24/11/2024 05:00
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Transcurrieron las tres preceptivas semanas dadas por los ropones de la judicatura nacional. Y sucedió lo previsible: el ministerio de enfermedad, capitaneado por la funesta Darias, termina reconociendo que no dispone de cultivos del virus SARS-CoV-2, supuesto causante de la fantasmal covid-19. «El Ministerio de Sanidad no dispone de cultivo de SARS-CoV-2 para ensayos y no tiene un registro de los laboratorios con capacidad de cultivo y aislamiento». Pilar Aparicio Azcárraga mediante, directora general de salud pública, sic.

Todo es una colosal e inventada farsa

Grosso modo, no se posee muestra alguna de un supuesto virus que nos han dicho que transita peligrosísimamente entre la población desde hace casi dos años, que ha “contagiado” a centenares de millones de personas y que tendría que estar presente en los 80.000 muertos «oficiales» que se le imputan solo en nuestra patria – 80.000 reservorios o receptáculos del patógeno, casi nada -, pese a lo cual ni existen muestras del teóricamente sobreabundante virus ni se sabe quién podría tenerlas en su poder.

Nada sorprendente, pues. Ya lo comentamos en su día. Ni el suculento momio de Darias ni nadie podrá demostrar científicamente algo que no existe (más allá de fraudulentas manipulaciones digitales). Casi 90 instituciones lo intentaron…y nada. Idéntica petición a la realizada en España y…ninguna pudo…lo que no se puede. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Las mismas corruptísimas y embusteras e ilegítimas instituciones que no han logrado citar un solo caso de aislamiento/purificación del «SARS-CoV-2». Por parte de nadie, en ningún lugar, jamás. En fin.

Despollante y mentirosa respuesta del Ministerio de Sanidad exigiendo la demostración del SARS-CoV-2

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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