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Si de esta forma se quiere plantear la consulta sobre nuestra forma de Estado, que es un asunto capital, estamos ante una manipulación. Esto es, ante una intervención para distorsionar la verdadera consulta y hacer creer que la alternativa es Felipe VI o Manuel Azaña.

    ¿Y si la consulta se hiciera cambiando el escudo a la bicolor y borrando la franja morada de la tricolor?… ¿Podría ser que la consulta fuera entre S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón o Felipe González?

    Partir de nuestra experiencia republicana para plantear un asunto de tanta importancia para España es capcioso, y capciosos también podríamos ser con las experiencias monárquicas. Veamos.

    Felipe V, el primer representante de la dinastía Borbón era un estúpido afrancesado que gastó ingentes cantidades del erario en hacerse jardines, fuentes y palacios que le recordasen a Versalles. Era cruel y rencoroso, como recordarán los catalanes, y a la postre el causante del centralismo. Quiso aumentar los recursos del reino (seguramente para hacerse más jardines, fuentes y palacios) haciendo vender a la Iglesia sus tesoros. Debilitó tanto la presencia de España internacional de España, que fuimos pasto de los piratas franceses e ingleses. Y para remate implantó la ley francesa de sucesión a la Corona, que al final tuvo que consensuarse con la ley española, siendo que finalmente podemos calificarla de semisálica o mixta. En fin, tan desastrosa fue esta Monarquía como lo fue la I República.

    Juan Carlos I, rey instaurado sobre una legalidad que perjuro, cuyo periplo mágico todo el mundo conoce, fue el representante de una Monarquía que carga con más muertos que la II República.

    No señores, la Monarquía que conocimos desde 1.701 no es la de 1947, 1966 ni la del 22 de noviembre de 1975. Ni siquiera la de 1978 que no refrendó nadie. Siendo que la que tenemos es una Monarquía fantasma, auxiliada por la mayor o menor anuencia que concite el representante: “juancarlismo” y “felipismo”. Y puede que para algunos, “leticismo”. Que los hay de todo los colores.

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    Fuera de los valores no negociables:

    Dios, cuya verdad nos la ha dado a conocer de manera plenamente aceptada nuestro Salvador Jesucristo, Verdad del hombre y del mundo, porque sin esa Verdad lo que se está aceptando no es otra cosa que la MUERTE DE DIOS, que llega al punto de no conocer la frontera entre el bien y el mal (Aborto, Eutanasia…). La Patria, como “unidad de destino en lo universal”. Y la Justicia entendida como “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su propio derecho”.

    La realidad nos impone, dentro de las circunstancias, buscar las posibilidades reales en orden al BIEN COMÚN, que es el bien de todos. De ahí que haya que ser pragmáticos a fin de realizar aquello que mejor convenga hacer en cada momento. De lo que se deduce, que la forma de Estado, como todo, debe estar determinada por el beneficio que pueda tener para la nación, porque si toda jefatura, la que sea que se ejerza es, por su intrínseca naturaleza, el poder que se ejerce sobre un grupo para dirigir su trabajo o sus actividades, y no tanto la representación de ese grupo, es desde todo punto de vista que nuestra forma de Estado, cuyo representante es Felipe VI, es absolutamente inoperante.

    Fijémonos en el señor Emmanuel Macron, que no vale gran cosa, pero al que vemos en todos los asuntos nacionales y en todos los foros internacionales, buscando siempre la mejor posición para Francia porque sí tiene, por delegación, un enorme poder de discrecionalidad para ejecutar aquello que mejor cree conviene a su país. O ¿recuerdan ustedes Charles de Gaulle? ¿Acaso no era demócrata?… ¿Recuerdan ustedes el poder, la autoridad y el prestigio que tenía para ejercer la jefatura para la que fue elegido?

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    Ahora bien, parece que esto de plantear en España, siquiera como posibilidad a debatir, la REPÚBLICA NACIONAL al servicio de la Unidad, Grandeza y Libertad de España, despierta muchas inquinas y resueltos atrincheramientos. Con todo, para hacer un Referéndum como el de la “Reforma Política” del 15 de diciembre de 1976, mejor seguimos con La Esperanza. Puede que no tengamos más posibilidad para implantar esa República que si llega el caso, y conste que no le deseo nada malo al Rey, Dios me libre, que la opción monárquica se organizará junto a Leonor y su madre, Leticia Ortiz como regente.

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Pablo Gasco de la Rocha