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Introducción 

El inicio del terrorista social organizado o pistolerismo anarcosindicalista debe situarse con la llegada de Alejandro Lerroux a Barcelona en 1901. El llamado lerrouxismo fue el catalizador de aquellos primeros atentados terroristas organizados y, de ese germen surgió lo que posteriormente se ha conocido como terrorismo social. El movimiento creado por Lerroux fue el que, en 1909, incitó al proletariado para que se levantara contra el poder establecido. Su consecuencia fue la Semana Trágica. Sin embargo, aunque Lerroux iniciara la estructuración del terrorismo organizado, el primer atentado propiamente dicho no se llevó a cabo hasta 1907, cuando Nicolás Salmerón, Francesc Cambó y Pedro Corominas fueron tiroteados. Lerroux implantó el germen del terrorismo organizado bajo la violencia y el terror; e intentó imponer unas ideas políticas con el pretexto de salvar al proletariado del jugo al cual estaba sometido, aunque esto provocara la ruina del comercio, de la industria y de la vida social de la ciudad. 

Periodo 1900 a 1909

En 1901 funcionaba en Barcelona un grupo anarquista llamado La huelga general revolucionaria; grupo editor del periódico El Libertario y de una serie de folletos anarquistas que redactaban José Prats y Anselmo Lorenzo. En febrero de 1902, y debido a los manejos de este grupo, estalló en Barcelona la primera huelga general, con la que tuvo lugar el primer atentado terrorista, que se llevó a cabo gracias al material preparado por José Solá, dependiente de farmacia. Este preparó unos cartuchos de fuego griego -mezcla de cal viva y petróleo-, de los cuales se sirvieron Amadeo Lluan y José Nin Font, para incendiar una fábrica de camas torneadas. El motivo era que los dependientes no se habían querido adherirse a la huelga.

Entre 1902 a 1903 aparece en Barcelona un comité antimilitarista, creado al calor del Centro de Estudios Sociales, del cual formaban parte: Francisco Miranda como presidente, Jesús Navarro como vicepresidente, Juan Rull como secretario, Pedro Soteras como vicesecretario, y Amadeo Lluan, José Elías y Enrique Campmany como vocales. El comité se hallaba instalado en la calle Riereta, número 3, centro primero de la Sociedad de tranviarios y local después del Centro de Estudios Sociales. El Comité antimilitarista de Barcelona se relacionó con otros comités creados en Europa. Con el que tuvo más relación fue con el francés, sobre todo el creado en París. Este entendimiento hizo que, a finales de 1903 un desertor francés conocido por el nombre de Mauricio Bernardón, entrara a trabajar en un taller de pirotecnia que existía cerca de la Plaza de Toros de las Arenas de Barcelona. Con el tiempo, Mauricio Bernardón fue procesado y preso a causa de unos pasquines antimilitaristas, obra suya, que un día aparecieron fijados en las esquinas de las principales calles de Barcelona. Y estando Mauricio Bernardón en la cárcel, empezaron los atentados terroristas con bombas.

La primera estalló el 10 de septiembre de 1904 en el Palacio de Justicia y la segunda poco después en la calle Fernando de Barcelona. La del Palacio de Justicia fue preparada por Francisco Miranda y recogida, en la Rambla de las Flores, por Alfredo Picoret. Por lo que respecta a la bomba de la calle Fernando, Francisco Miranda y Enrique Pujol pidieron a Alfredo Picoret que éste, como empleado del Ayuntamiento de Barcelona, colocase esa bomba en el salón de sesiones y en día de sesión. El proyecto se abandonó por su peligrosidad. Picoret era el único trabajador del Ayuntamiento de Barcelona que era anarquista, por consiguiente, las miradas estarían puestas sobre él y difícilmente podría llevar a buen término la instalación de la bomba. A pesar de todo, los anarquistas tenían la bomba en sus manos y debían hacerla estallar como fuera. Enrique Pujol y un anarquista italiano llamado Virgili convinieron que este último, disfrazado de pobre, y llevando la bomba en una cesta, la dejaría en el portal del Palacio Episcopal.

No pudieron llevar a cabo su proyecto como consecuencia de la vigilancia llevada a cabo por los empleados del Palacio y por el gran número de personas que deambulaban por los alrededores. Volvieron a cambiar de planes. Se pensó en entregársela a un empleado del Ayuntamiento para que ahí hiciera explosión. Así lo hicieron. Virgili le entregó la cesta a Llupiá, empleado del Ayuntamiento. Por desgracia la bomba estalló en al momento de ser entregada y murieron los dos.

En 1904 se creó un nuevo grupo anarquista conocido como Juventud Libertaria. Dicho grupo estaba formado Francisco Miranda, Alfredo Picoret, Serra, Pujol, Tosas, Joaquín Corominas y Pedro Bernadas. El 17 de noviembre de 1904 estalló una bomba en la confluencia de las calles Fernando con la plaza de San Jaime de Barcelona, una bomba que sólo ocasionó desperfectos en el mobiliario público.

En 1905 se produce un cambio en los atentados terroristas perpetrados en Barcelona. Sí, hasta ese momento sólo los anarquistas atentaron contra las instituciones, a partir de este año debemos agruparlos en dos grupos: los realizados por los anarquistas y los realizados por los lerrouxistas.

La presión policial, represiva contra los anarquistas, hizo que Serra y Picoret hablaran más de la cuenta y contaran lo de las bombas. Al percatarse Francisco Miranda de la traición, se apresuró a hacerles cambiar la declaración. Es decir, que variaran el informe policial que habían hecho y lo modificaran por otro más favorable para ellos. Serra se avino a ello, y dijo que las primeras declaraciones le habían sido arrancadas violentamente por el juez Moreno García Navarro. Picoret se negó a declarar tal cosa, pero las presiones de sus compañeros anarquistas, e incluso, de su familia, hizo que aceptara en ser declarado loco. En conclusión, la prensa anarquista se hizo eco de las declaraciones de Serra, contra el juez Moreno García Navarro. Atacaron de tal manera este juez que, finalmente, los inculpados por las bombas del Coll, fueron indultados y no hubo condena por aquel delito.

El 5 de septiembre de 1905 a las 12,30 horas de la tarde, estalló una bomba en la Rambla de las Flores de Barcelona. Murieron dos floristas, las hermanas Rosa y Pepita Rafart.

El 24 de diciembre de 1906 hizo explosión en la Rambla de las Flores de Barcelona una bomba, causando estragos. La policía, después de recoger los casquillos que quedaron dispersos por el lugar, pudo reconstruir el recipiente y encontró, grabado en seco, un marchamo que decía Grupo Siempreviva de Manresa. Este grupo, de carácter anarquista, estaba formado por Martín Rodañez de Paz, Gervasio Casadesús y Moisés Pascual. Los autores del atentado terrorista no fueron perseguidos por la policía. Esto provocó que la vida ciudadana quedara perturbada ante los atentados terroristas, cada vez mayores, y ante el temor de poder sufrir o padecer en alguno de ellos. La impunidad que disfrutaron los anarquistas, durante este período, fue el embrión del levantamiento popular durante la Semana Trágica de Barcelona.

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El 8 de abril de 1907 se produjeron varias explosiones en el Llano de la Boquera de Barcelona y en el Salón de San Juan. Las bombas causaron grandes desgracias. Se culpabilizó y juzgó a Juan Rull.

El 19 de abril de 1907 se atentó contra Francesc Cambó, Nicolás Salmerón y Pedro Corominas cuando se dirigían en coche para tomar parte en un mitin electoral. Al pasar por la calle Cruz Cubierta un grupo empezó a disparar contra el coche, hiriendo a Cambó.

El gobernador civil de Barcelona, Ángel Ossorio y Gallardo, y el jefe de policía de Barcelona, Enrique Díaz Guijarro, insertaron en la prensa barcelonesa un documento por el cual se ofrecían 100.000 pesetas a los que descubriesen los autores de todos los atentados terroristas o anarquistas cometidos en Barcelona desde 1904 hasta 1907. El documento no tuvo el efecto deseado pues, no sólo continuó el terrorismo, sino que no se procesó a nadie por aquellos incidentes

Periodo 1910 a 1916

 

Entramos en un periodo que desencadenaría en una auténtica ofensiva contra todo aquello que no respondiera al pensamiento de los anarcosindicalistas. Eso es, fueron perseguidos republicanos, católicos y catalanistas. Por ejemplo, si un acto catalanista era finalizado con una sardana o se enarbolaba una bandera catalana, se corría el riesgo que grupos lerrouxistas finalizaran el acto sangrientamente. Los católicos no podían celebrar misas fuera de las Iglesias, pues corrían el mismo riesgo de ser asesinados o heridos. Los lerrouxistas se llamaron a sí mismos los amos de la calle, y bajo esta proclama inundaron la ciudad de terror.

El primero de julio de 1910 es herido un obrero en la calle Castillejos de Barcelona. A lo largo del mes de julio se contabilizaron ocho atentados sociales en Barcelona, en los cuales no resultó nadie herido ni muerto, sólo hubo desperfectos en el mobiliario urbano. De agosto a diciembre se producen 48 atentados sociales. En ellos resultó muerto un guardia de seguridad, un obrero de los talleres del sindicato Nacional Agrícola y Evaristo Prat, encargado de la casa Ciervo de Barcelona. Resultó herido Ernesto Pous, gerente de la Maquinista Terrestre y Marítima; Guillermo Ventura, encargado de la Maquinista; Mariano Ramonet, encargado de taller; 2 escribientes de la casa Rivière y 31 obreros.

En 1911 se contabilizan en Barcelona 30 atentados sociales. Murió asesinado Francisco Bartrina, obrero carretero; herido un guardia de seguridad; Eloy Detouche, patrono metalúrgico; Jaime Manuel Torres, patrono carretero; Gabriel Aixalá, patrono carretero; y 19 obreros.

En 1912 se contabilizan 30 atentados sociales. Murió asesinado Carlos Bargalló, fabricante de aprestos; Joaquín Adelantado, obrero; y la hija de un guardia de seguridad, de dos años, que murió como consecuencia de las balas que atentaron contra su padre. Fueron heridos 10 obreros; el patrono de aprestos Puntí; el fabricante Bohigas; y Pedro Solá, patrono tintorero.

En 1913 se contabilizan 23 atentados sociales. El 2 de abril es herido Benigno Calich, patrono cerrajero. El 16 de mayo es herido Mauricio Nulles, patrono cestero. A estos hay que añadir 19 obreros heridos a lo largo del año. El 4 de diciembre es asesinado Camilo Piqué, obrero del ramo del agua, en las inmediaciones del barrio de San Andrés del Palomar. Camilo Pique era el presidente del Sindicato Católico de obreros.

En 1914 se incrementaron los atentados sociales, ascendiendo el número a 69. Gran parte de los atentados se produjeron durante la huelga de carreteros y carpinteros. Entre los asesinados encontramos a Jaime Sabanés; Jaime Farré; Magín Durán, patrono; y dos obreros carreteros asesinados a puñaladas. Entre los heridos destacamos Pablo Seguí, patrono; y José Masdeu, hijo de un patrono carretero.

En 1915 se contabilizaron 15 atentados sociales. La disminución es debida a la I Guerra Mundial. La crisis general del trabajo atenuó las acciones terroristas en Barcelona.

En 1916 vuelve a ascender el número de atentados sociales a 64. La causa fue el auge en la industria. Hay que destacar las huelgas provocadas por panaderos, metalúrgicos y albañiles. En marzo y diciembre se decreta huelga general por 24 horas. En estos atentados murió Emilio Blanes, obrero fundidor; Antonio Borrás, obrero panadero; Estanislao Batlle, obrero albañil; Lorenzo Casas, contramaestre; el encargado de la fabrica Luis Argemí; Francisco Prat, encargado; José Mayor, director de la fábrica Serra y Balet; Rafael Reig, hijo de un patrono lampista fue asesinado al abrirle la cabeza a martillazos. Resultaron heridos 22 obreros; tres agentes de la autoridad; Concepción Lara; Pedro Luña, patrono fundidor; Raimundo Oliva, contratista de obras; Juan Vilella, patrono vidriero; Vicente Brazos, hermano de un contratista de obras. 

Periodo 1917 a 1923 

El 11 de enero de 1917 murió el ebanista Ramón Ferrer, siendo heridos dos compañeros suyos. En abril se atentó contra el Fomento del Trabajo Nacional. En mayo es herido el contramaestre Juan Bosch. Un explosivo estalló en los talleres del diario La Publicidad. El 30 de mayo es herido el obrero Francisco Roigé. El 9 de junio tirotean despiadadamente al obrero José Climent, presidente de la Sociedad de obreros fumistas, porque se niega a adherir su sociedad al Sindicato Único. El 15 de junio es herido el patrono Miguel Mallovera. En julio resulta asesinado el contratista de obras Antonio Segarra. En agosto la UGT y la CNT declararon la huelga general revolucionaria. Como consecuencia de la misma mueren 32 personas y 64 resultan heridas. Entre los muertos debemos destacar un guardia civil, un guardia de seguridad, dos soldados y un capitán del ejército. Los hechos producidos durante la huelga de agosto provocaron que se declarara el estado de guerra y que se clausuraran los centros obreros y republicanos de Barcelona. En octubre muere asesinado el patrono Juan Tapias y el contramaestre Antonio López. En noviembre es asesinado un obrero en la calle Poniente. Asimismo son heridos los hermanos Trinchet. Y en diciembre se suman siete obreros más, heridos en atentados terroristas.

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En 1918 la cifra ascendió a 87 atentados sociales. A consecuencia de los mismos pierden la vida 11 personas, entre encargados y obreros, siendo 43 los heridos. En marzo se organiza el saqueo de tiendas de comestibles, que dura varios días. Esta circunstancia hace que se piense que Barcelona está en estado de guerra. Durante ese mes es asesinado Antonio Barret, profesor de la Escuela Industrial, por un grupo anarco-terrorista.

En septiembre es asesinado el obrero Francisco Viscolari. En octubre el encargado Juan Aragay es baleado. Ese mismo mes de octubre muere el patrono José Blanas y es asesinado uno de sus obreros. Durante el mes de noviembre es asesinado en Terrassa el obrero Lorenzo Flyner; el patrono metalúrgico Pedro Mañach es herido en su propio taller; mientras salían de la fundición Girona los obreros, se produjo un tiroteo en el cual fueron asesinados dos obreros y uno quedó herido. El motivo de ese tiroteo era que dichos obreros no habían secundado la huelga. En diciembre es asesinado el patrono Federico Llach; el patrono ebanista Llardent sufre un atentado a la salida del cine, muriendo su hijo al interponerse entre su padre y los pistoleros; es asesinado el encargado Mariano Villarroya, hiriendo a su sobrino Antonio Aymerich. Y finalmente, en Badalona se produce un enfrentamiento entre obreros y la guardia civil, con el resultado de varios muertos y heridos.

El 19 de julio de 1919 fue asesinado por los pistoleros de la patronal el militante sindicalista Pablo Sabater, el Tero. En venganza a esa muerte fue asesinado el ex-comisario Manuel Bravo Portillo, 5 de septiembre de 1919, en la calle Santa Tecla del barrio de Gracia de Barcelona, en manos de miembros del Sindicato Único.

De 1917 a 1920 se contabilizaron 809 atentados sociales. En 1921 hubo 249. No sólo Barcelona sufrió el rigor de los sindicalistas, ciudades industriales como Terrassa, Sabadell, Reus, Mataró y Badalona, sufrieron la plaga sindicalista. En Barcelona, durante el año 1921, murieron 18 personas, entre patronos, encargados y agentes de la autoridad; siendo heridas 38 personas. Entre los obreros la cifra se dispara a 82 muertos y 101 heridos. Asimismo hay que apuntar que fueron heridos 18 miembros del Sindicato Libre y 13 fueron muertos. De los 49 muertos y 21 heridos del Sindicato Rojo, la gran mayoría fueron muertos o heridos en colisiones con las fuerzas de la autoridad o en manos de sindicatos contrarios.

En 1921 apareció en Barcelona el atraco de los sindicalistas. El motivo era la escasez de dinero de esos sindicatos y la clausura de los Sindicatos Únicos. Por lo cual no se dudó en atracar a personas o comercios para recaudar fondos. El 23 de abril de 1922 fue tiroteado Juan Vidal y Ribas, hermano de uno de los jefes del Somatén de Barcelona. El 25 de abril fue asesinado un taxista. Le fue robado el coche, el cual lo utilizaron como coche bomba. La explosión tenía que producirse en el Paseo de Gracia de Barcelona, durante una concentración del Somatén. El coche no llegó a estallar. En mayo de 1922 explotó el taller donde se preparaban las bombas, situado en la calle Toledo, en el barrio de Sants de Barcelona. Causó 5 muertos y 3 heridos.

Durante el año 1922 la criminalidad social desciende sensiblemente. En total hubo 68 atentados sociales. Las víctimas barcelonesas del año 1922 son: 1 patrón; 2 agentes de la autoridad; 8 obreros; 6 miembros del Sindicato Libre; y 5 de otros sindicatos. Resultaron heridas 46 personas. Uno de los hechos más destacados fue el llamado atraco del Pueblo Nuevo. Varios obreros armados hicieron parar el tren donde iba el pagador de la compañía de Ferrocarriles Catalanes. Los atracadores se apoderaron de 250.000 pesetas y asesinaron a un obrero que opuso resistencia. Por lo que se refiere a los atracadores, un soldado disparó contra José Quero, antiguo miembro del Sindicato Único, muriendo como consecuencia de las heridas. El 19 de septiembre se intentó perpetrar un nuevo atraco. En esta ocasión contra la Caja de Ahorros situada en la calle Ciudad de Barcelona. El atraco quedó frustrado. El 24 de octubre se atentó contra Martínez Ariño, resultando este ileso pero, muriendo un agente de la policía y dos pistoleros.

Con la caída del Gobierno de José Sánchez Guerra, 7 de diciembre de 1922, y la elección de Manuel García Prieto como nuevo jefe del ejecutivo, el llamado terrorismo social se acentuó. Fue escogido ministro de la Guerra Niceto Alcalá Zamora. Este gobierno, con algunas modificaciones, estuvo en el poder hasta el 13 de septiembre de 1923, momento en el cual el directorio militar provisional de Miguel Primo de Rivera instauró la dictadura.

El 10 de marzo de 1923 fue asesinado Salvador Seguí, el noi del sucre, máximo dirigente del sindicalismo catalán y Francisco Comas, Perona o Perones, un obrero vidriero. Ambos sindicalistas fueron asesinados por Inocencio Feced, miembro del Sindicato Libre.

El 13 de septiembre de 1923 se instauró la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Durante esta Barcelona se vio libre del terrorismo social. Primo de Rivera formó un directorio militar con la misión de establecer el orden público. Suspendió el régimen constitucional; estableció la censura y prohibió todos los partidos políticos y sindicales. Con la República, 14 de abril de 1931, el terrorismo social anarcosindicalista volvió a adueñarse de la Ciudad Condal.

Autor

César Alcalá