Ermua como escarnio, y espejo de una pueblo, una sociedad y un Estado cobardes. Por Pablo Gasco de la Rocha

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El próximo domingo, 10 de julio, el Sistema proyecta organizar en la localidad de Ermua, municipio de la provincia de Vizcaya, un acto para recordar el 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, 13 de julio de 1997, concejal de la villa de Ermua del Partido Popular, vilmente asesinado por ETA. El acto, según se publica, tiene carácter institucional. Tanto es así, que acudirá el Monarca, el presidente del Gobierno y algunos ministros, y autoridades vascas, aunque seguro que más de uno de esta tropa se descolgará.

Pero ¿qué tiene Ermua y Miguel Ángel Blanco de especiales para significarlos de tal forma y manera? ¿Acaso no habían sido asesinados anteriormente cientos, en diferentes lugares de España, sin excluir niños?

Pues tiene de especial que el asesinato del joven concejal hace pensar a muchos, HACE PENSAR POR FIN, que ETA es una banda de forajidos para los que algunos pedíamos, y desde el 21 de noviembre de 1975, porque antes hubo necesidad, GARROTE.

Así, entonces, convencidos de que ETA no tiene ningún tipo de justificación para asesinar, se organiza una especie de movimiento con el nombre “Espíritu de Ermua”, que se nutre desde el primer momento de muchos que hasta ese momento habían aplaudido, justificado o ignorado la lucha criminal de la banda. Lista con nombres y apellidos que es mejor ocultar, no sea que surja algún día un JUSTICIERO.

Pero hay más. Hay más, porque, como el asesinato de Miguel Ángel Blanco HIZO PENSAR A MUCHOS que ETA no tenía justificación para asesinar a todo el que se le pusiera por delante, se crea la fundación que lleva su nombre, Fundación Miguel Ángel Blanco, cuyo lema lo ha tenido fácil: “LA UNIDAD A TI DEBIDA”.

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Esto es, la Unidad contra ETA a él, y sólo a Miguel Ángel debida, porque el resto para los del “Espíritu de Ermua” no contaba. Lema que a mi entender es absolutamente ignominioso para las víctimas anteriores al joven político del Partido Popular. Entre otras muchas, Florentino García Siller. Y espejo evidente de un pueblo, una sociedad y un Estado cobardes.