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El brillante y reconocido pensador, nacido en Argelia, sefardí francés, Jacques Attali, ha advertido y acusado a la OMS (Organización Mundial de la Salud) de ser rehén o títere de China, e incluso de haber actuado de forma criminal frente al manejo de la Covid-19 a nivel global. ¿Pero quién es Attali? Es un escritor, economista, político, ensayista, compositor y consultor frente a diversos temas. Es un erudito, sin lugar a duda, un “hombre del renacimiento” –homo universalis–, es decir, un polímata, además un polígrafo, pues ha escrito un sinfín de libros – 83 – sobre diversos temas. Le llaman “el Maimónides del siglo XXI”.

Como dice la frase atribuida al ministro de Relaciones Exteriores de Napoleón Bonaparte, Charles Maurice de Talleyrand: “ha sido peor que un crimen, ha sido un error” –Il a été pire qu’un crime, il a été une erreur–. Aunque es posible que quien en verdad promulgó la frase fuera Joseph Fouché, ministro de Interior y de la Policía. De los mismos escribió el vizconde de Chateaubriand, que en alguna ocasión iba Talleyrand “el Diablo Cojo” –Diable Boiteux– apoyándose de Fouché: “entró el vicio apoyado en el crimen”.

Asimismo, Attali no es un “outsider” (foráneo), lo que quiere decir que no es alguien que este fuera del “establishment” (clase dominante), pues fue el fundador y primer presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo y asesor para asuntos financieros, políticos, educativos, etc., del gobierno francés. Además, es el fundador de la ONG: Acción contra el Hambre y también es asesor de la ONU en temas nucleares. También fue director de la Comisión para la liberación del crecimiento francés –Comisión Attali–. De hecho, el actual presidente Emmanuel Macron, es un discípulo, admirador y amigo personal de Attali.

Attali es la representación del “judío listo adjunto al gobernador” (umny evrei pri gubernatore) como se le conoce en la literatura y sociedad rusa a esta institución legitimada por figuras de consejeros judíos de una remota Rusia.  

De igual modo, Attali en conjunto con el bangladesí Muhammad Yunus (premio Nobel y conocido como “el banquero de los pobres”), fundó en 1998 PlaNet Finance, una ONG que promueve el desarrollo económico de los países con “economías en vía de desarrollo”, por medio de microcréditos y con ayuda de la Internet.

Jacques Attali, sostiene que el mundo, en el 2050 tendrá un “gobierno global”, aunque fue dos décadas lejos, pues todo apunta a que, en el 2030, la humanidad vivirá esa arcana realidad, aún desconocida por la gran parte de la población, negada por unos pocos y aceptada por una todavía más pequeña minoría. Attali, al igual que Jules Verne, se ha dedicado a pronosticar y hacer vaticinios sobre lo que será de la humanidad a futuro. Vaticinios que en algunos casos son calificados de quimeras o de utopías, pero que, a la final, solo es el tiempo quien le da la razón, como ha sucedido en la mayor parte de los casos. Verbi gratia, fue uno de los que predijo que algo como un virus-pandemia acontecería a la humanidad.

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Así bien, Attali en su faceta de “futurólogo”, dice no a la globalización anárquica y si a una mundialización ordenada y gobernada. La humanidad vuelve a ser “nómada” y defiende que el futuro será una realidad unificada, con un gobierno único y mundial. Pasar del “multilateralismo” a una suerte de soberanía planetaria. Incluso donde la religión sea solo una, es decir, de lo religioso a lo que sería una espiritualidad integrista, holística. Y es por medio de “bloques” (UE, NAFTA, SADC, Mercosur, etc.) como se construirá una estructura global.

Decía Attali que para lograr un “gobierno global” sería necesaria una guerra, no obstante, un virus habría hecho de una guerra, una idea obsoleta y anticuada.

Aprender a aprender será la principal riqueza. También sostuvo hace casi dos décadas que las empresas y las oficinas físicas desaparecerían (el teletrabajo), pues el individuo se convertiría en un objeto capaz de ser su propio jefe, tal como un en una película, en donde se juntan los productores, directores, guionistas, actores y asistentes de producción, así serian las empresas del mañana. Una clase de set de grabación, al cual recurren diversas indoles de personalidades para ejecutar un proyecto en especifico y luego se separan cuando su interés común ha terminado. Es decir, las empresas tradicionales o como las conocemos, tendrían fecha de expedición. Del mismo modo, el “asalariado” desaparecerá, en los países que hayan alcanzado una economía desarrollada, y serán reemplazados por los “emprendedores”.

Sobre la educación, Attali, años atrás, expresó que su naturaleza se iba a enfocar en el individuo, y dentro de ese sentido, en la “autoformación” o “autoeducación”, que hará parte de la industria del saber, y que deberá tener remuneración por parte de la sociedad. Attali, compara al hombre con la reconocida empresa Uber (que transformó la movilidad a nivel mundial) y defiende que al igual que esta: “cada uno se haga cargo de su vida”. Attali es un defensor del individualismo, es bastante realista, incluso fue quien aparto a François Mitterrand de la izquierda. Aunque Attali es en realidad un economista y su posición es sensata, siempre centrada y acorde a la realidad.

Sobre la pandemia, Attali acusa a China de no haber alertado a tiempo a la comunidad internacional sobre el nuevo virus, de haber ocultado información (cosa que sigue haciendo) y de responder al virus y haber exportado un modelo de contención de este, que acabó con la economía de los países que adoptaron o más bien replicaron el modelo chino. Attali creo que el modelo que había que emular era el de Corea del Sur o el de Taiwán, países que lograron saber llevar esta crisis sanitaria de una forma óptima. En cambio, otras naciones que, de forma ominosa, hicieron evidente su incapacidad, insensatez, incoherencia y su imprevisora estrategia para mitigar una situación sanitaria que nunca se esperaron.

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Ahora bien, lo ideal hubiera sido “cubrirse, testear y rastrear”, recalca el erudito francés y nunca haber detenido la economía y haber confinado a la población en general. El error resultará muy caro. Al igual, la OMS no difundió al mundo el caso de Taiwán y de Corea del Sur, lo cual para Attali es un crimen. O, quizás, peor que un crimen, un error.

Colombia, Argentina, México y Brasil son unos de los ejemplos del mal manejo de la pandemia en Latam, pero no solo en el ámbito sanitario, que a la final no es el más preocupante en el nivel “macro”, en cambio sí, el estrago económico que ha dejado hasta el momento esta crisis y que lleva a estas naciones al borde de la miseria, erradicando a la frágil clase media que a duras penas se había consolidado en varias de estas naciones y creando unas onerosas brechas de desigualdad. Estas situaciones harán que vivir en estos países no sea factible.

Attali, hace un llamado a “una economía de guerra” (al igual que sucedió luego de la Segunda Guerra Mundial), pues es el resultado de la pandemia y en específico de haber copiado el modelo de la dictadura comunista china y no el de las democracias liberales asiáticas: Taiwán y Corea del Sur, pues entendieron antes que cualquier otra nación que esto podría pasar, ya que conocían bien a su vecino.

La “economía de guerra” se debe centrar en unas áreas específicas, lo que llama “economía de la vida”, las cuales son: salud, higiene, alimentación, agricultura, educación, investigación, el mundo digital, la distribución, democracia, los medios y cultura, seguridad, crédito, seguros, energías y viviendas sostenibles. A las que les irá muy bien.  

Así las cosas, para Attali, algunas industrias “están muertas”, tales como: la automotriz, la aeronáutica, la textil, el turismo, etc., deben replantearse y dentro de este proceso alinearse a lo que sería la proclamada ya “economía de guerra”. De igual forma, los ganadores según Attali serán quienes dejen el egoísmo y se conviertan en altruistas, además que la empatía es económicamente eficiente, esa será la clave para la nueva economía de un nuevo mundo. Y, claro está, que la humanidad comprenda la profundidad de esta crisis que aún no termina.  

Autor

David A Rosenthal