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Cuando el 7 de enero de 1967 el cardenal Gregorio Modrego y Casaus fue sustituido en le cargo de Arzobispo de Barcelona por Marcelo González Martín, el incipiente nacionalismo catalán antifranquista, encabezado por el historiador Josep Benet y Jordi Pujo, iniciaron una campaña en el cual pedían que se nombrara obispos catalanes en todas las diócesis catalanas.

Hasta ese momento, según el concordato entre la Santa Sede y España, el nombramiento de obispos estaba sujeto al derecho de representación. Es decir, como jefe del estado, Francisco Franco presentaba las candidaturas y el Vaticano daba el plácet. La campaña nacionalista tuvo como slogan “Volem bisbes Catalans!” (Queremos obispos catalanes). No era una campaña contra Marcelo González -arzobispo progresista que estuvo en el Concilio Vaticano II- ni contra Modrego, vinculado al franquismo y de origen aragonés. Era una campaña contra la acumulación de poder de Franco.

Al final la campaña dio sus frutos. Se puede decir que se salieron con la suya. En 1971 el Vaticano nombró al cardenal Marcelo González Arzobispo de Toledo y Primado de España. Era una manera muy diplomática de sofocar aquel conflicto, en el cual estuvo implicado parte de la curia catalana, progresista y nacionalista. Los ánimos se calmaron al ser nombrado, como sustituto de González, el catalán Narcís Jubany Arnau. Con lo cual se puede asegurar que la corriente opositora nacionalista catalana, en aquella ocasión y entras, salió ganado.

Todo ese movimiento nacionalista lo vivió Gregorio Modrego, el cual falleció en Barcelona el 16 de enero de 1972. Nacido en El Buste (Zaragoza), el 17 de noviembre de 1890, paso por el seminario de Tarazona y ordenado sacerdote en 1914. Posteriormente siguió sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma. En junio de 1936 lo nombraron obispo auxiliar de la archidiócesis de Toledo y obispo auxiliar de Aezami (anatolia occidental Turquía).

En aquella época era arzobispo de Barcelona el cardenal Manuel Irurita Almandoz. Sobrevivió al inicio de la guerra civil. Por el peligro que corría su vida se escondió en la casa de Antonio Tort, en la calle del Call número 17 de Barcelona. Ahí estuvo hasta que lo descubrieron, aunque alunas fuentes apuntan que le anarcosindicalista Manuel Escorza del Val siempre supo que estaba ahí. Decidió detenerlo cuando vio que no le servía de nada mantenerlo vivo. De ahí fue trasladado a la cheka de San Elías. Fue fusilado el 3 de diciembre de 1936 en el cementerio de Montcada y Reixach.

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Aún hoy existe una controversia instigada por un sector catalanista sobre la muerte del obispo Irurita. El tema es claro, en 1959 se inició su proceso de beatificación. Este aún esta abierto, porque algunos no aceptan que Irurita fuera beato antes del cardenal Vidal i Barraquer. Por eso dijeron que lo habían visto por Barcelona después de la guerra civil, que aún estaba vivo, que no lo fusilaron y toda una serie de falsedades para desprestigiar su figura. El obispo Irurita está enterrado en la capilla del Cristo de Lepanto de la Catedral de Barcelona. Se comparó su ADN con familiares directos y se llegó a la conclusión que aquel cuerpo era, en un 99,9%, el del Obispo. Más claro no podía ser el dictamen.

Por todo esto que acabamos de decir, una vez finalizada la guerra civil, la sede de Barcelona quedó sin arzobispo, hasta que en 1942 se nombró a Gregorio Modrego. De 1940 a 1942 fue Comisario Apostólico de la Bula de la Santa Cruzada. A título personal no fue nombrado arzobispo hasta 1952. Es decir, todo el proceso de normalización de la sede de Barcelona tardó 10 años en llevarse a cabo, en gran medida por las falsedades comentadas anteriormente.

El año que fue nombrado, a titulo personal arzobispo, presidió el XXXV Congreso Eucarístico Internacional. El Congreso se celebró del 27 de mayo al 1 de junio de 1952, bajo el lema “La Eucaristía y la Paz”. Participaron 77 países, 300.000 congresistas, 12 cardenales, 302 arzobispos, obispos, abades, y 15.000 sacerdotes, religiosos y seminaristas. Al Congreso asistió Franco.

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El Congreso supuso la edificación de un nuevo barrio, en el distrito de San Andrés, proyectado por Josep Soteras, Carles Marqués y Antonio Pineda. Se construyeron 3.000 viviendas, 300 locales comerciales, una iglesia y diversos servicios y equipamientos escolares, deportivos y culturales. Este barrio se conoce como Congreso.

La misa de clausura la celebró el cardenal Federico Tedeschini. Con respecto a este cardenal e Irurita hay la siguiente anécdota. Hubo un momento que entre el episcopado español había un general descontento sobre el nuncio Tedeschini, por motivos algo más que serios. Pero nadie rechistaba. El doctor Irurita, en su primera visita a Pío XI, le dijo: “Santo Padre: soy español y navarro y por lo mismo amantísimo de la verdad y la verdad reclama que les informe”. El doctor Irurita manifestó lo que era obligación decir. En su paso por Barcelona, con motivo del Congreso Eucarístico Internacional en Buenos Aires, por el legado pontificio, cardenal Pacelli, coincidiendo el nuncio Tedeschini y el doctor Irurita. Al encontrarse, Tedeschini le dijo: “Así, señor Obispo, que español y navarro…”. Y el doctor Irurita, con su fortaleza, le replicó: “Sí, Señor nuncio, español y navarro. Y además pelotari”.

Modrego se enfrentó a las Juventudes Obreras Cristianas, sin que su apoyo a Acción Católica le permitiera contrarrestar el arraigo de las comunidades de base entre la población inmigrante que se asentaba en las poblaciones inmigrantes. Cuando se retiró recibió la sede titular de Mons in Numidia (Argelia). El primer arzobispo titular fue él. Actualmente lo es Geovane Luis da silva. El 11 de diciembre de 1970 renunció, siendo nombrado Arzobispo emérito de Barcelona, cargo que ocupó hasta su muerte, hoy hace 50 años.

Autor

César Alcalá