,, si usted va a la Moncloa a jugar con el tahúr, o quiere ganarle al trilero, ser más listo que la bruja o más listo que el gitano, ya puede ir a comer centollos y percebes a su Galicia natal.
Porque está claro que usted salga de la Moncloa, con el acuerdo definitivo o si el acuerdo para dar solución al grave problema que tiene con el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el Tribunal Constitucional (TC), sabrá si es el tonto o es el listo de esta película, ya que es muy difícil engañar al tahúr Fouché… ¿O no sabe quién fue aquel famoso Ministro de la policía que lo fue con la Revolución con Napoleón Cónsul, con Napoleón Emperador, con Luis XVI Rey, con el Napoleón de los 100 días y con la Monarquía restaurada? Bueno, por si acaso no sabe o no le han dicho quién fue aquel José Fouché yo se lo voy a recordar con palabras del propio Napoleón:
“Este era un hombre, sin comparación, más malo que Robespierre. Su venalidad no era tan manifiesta como la de Talleyrand. Había sido un terrorista; uno de los jefes de la facción jacobina. Traicionó y sacrificó sin remordimiento a todos sus antiguos camaradas o sus cómplices. La intriga le era tan necesaria como el alimento. Intrigaba en todo tiempo, en todas partes, de todos modos y con todo tipo de personas. Jamás se descubría cosa alguna en que no se estuviese seguro de encontrarlo complicado en algo; no se ocupaba sino en andar tras otro ¡su manía era querer ser de todo…! Siempre en los zapatos de todo el mundo. Jamás me ha engañado.”
Y para que sepa lo que estará pensando don Pedro mientras le está engañando a usted (porque seguro está que don Pedro con elecciones o sin elecciones seguirá en la Moncloa hasta que él quiera): “Si las urnas no nos permiten conquistar el Poder con arreglo a la Constitución, tendremos que conquistarlo de otra manera. Así que el día 19 a votar y si no ganamos a la calle y conquistar el Poder aunque sea con las armas.” Largo Caballero. Aunque no estaría de más que leyese lo que su biógrafo Jean Tulard escribió del personaje imaginando la noche anterior a la votación sobre la vida o la muerte del Rey Luis XVI.
Lea usted, señor Feijóo, con atención este texto, porque eso es lo que ahora mismo estará pensando el caballero Sánchez:
“FOUCHÉ. Ja, ja, ja… ¡Palabras, palabras, palabras!…
Se pasan la vida hablando, no saben hacer otra cosa…
Sin darse cuenta que la Revolución no se hace solo con palabras.
¡CARCEL, SANGRE, GUILLOTINA y cabezas rodando por el suelo!… ¡Pues si eso es lo que quieren tendrán guillotina!
¡Ja, ja, ja… los unos quieren la muerte de Luís, los otros el destierro! ¿Y qué quiere el ciudadano Fouché, que soy yo? ¿Y qué votará mañana el ciudadano Fouché ¡Oh dioses del Olimpo, o demonios del inframundo… el ciudadano Fouché lo tiene bien claro!
¡El ciudadano Fouché estará con la muerte y con el destierro!
¡Ah, incorruptible Robespierre!… a ti te he prometido y te he jurado votar por la MUERTE.
¡Oh, Verniaud, el miedoso, también a ti te he prometido y te he jurado que votaré por el DESTIERRO!
Ja, ja, ja, aquí las tenéis (y en ese momento saca de un bolsillo un papel donde ha escrito la palabra MUERTE y otro de otro bolsillo en el que ha escrito el DESTIERRO)
¡La muerte!… ¡La vida!…
Así entraré mañana en la Convención, con las dos papeletas bien escondidas.
Ja, ja, ja… y además procuraré ser de los últimos en votar, porque según vayan ganando unos u otros votará el ciudadano Fouché.
¡Oh dioses del Olimpo, oh demonios del Inframundo! Que torpes son estos revolucionarios, porque al final se matarán unos a otros… y el ciudadano Fouché, yo, no quiere morir, y no morirá.
A mí que más me da que muera o viva el tirano que fue Rey
A mí que más me da la Monarquía o la República
¡Yo sólo quiero el PODER!… ¡Y a fe del SER SUPREMO que lo conseguiré!
¡Ay de los justos y de los sinceros! ¡Ay de los incorruptos y de los corruptos!… si al final todas sus cabezas rodarán bajo la guillotina y el ciudadano Fouché será el que tire de la cuerda. Ja, ja, ja.”
Seguro que nos aclarará quién es el listo o quién el tonto de esta película si el que al final es elegido Presidente del Tribunal Constitucional es el señor Conde-Pumpido o no… si es él ya sabremos quién es el listo y quién es el tonto… y quién es el Fouché de hoy.
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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