22/11/2024 01:41
Getting your Trinity Audio player ready...

La televisión, en todos los hogares españoles, era en blanco y negro. No encontramos en el año 1969. Los informativos dieron la noticia, un 16 de julio, que la quinta misión tripulada del Programa Apolo se dirigía a la Luna. El 20 de julio Jesús Hermida, para TVE, transmitía, en directo, como Neil Armstrong pisaba por primera vez la Luna y decía: “es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”. A partir de ese momento los fakes sobre que eso nunca había pasado circularon por todo el planeta, empezando por que aquello que se vio por televisión era un plató de Hollywood.

Aquel 16 de julio de 1969 el Apolo XI fue impulsado por un cohete Saturno V desde la plataforma LC 39A, el cual fue lanzado a las 13:32 UTC desde Cabo Kennedy (Florida). En su interior Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin Jr. Y Michel “Buzz” Collins. Armstrong piso la Luna el 21 de julio de 1962, a las 2:56 UTC, al sur del Mar de la tranquilidad. Los tres regresaron a la tierra el 24 de julio, en un perfecto amerizaje en aguas del océano Pacífico.

Ahora bien, la misión estuvo a punto de fracasar. El aterrizaje en la Luna se hizo con el módulo Águila. En su interior Armstrong y Aldrin. Este módulo tenía que desacoplarse del Columbia, en el cual estaba Collins. En el momento que Aldrin dio la orden para que se encendieran los motores, las cosas empezaron a no ir bien. ¿Qué ocurrió?

Se cortaron las comunicaciones entre la Tierra y los astronautas. Había fallado una antena de alta ganancia. Esta servía para que, desde el centro de control pudieran hablar con los dos astronautas y recibir datos del módulo Águila. Ese fallo impedía que se llevara a cabo un aterrizaje. La solución de la NASA fue oriental el módulo para conseguir reestablecer la comunicación. También utilizaron la transmisión que si llegaba correctamente de Collins. Así, desde la Tierra se le dio las instrucciones a collins y este las repetía a sus compañeros.

LEER MÁS:  La silenciada Memoria Histórica de un empeño superador de la Guerra Civil. Por Ismael Medina en el Diario Arriba el 31 de marzo de 1959

Resuelto un problema apareció otro. El módulo lunar se acercaba a la Luna a 6 metros por segundo, una velocidad demasiado rápida. Se debía ralentizar la caída para que, al tocar tierra, el impacto no fuera desastroso para los astronautas. De ocurrir algún problema grave no se les hubiera podido rescatar. Por si esto no fuera poco, en la pantalla de la computadora apareció el código 1202. Después de unos segundo sin saber qué significaba ese número, averiguaron que el ordenador sufría una sobrecarga de tareas. Eso sí, en ningún momento dejo de funcionar, sólo avisaba.

 

Aquella sobrecarga hizo que el módulo identificara unas coordenadas de aterrizaje en un lugar muy rocoso. Armstrong decidió conducir manualmente la nave para que el aterrizaje fuera en una zona más idónea. Esto significaba gastar más combustible del necesario. Si se producía una perdida superior de la necesaria de combustible, con toda probabilidad el módulo no podría volver a engancharse con el Columbia y los dos astronautas quedarían a su suerte en la superficie lunar. Todo esto ocurrió en un breve espacio de 13 minutos.

Finalmente Armstrong consiguió asentar la nave en la superficie lunar y, aunque en ese momento no lo sabía, tendrían combustible suficiente para acoplarse y regresar a la Tierra. Con todos los problemas superados y resueltos, Armstrong pudo afirmar: “Houston, aquí base Tranquilidad: el Águila ha aterrizado”.

 

Si bien ha pasado a la historia y fueron recibidos como héroes nacionales los astronautas, las realidad es que el éxito del Apolo XI se debió fundamentalmente a que detrás hubo 400.000 personas entre ingenieros, técnicos y científicos. Como muchas veces pasa, los héroes anónimos son los responsables de una gran proeza, como en este caso.

LEER MÁS:  Juan Manuel Cepeda en este programa nos habla de el porqué de la gran afiliación falangista a la División Azul

Como hemos dicho, el 24 de julio regresaron a la Tierra. Nuestra memoria colectiva recuerda a los tres astronautas pasean por las calles de Nueva York o Chicago en un automóvil descapotable y recibiendo el afecto de miles de personas. Ese recibimiento, en realidad, tardó un poco. Al llegar a la Tierra fueron aislados en una cuarentena de 3 semanas, como medida de seguridad.

De las 22 horas que estuvieron en la Luna, solo pisaron la superficie lunar 2 horas y 36 minutos. El resto se lo pasaron en el módulo Águila. Durante ese periodo de tiempo recogieron unos 22 kilos de piedras lunares para, posteriormente, analizarlas y saber la composición de la Luna. Aquella primera pisada de Armstrong en la superficie lunar se calcula que la vieron, por televisión 600 millones de personas.

Entre las muchas cosas que dejaron en la Luna, debemos recordar una placa en la que se podía leer: “Aquí los hombres del planeta Tierra pusieron por primera vez una pie en la Luna en julio de 1969. Vinimos en son de paz representando a toda la humanidad. Presidente de los Estados Unidos de América. Richard Nixon.”

Autor

César Alcalá