20/09/2024 08:07
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España hace tiempo que dejó de ser soberana. Y sin soberanía nacional, no hay nación que valga ni pueda defenderse. Por lo cual, lógica y metafísicamente discutible es negar o renegar de algo que ni siquiera se presupone que exista. Cáscara vacía, entonces. Disolventes taifas, atribuladas tribus regionales, vislumbrando lo más pedestremente cercano. Allende nuestras fronteras, la masónica Unión  Europea, descuajándonos del todo. Y de todo. E hiperdeuda acumulada, esclavos de por vida. España, eterno sí bwana a nuestros acreedores.

España, sin soberanía de ningún tipo

Militarmente, viles lacayos de una banda terrorista perfecta y satánicamente criminal. OTAN, pues. Económica y financieramente, un puto desecho inservible: incorporación al letal euro, peseta evaporada. La política financiera y económica, diktat desde Bruselas. Agreguemos, durante los decenios postreros, la privatización de sectores energéticos estratégicos y algunos de sus servicios esenciales, capitalismo de amiguetes mediante,  junto con la venta de las empresas estatales más rentables. Y, por supuesto, demolición controlada (como las Torres Gemelas y el WTC 7, el 11-S) de los sectores primario y secundario.

Prevaleciendo siempre – siempre, reitero  –  intereses foráneos frente a los nacionales. Un modelo productivo que solo beneficia a nuestros más directos competidores. Nos transformamos en un mercado receptor, pulverizando nuestra agricultura, pesca y ganadería, desmantelando industria estratégica y privatizando el sector energético.

Nos embutieron en el mercado común europeo, asumiendo unas abusivas e intolerables condiciones que supusieron un espectacular incremento del paro, ya estructural, que jamás podrá bajar del 10 % (difuminados derechos laborales, salarios de hambre, vida laboral aumentada), incluso en los momentos más «gloriosos» del aznarato, con grúas a tutiplén afeando el ambiente y prostituyendo, a fuer de rematando, nuestra economía. España, turisteo masivo, sol y playita, convertida en el meadero y cagadero de Europa. Magaluf, alegoría.

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Vox, igual de globalista que todos (aunque intente disimularlo)

Hogaño, desde hace año y medio, PLANdemia. Otra soberanía definitivamente ida, la sanitaria. Otra más. Recapitulemos. Sin soberanías de tipo alguno: alimentaria, financiera, judicial, militar, industrial (específicamente energética), sanitaria…Y desorejadamente endeudados, ergos putos esclavos del usurero de turno.

PLANDEMIA, puntilla. Con su pertinente engañabobos, esta vez de la derechona (Vox, fuego controlado de la derecha; Podemos el de la izquierda). Vox pidió en su momento ir más allá del ilegal secuestro domiciliario, solicitando el estado de excepción para “combatir” al bichito asustaviejas que,  como España, tampoco existe. Y tiene como expertuzo en asuntos sanitarios a un tal Juan Luis Steegmann o Esmegma, no recuerdo con exactitud el apellido, que aboga por la obligatoriedad del picotazo, algo que no es de extrañar sabiendo que empresas a las que se halla vinculado han recibido 636.000€ de Jannsen y 222.000€ de Pfizer.

La farsa Vox, como todos. Vox y super patriotas y anti podemitas varios, en el mismísimo bando que La Sextapo y el Partido Comunista Chino. Y, desde luego, mejor ir saliendo del autoengaño cuanto antes, antes de que continúen apoyando la masónica y atroz monarquía del vástago del evaporado Rey Elefante

…La existencia española, majadera y cruel, pues, como su aquelarre torturante y torturador, vulgo impía matanza de seis morlacos. España          (Espena, genial César Bakken), tierra de mis padres, tierras de los hijos que no tengo, en cadenas, sin alegría, libertad ni pensamiento. Y termino con el genio de Cernuda. «Si yo soy español, lo soy. A la manera de aquellos que no pueden ser otra cosa: y entre todas las cargas que, al nacer yo, el destino pusiera sobre mí, ha sido ésa la más dura».

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Me avergüenzo de vivir en Bozalistán

La más dura, indudablemente. Ya no madre, España (Expaña: ni es ni existe), sino despótica y arbitraria madrastra. Repelente tierra, hoy, de culocagados, extremada y pavorosamente sumisos. Bozalistán, bienvenida, el títere que apuntille su «fondo titánico» nada me importa: Sanchinflas, Cagado, Fachascal, Manosblanditas, Naranjita Khaalesi o La Yoli. Lo dicho, España ha muerto. Adiós, España. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.