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Leyendo y repasando todo lo que se está escribiendo en periódicos y revistas o largando por emisoras y televisiones sobre Juan Carlos I y sobre el Rey actual, Felipe VI, que no es poco, he llegado a una conclusión: en España no hay monárquicos o los que hay no lo son por el sistema en sí, lo son por las personas. O sea, no hay monárquicos, pero sí hay juancarlistas o felipistas…y esto me lleva a pensar que el español no es, o no sabe lo que es, o no quiere saber qué es ser monárquico, pero tampoco republicano…que es, por encima de formas de Estado o sistemas de Gobierno, personalista. Defiende o ataca a las personas, odia o ama a seres vivos, con nombre y apellidos… y tal vez por eso España es el país de los «chaqueteros» o «camaleones». No se es, por ejemplo, socialista porque se tengan ideas socialistas sino porque le cae bien Felipe González o Alfonso Guerra, en cuanto hay otras caras a lo mejor deja de ser socialista. En el fondo, y siempre llego a la misma conclusión, Ganivet tenía razón: si en el DNI no lleva un decreto que diga este español está autorizado a hacer o decir lo que le dé la gana, no está contento ni se siente libre. Por eso no encaja ni encajará nunca la Democracia en España, porque aquí todos quieren, queremos, hacer lo que nos dé la gana y eso lleva al desgobierno… y por eso es español el que no puede ser otra cosa,lo que decía Cánovas. Deja a un español que haga lo que le dé la gana y querrá vivir como un rico, pero sin dar ni golpe. Deja  hacer lo que les dé la gana a 40 millones de españoles y  querrán una República. Está claro, el español sólo es buen español y buen ciudadano cuando, por huevos, no le dejan hacer lo que le dé la gana, y hasta se vuelve borrego y pelotas si no le obligan a pensar. De ahí el ¡¡ viva las caenas !! de ayer y de siempre. Mano dura y tente tieso, es lo que les gusta,, aunque no lo digan ¿Y libertad para qué? Pobre Felipe la que le espera.

                   Y como siempre me pasa ya me he ido por los cerros de Úbeda. Porque en realidad de lo que yo quería hablar hoy es de aquel verano de 1980, tan parecido a este que estamos viviendo. ¡Joder, han pasado 40 años y estamos donde estábamos. Con un Presidente del Gobierno (aquel se llamaba Adolfo Suárez y éste Pedro Sánchez) que no sabía ya dónde iba y una España que se hundía… y paro, y miseria, y hambre. ¡Tenía yo 40 años, quién los pillara!. Fíjense cómo estaba el patio, para que Don Juan, el conde de Barcelona, padre de Juan Carlos (¡Dios, si viera lo que están haciendo con su hijo!) y abuelo de Felipe (a quien ya están llamando «El Breve») le dijera lo que le dijo al gran Tico Medina en una entrevista que cayó mal, muy mal, en la Moncloa:

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—    Pregunta. –Porque, ¿cuál ha sido, señor, su labor en pro de la democracia’

–Respuesta. –Bueno, la idea democrática empezó más bien en mí de muy antiguo. Es decir, en contra un poco de los sistemas totalitarios, que estuvieron en boga hasta la guerra mundial. Aunque la verdad –algo de tristeza– no es que uno tuviera tampoco un recuerdo magnífico de cómo había funcionado la democracia de España ni durante la República, ni durante el reinado de mi padre; pero, por otro lado, también las arbitrariedades del mando único, esto me sublevaba un poco, también las arbitrariedades del mando único, esto me sublevaba un poco. De modo que trabajé hablándolo, diciéndolo…

–Pregunta. –¿Y Franco, señor? ¿Qué opinión tiene vuestra alteza de Franco, en lo que es ya la distancia del tiempo de su muerte?

–Respuesta. –Franco fue una necesidad de la guerra… Tal vez duró excesivamente… pero la España que recogió él estaba deshecha ya, de modo que yo pienso que intentó poder con todo junto… y luego, pues lo hizo con más o menos fortuna (…).

–Pregunta. –Señor, aunque no es el momento de los consejos, ¿cuál le daría ahora mismo al Rey de España e éste, a la par que esperanzado, difícil momento de España?

–Respuesta. –Es muy difícil aconsejarle a él, personalmente. Porque, además, la Constitución le ha quitado casi todos los poderes… La Constitución está clarísima… Yo soy de los que propugnan que a esa Constitución  habría que cambiarle algunas cláusulas…

–Pregunta. –Un consejo, entonces, señor, a su país, que es España, a los españolitos de la calle, a los que están inquietos… a los que…

–Respuesta. –-Que baje un poco sus pasiones, que procuren convivir, que se respeten más entre ellos… porque es dramático esto de ver estas cosas regionales… vamos a ver… ¿qué es un mitin democrático? ¿Quemar una bandera de España…? ¿Dónde vamos a ir a parar? Haciendo eso se insultan ellos mismos… ¡NO, ESO NO PUEDE SER…, NO PUEDE SER…!»

       O lo que le dijo el Honorable Tarradellas a la gran entrevistadora de entonces, María Mérida.

              —  Pregunta.– ¿Y cómo ve, Honorable, Cataluña a estas alturas de la nueva Democracia?

              —  Respuesta.-  Mal…¿qué quiere que le diga?… Hay demasiadas ambiciones personales y para algunos Cataluña es el mejor camino para enriquecerse… y por eso me voy,  a mis 81 años  no quiero volver a ver lo que ya vi en mi juventud… y aquí hay ya tantos  locos como entonces.

                —   Pregunta.´¿Y España? ¿Cómo ve la España actual?

               —   Le pregunto lo de antes ¿y qué quiere que le diga? … Mal, muy mal… El Señor Suárez ha perdido el Norte y la situación política hasta da miedo…España está perdiendo otro tren… y… o se da UN GOLPE DE TIMÓN o esto se hunde… Hay que repristinar.

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                         Y era verdad. La situación política daba miedo… y la clase dirigente especulaba sobre soluciones posibles. Hasta el punto de que Madrid vivía una conspiración general, como señalaba la sibilina Pilar Urbano en una de sus crónicas de ABC: «Todos estamos conspirando»…aunque Emilio Romero, el maestro de todos, le completara y le dijera: «Sí, todos estamos conspirando, pero el primero que conspira, el número 1, es el Poder, que conspira sólo para mantenerse»… ¡Diablos, hay que inventarse cómo salimos de ésta!.  Y Alfonso Guerra remata en «Diario 16»: «Suárez está dispuesto a vender España por seguir en la Moncloa» (como el enfermo Sánchez, o éste  quizás más)…  ¡No habrá más remedio que emplear el bisturí!, dijo en un momento dado un Pablo Castellanos clarividente.

                     Y todo esto para decir lo que, seguramente, muchos españoles están pensando ya, viendo lo que la pareja Sánchez-Iglesias están haciendo con España, que aquí ya no hay más remedio que emplear el bisturí, para cortar por lo sano la gangrena. .. y como el bisturí tiene que vestir de uniforme habrá que buscar un general.  ¿Y dónde hay un general que esté dispuesto?, preguntaba con sorna Alfonso Osorio en el «Club Siglo XXI» una tarde de aquel otoño, tan parecido a éste, aunque sin mascarillas.

 

                                                                                              Julio MERINO
                                                Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.