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La cinta Eyes Wide Shut no pretende ser una moralina de nada porque Kubrick no militaba en ninguna escuela intelectual dogmática. Por lo tanto, su película solo pretende ser una reflexión abierta, algo que le distancia de trabajos anteriores como 2001 que, tras una aparente apertura, tenía ya todas las respuestas formuladas de antemano. Hay que añadir, además, que Kubrick era un consumidor omnívoro y continuo de cine que incluía nuevos estilos en su cine, aunque de forma siempre muy velada. Es innegable que Ophuls, Hitchcock, Bergman, Allen e incluso Lynch se encuentran entre las referencias de Eyes Wide Shut.

Sin embargo, las influencias son constantes: desde lo pictórico y musical a lo fotográfico o literario pasando por la filosofía oculta o la autorreferencia megalómana. Así, la clave de la orgía es Fidelio, una referencia explícita a una ópera de Beethoven, uno de los grandes poetas universales del deseo y del destino. Y una obra musical que trata sobre la infidelidad y el matrimonio: el propio título (fidēlis) hace referencia a la fidelidad y el argumento trata de una mujer que se sacrifica por salvar a su marido, como ocurrirá en la orgía. Otra referencia artística e histórica menos directa es la del Carnaval de Venecia —por cierto que la novela que inspiró la película se ambienta en época de Carnaval—; se trata de una festividad con cientos de años de antigüedad que alude a un breve período de liberación de lo reprimido en el contexto de las sociedades católicas. Contiene toda una simbología sexual de espacio de apertura al inconsciente y al deseo libre de toda traba consciente o racional. Algunas máscaras grotescas —pero más certeras que el verdadero rostro de esos hombres de poder— aparecidas en la escena de la orgía son venecianas, como la del arlequín extraída de la Comedia del Arte. Venecia era un importante centro económico del Renacimiento a nivel mundial como lo era Nueva York en el momento de fin de un siglo y de un milenio en el que se grabó y estrenó la película. Como autohomenaje, hay que destacar la escena en que Cruise le lanza la moneda al hombre del puesto de periódicos: son una referencia a la primera fotografía importante hecha por Kubrick. Hay más: la adolescente hija del vendedor de disfraces que es una Lolita “de libro”; algunos disfraces de la época de Barry Lyndon se encuentran en la tienda “arcoiris”; Fidelio, como se ha dicho, es de Beethoven, el autor musical que obsesiona al protagonista de La Naranja Mecánica.

Más referencias: La película Sueños que el dinero puede comprar (1947), que cuenta con la participación del fotógrafo surrealista Man Ray, del músico experimental John Cage, del escritor Paul Bowles y que explora el mundo de los sueños en relación con el dinero y supone una de las primeras películas surrealistas del cine británico. También hay que mencionar la película La novia del Diablo de 1968: producida por la Hammer, dirigida por Terence Fisher, escrita por Richard Matheson y protagonizada por Christopher Lee; trata sobre una secta satánica que hipnotiza mujeres jóvenes para sus rituales y un grupo de amigos que quiere evitar que la hermosa Tanith sea entregada como ofrenda sacrificial. Una última película sería La semilla del diablo (1968), en la que una pareja de neoyorkinos se ven involucrados en un ritual satánico en el que la mujer (Mia Farrow) concibe al hijo de Satán para que su marido pueda ingresar en la élite. Respecto a esto hay que remitirse a la escena final de Eyes Wide Shut que muchos han interpretado como una entrega de la hija de los protagonistas a dos hombres que se encontraban sentados al lado de la escalera en la fiesta con la que se abre la película. Pero ese es otro asunto en el que yo, por falta de evidencias, no me atrevo a penetrar.

Otra referencia es la novela Allá abajo (1891) de Joris-Karl Huysmans donde se describe una misa negra: “Apareció el altar, un altar normal y corriente, con un tabernáculo encima sobre el que se erguía un Cristo ridículo e infame. Le habían levantado la cabeza y alargado el cuello, y las arrugas dibujadas sobre las mejillas transformaban el rostro dolorido en una cara deformada por una sonrisa innoble. Estaba desnudo, y en lugar del paño que le cubría los costados, una excitada vergüenza viril emergía de una mata de pelo. (…) Precedido por dos monaguillos, y cubierto con un gorro escarlata del que sobresalían dos cuernos de bisonte de tela roja, entró el canónigo… (…) Se inclinó solemnemente ante el altar y subió los peldaños para dar comienzo a su misa. Todas las mujeres se dejaron envolver por aquellos sahumerios; algunas inclinaron la cabeza sobre el brasero y aspiraron con fuerza aquel aroma; luego, medio desvanecidas, se abrieron los vestidos emitiendo roncos suspiros. Entonces el sacrificio se interrumpió. El sacerdote bajó los peldaños de espaldas y gritó con voz emocionada y aguda: ¡Oh maestro del pandemónium, dispensador de los beneficios del delito, gran intendente del pecado más suntuoso y del vicio más desmesurado, Satanás, es a ti a quien adoramos, oh Dios lógico y justo! (…) Tú incitas a la madre a vender a su hija, tú asistes los amores estériles y prohibidos, ¡oh protector de las neurosis más agudas, torre de plomo de la histeria, vaso sanguíneo de las desfloraciones! (…) Es a ti a quien como sacerdote obligo, quieras o no, a descender a esta hostia y a encarnarte en ese pan. ¡Jesús, artista de la superchería, ladrón de homenajes, predador de afectos, escucha! Desde el día en que saliste de las entrañas de una virgen has faltado a tus compromisos y a tus promesas; siglos enteros han estado esperándote, ¡Dios desertor y mudo! Tenías que aparecer en tu gloria y dormías (…) ¡Nosotros queremos reclamar tus clavos, apretar tus espinas y hacer derramar tu sangre dolorida sobre tus llagas resecas! (…) ¡Amén! Gritaron las voces cristalinas de los monaguillos. Algunas mujeres cayeron rodando sobre la alfombra. Una se arrojó al suelo agitando las piernas, como movida por un resorte; otra, afectada repentinamente de un terrible estrabismo, gorjeaba, y luego enmudeció y se quedó con la boca abierta y la lengua enrollada hacia atrás hasta tocar el paladar; otra, hinchada y lívida, con las pupilas dilatadas, inclinaba y levantaba bruscamente la cabeza y se arañaba la garganta con las uñas; finalmente otra, que estaba tendida en el suelo, se quitaba la falda y enseñaba un vientre desnudo, hinchado, enorme, luego se retorcía con terribles muecas y mostraba una lengua blancuzca con los bordes mordisqueados, que no podía apartar de una hilera de dientes rojos. Entonces, mientras los monaguillos se juntaban con los hombres y el ama de casa subía hacia el altar, empuñando con una mano el asta del Cristo y sujetando con la otra un cáliz entre las piernas desnudas, en el fondo de la capilla una niña que no se había movido hasta aquel momento, se inclinó de repente hacia delante y ladró a la muerte, ¡como una perra!”.

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Una última referencia sería al género narrativo clásico de la novela bizantina que el sacerdote Chrétien de Troyes adaptaría a un contexto cristiano retomando los cuentos del Grial y donde las parejas superan distintas adversidades para finalmente ser casados por la Iglesia. Un ejemplo moderno del género lo tenemos en La ventana indiscreta (1954) de Hitchcock, al que ya se ha mencionado, donde la pareja protagonista terminará encaminada al altar después de la resistencia heroica de un James Stewart malherido y orgulloso de su soltería que estará tentado, ni más ni menos, que por Grace Kelly: otra rubia de película. Kubrick voltea el tópico y somete al matrimonio burgués a un calvario —originalmente la película iba a ser una comedia protagonizada por Woody Allen—, donde las adversidades amenazarán con destruir lo que ya está formalizado, poniendo, con ello, en duda el sentido del matrimonio en el contexto de un mundo desacralizado. Nik Dobrinsky relaciona la película con Un cuento de Navidad y con ¡Qué bello es vivir!: “En la película favorita de las fiestas  It’s a Wonderful Life (1946), un ángel desciende del cielo en Navidad para ayudar a un hombre deprimido a apreciar su vida mostrándole una aterradora realidad alternativa en la que nunca había existido. Como película navideña alternativa,  EWS tiene un  paralelo en  It’s a Wonderful Life en el sentido de que ambas historias representan a un hombre que atraviesa un aterrador viaje a través de un mundo distópico de pesadilla durante la temporada navideña. EWS también traza paralelismos con Charles Dickens A Christmas Carol (1843) en el que ambos protagonistas también se estremecen hasta la médula cuando se ven expuestos a inquietantes llanuras alternas de existencia. Los fantasmas de la Navidad pasada, presente y futura. Kubrick describió  The Shining como una historia de fantasmas, y aunque EWS no está claramente en la misma categoría, hay muchas pistas que indican que muchos de los eventos y personajes que presenciamos no son reales, dejando un efecto inquietante propio”.

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Guillermo Mas Arellano