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Dicen que la venganza se sirve en un plato frio. No ha ocurrido así en Junts per Catalunya. Les han faltado horas para purgar a miembros del PDeCat. Una purga inútil bajo algunos puntos de vista, pero importante para llevar a cabo los planes de Puigdemont. De aquí a unas elecciones, que algunos vaticinan en febrero del 2021, tendrán tiempo para decir todo lo que les venga en gana de ERC. Y lo peor no es esto. El problema es que si actualmente Cataluña está bloqueada políticamente, con este cambio de rumbo lo va a estar más. Porque Torra se verá fuerte, incumplirá las leyes, y ha introducido unos peones en la partida que son más talibanes que Puigdemont.
El peor de todo ellos es Ramon Tremosa. Un personaje acomplejado y gris. Que no ha sido nada en esta vida y que, incluso, le cedió su sitio en el Parlamento Europeo para que se pudiera sentar Puigdemont. Esto acto de patriotismo se lo han pagado nombrándolo conseller de Empresa y Conocimiento. De ambas cosas carece de capacidad para afrontarlas. Es un talibán que destruye todo lo que tiene a su alrededor.
Y no es un exageración. Por circunstancias que contaré tuve el placer de conocerlo, como otros amigos míos. Tremosa, desde el punto de vista económico es ultraliberal clasicista. Ahora bien, para mantener su estatus político es capaz de todo. Por ejemplo, en uno de los debates en el Parlamento Europeo soltó una serie de animaladas que fueron contestadas por aquellos parlamentarios catalanes con dos dedos de frente. Al finalizar la sesión, uno de ellos se dirigió a él y le dijo: “Ramón, ¿cómo puedes decir lo que has dicho si sabes que es mentira?”. A lo que Tremosa contestó: “Ya lo sé, pero por la causa vale todo”.
He dicho que tuve el placer de conocerlo y es cierto. Por eso realizaremos un perfil del personaje. Como Tremosa, un servidor nació en 1965. Por motivos de aquella época, cuando entré en La Salle Gracia, tuve que repetir 2º de EGB. Eso quiere decir que iba un curso por debajo de lo que me correspondía. Al iniciar 2º de BUP entró Tremosa para hacer 1º de BUP. Lo que quiere decir que, o bien repitió dos cursos de EGB o alguien se descontó en el momento de inscribirlo.
Natural de Manresa, su familia vino a vivir a Barcelona. Estando en La Salle empezó a interesarse por los grupos parroquiales de la Iglesia de los Jossepets, situada en la Plaza Lesseps. Se puede definir a Tremosa con una sola frase: “está enamorado de sí mismo”. Es de aquellas personas encantadas de haberse conocido y hace bandera de ello.
Ya despuntaba como catalanista y con ganas de sobresalir. A un compañero le preguntó si hacía de dentista. Él le respondió: “No. Soy dentista”. Entonces vino la pregunta impertinente: “¿saber que vas a hacer daño a un paciente no te produce un complejo de culpabilidad?”. Tremosa le aguantó la mirada, cosa que le encanta hacer. El amigo contestó: “muchas veces quitamos el dolor más que causarlo”. El amigo en cuestión pertenece a una estirpe de fotógrafos de La Vanguardia. Tremosa no supo que contestar.
Un grupo de jóvenes que iba a la parroquia de Jossepets hizo un día una excursión al Monasterio de Poblet. Era una más de las muchas que hacían por Cataluña. Tremosa se apuntó. Se presentó, con barretina, en el lugar donde habían quedado para coger el autobús. Muy al estilo Dalí. Con un grupo de amigos Tremosa montó una especie de sociedad dedicada al rescate de palabras catalanas poco usadas o incluso a la invención de nuevas. Después de un viaje a Tierra Santa explicó que le habían gustado mucho les botigoles de la Ciutat Antiga. Sorprendida la gente por lo de las botigoles les contestó que era una forma de designar una tienda pequeña. Y añadió: “del mismo modo que un río pequeño es un rierol y un animal pequeño es una bestiola, una tienda pequeña debemos llamarla botigola”.
En su currículum vitae explica que es doctor en economía y tiene un máster en Análisis Económico Aplicado. Coincidiendo con nuestra profesora de matemáticas y química, la Sra. Ramos, le pregunté por él. Siendo, al parecer, un economista tan eminente y amigo de citar y manejar cifras, quise saber si era bueno en matemáticas. La Sra. Ramos me contestó que en absoluto, “no destacaba”. Y no es de extrañar, tardó 7 años en acabar económicas.
Su padre, Ramón Tremosa, también era economista. Estaba en el Consell Pastoral de los Jossepets y llevaba la economía parroquial. Era una excelente persona. En su momento afirmó que no era independentista, que votó no al Estatut que urdieron Maragall y Zapatero y que también votó no a la Constitución Europea. Es un personaje que podía estar en la antigua Convergència o en ERC. Lo cierto es que siempre estará al lado de lo que surja de la antigua Convergència. ¿Por qué? Tiene odio a los socialista y todo lo que tenga que ver con las izquierdas.
Tanto él cono su mujer han vivido de la política desde siempre. Él en diferentes cargos a nivel nacional y en Europa. Ella como asesora del Ayuntamiento de Barcelona. Llegó a Europa en sustitución de Ignasi Guardans. Uno de los mejores políticos que ha dado Cataluña que sólo tiene un defecto, no es independentista. El nieto de Francesc Cambó fue sustituido por ese personaje gris que falsea la realidad para mantener su silla, sin importarle nada más. En los próximos meses Tremosa dará más titulares que Puigdemont y Torra juntos. Por eso lo han nombrado conseller.
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