24/11/2024 11:14
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Hace unos meses los independentistas catalanes, vascos y gallegos hicieron público un manifiesto que era toda una declaraciñon de insurrección y como no pasó nada, se envalentonaron, y, según fuentes republicanas, tienen ya preparado un ataque frontal, al menos en Cataluña, contra el Rey y contra la Monarquía, que lo harán estallar aprovechando que vienen el 11 de septiembre (la DIADA), el 1 y el 6 de octubre (referéndum y declaración unilateral de independencia) y las eleeciones que adelantarán… con miles de pancartas y un mensaje rotundo: NO TENEMOS REY Y NO QUEREMOS MONARQUÍA.

 Hace unos meses, justo cuano hicieron público el Manifiesto, yo escribí el comentario que hoy reproduzco en «El Correo de España» a sabiendas de  que desde sus orígenes está defendiendo la Unidad de España

,Miren ustedes, será legal y democrático, pero a los «españolitos» de a pie nos parece un hecho grave, grave no, gravísimo, el Manifiesto «independentista» que hicieron público representantes de ERC, EhBildu, BNG, CUP y JxCat. Tal vez porque es la primera vez que los independentistas catalanes, vascos y gallegos, unidos, se quitan la careta y lanzan su verdadero grito de independencia. «No tenemos Rey, ni queremos Rey»… «El Rey (naturalmente se refieren al Rey don Felipe VI) no es un interlocutor válido para nosotros, ni tiene la legitimidad de nuestros pueblos… No queremos al Rey que pronunció el discurso del 3 de octubre de 2017. ( 1 ). No queremos una Institución anacrónica ni heredera del franquismo cuyo objetivo es mantener e imponer la unidad de España»

¿Y cómo se puede dialogar partiendo de este «Manifiesto» y de la ruptura absoluta con España que reclaman? ¿Y cómo el actual Presidente del Gobierno puede pactar y sostenerse con la ayuda de los que quieren cambiar y romper con el Estado?

Pero, antes de seguir lean ustedes, por si no lo oyeron en directo y por la televisión del Gobierno el texto íntegro del Manifiesto:

«No tenemos Rey. Democracia, Libertad, Repúblicas.

Las fuerzas políticas independentistas, soberanistas y republicanas firmantes de esta declaración, queremos manifestar:

La Monarquía Española y su máximo exponente, el rey de España, no nos representa. La sociedad catalana, vasca y gallega rechazan mayoritariamente la figura de una institución anacrónica heredera de franquismo que se sustenta en el objetivo de mantener e imponer la unidad de España y sus leyes, negando así los derechos civiles, políticos y nacionales que asisten a las nuestra ciudadanía y nuestros pueblos.

En el camino democrático hacia la libertad que aspiramos, el Rey no es un interlocutor válido para nosotrosNi tiene la legitimidad de nuestros pueblos, ni le reconocemos ninguna función política. Menos aún cuando su papel para con nuestras naciones no ha sido otro que el de intentar imponer proyectos y valores antidemocráticos, como quedó demostrado en el discurso autoritario pronunciado el 3 de octubre.

La Monarquía Española es un estamento que no responde a los valores republicanos de libertad, igualdad y democracia que tanto los ciudadanos de nuestros pueblos como las mayorías sociales del estado anhelan. Una democracia real sólo será posible desde la ruptura con la herencia, las bases y valores que representa el Rey y su figura. Por ello, consideramos que el rey y la Monarquía deben dejar de ejercer su tutela sobre la ciudadanía y sobre los gobiernos y parlamentos que de la voluntad popular emanan. Sólo así se podrá dar curso a soluciones basadas en el respeto a la voluntad popular, la libertad y la democracia.»

Les aseguro que si don Manuel Azaña, hubiese sido el  Presidente del Gobierno actual los señores que leyeron el Manifiesto (y para más inri lo leyeron ante las mismas puertas de las Cortes españolas) a estas alturas estarían ya en el buque-prisión «Uruguay», aquel que dio cobijo al Presidente Companys y su Gobierno y 2.500 radicales independentistas cuando en 1934 proclamaron el «Estat Catala»: «Catalanes: En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el ESTADO CATALÁN de la República Federal Española y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña, el Gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica.»

Por menos Azaña se inventó la «Ley de Defensa de la Republica», cerró más de 100 periódicos y metió en la cárcel a todo el que hiciera «Apología» de la Monarquía: «se consideran actos de agresión a la República los que inciten a resistir o a desobedecer las leyes o las disposiciones legitimas de la autoridad… Asimismo se considerarán actos de agresión a la República la difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público, toda acción o expresión que redunde el menosprecio de las Instituciones del Estado y el uso del emblema, insignia o distintivos abusivos.

En su artículo 2º establecía que «los autores materiales o los inductores de los actos de apología podrán ser confinados o extrañados o multados hasta la cuantía máxima de 10.000 pesetas  y confería al Ministro de la gobernación la facultad para suspender la reuniones o manifestaciones públicas de carácter político, religioso o social, cuando por las circunstancias de su convocatoria sea presumible que su celebración pueda perturbar la paz pública. También le daba el poder de cerrar o clausurar todas las publicaciones que directa o indirectamente hicieran apología del monarquismo o fuesen contra la República.

¡Ojo!…y esta ley la sacó Azaña por Decreto e incluso antes de que se aprobara la Constitución de 1931… Y es que los Estados, por muy democráticos que sean o quieran serlo, tienen que defenderse de sus enemigos, externos o internos… Claro que, la situación que vive ahora mismo España es bien distinta. En teoría es un Estado democrático, pero ¿qué Democracia puede ser la que se pone en manos de los que quieren romper con el Estado y con la unidad de sus territorios? ¿Y qué Democracia puede haber cuando el Presidente del Gobierno está dispuesto a vender España por parcelas por mantenerse en el Poder y en la Moncloa?

Por tanto, aquí ya no hay más remedio que tomar decisiones firmes y contundentes para dejarles claro a los independentistas que por ese camino sólo podrán ir al Buque-prisión «Uruguay» como lo fueron sus antepasados. O sea –como decía Pedro J. Ramírez– que aquí está haciendo falta ya un sargento de hierro al estilo de Roma.

Porque, y ya está claro, con violencia o sin violencia lo que estos señores intentan hacer es un clarísimo Golpe de Estado… ¡y mucho más grave que aquel del «23-F» del que ahora van a cumplirse 39 años1

Y me complace reproducir el patriótico discurso que pronunció SM el Rey, Don Felipe VI, el 3 de octubre del año 2017… aunque me gustaría saber, por lo que se avecina, si SM sigue pensando igual o no.

                                                   

(1)                Texto del discurso pronunciado por SM el  Rey Don Felipe el 3 de octubre del 2017:

«Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada −ilegalmente−la independencia de Cataluña

Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno.

Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña.

Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando ─desgraciadamente─ a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada.

Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España.

En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común.

Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.

Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a los catalanes.

A los ciudadanos de Cataluña –a todos− quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos.

Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.

Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza.

Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña.

Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España»

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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