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Domingo de Resurrección, 17/4/2022. En portada, y sin más cobertura informativa porque de donde no hay no se puede sacar, La Razón dejaba constancia de la visita que Felipe VI y Leticia Ortiz, junto con sus hijas, hicieron el sábado 16 al centro de refugiados ucranianos en Pozuelo de Alarcón. Uno de los cuatro centros “no gestionados” por el Estado, aunque es el Estado (es decir, todos los ciudadanos) quien corre con todos los gastos.

    Decía Marhuenda en su Razón (sección Sin Perdón, con el título “Los aprovechados de la pandemia”, pág. 63) que “la maldad es un comportamiento de una parte minoritaria de la sociedad, aunque es cierto que lo negativo siempre merece una mayor atención informativa”. Que eso mismo pensamos algunos de la estupidez; esto es, que siempre tiene mayor atención informativa. Menos mal que no todos en La Razón tienen la misma tara. No la tiene María José Navarro, que el mismo día, en su columna Insensateces, con el título “Yo, Leonor” dice algo que no tiene desperdicio: “Ayer ya me vieron, fui a visitar a un grupo de refugiados porque Altibajos para estas cosas es muy mirada”.

    A Marhuenda le ocurre lo mismo que al “bufón de Estoril” (Luis Mari Ansón), que en su afán por defender lo imposible, terminan descubriendo todo. Al Bufón le ocurre que para defender a Juan I de Estoril tiene que decir que el Ejército Nacional dio un golpe de Estado en la España del 12 de febrero de 1936, con lo que no gana adeptos para su pretendiente. Y a Marhuenda le ha ocurrido algo parecido haciendo notar al más despistado que Felipe VI, su esposa e hijas no han ido a Palma, y hasta dudamos que hayan ido a la Misa de Pascua, que se sabe que ella, Leticia Ortiz Rocasolano, es más bien descreída.

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   Pero ¡ojo! con esta cuestión, por más que España sea un país descreído y dado a tomarla en Chueca mientras se escucha de fondo a Sabina. Porque esto de la fe es condición que también pesa en el debate Monarquía o República. Marhuenda lo sabe y pone su granito de arena. Yo lo sé, y hago lo propio.   

   

Autor

Pablo Gasco de la Rocha