Este año termina dejándonos el sabor amargo de la tragedia con centenares de muertos y la región levantina devastada por una impetuosa riada. Con el corazón encogido y lágrimas en los ojos elevamos nuestra mirada al cielo para rogar a Dios por a las víctimas de la inmisericorde Dana y la apertura misteriosa de presas sin avisar.
Padre Eterno, te pedimos que derrames sobre estos tus hijos la luz inextinguible, cólmales de tu paz y a los que aquí quedaron heridos por la daga de este siniestro infortunio, concédeles el consuelo que solo de Ti puede venir, pon delante de sus ojos un horizonte de esperanzas y ayúdales a recuperar pronto la alegría de vivir, porque el ritmo del universo no se detiene y por grande que haya sido la desgracia, hay que seguir luchando para ganarnos la vida día a día igual que nos ganamos el pan con el sudor de nuestra frente.
El año se despide dejando dolorida nuestra alma y con el eterno interrogante pendiente sin resolver ¿por qué han de suceder cosas así? Una pregunta que se vienen haciendo las generaciones que nos precedieron y lo seguirán haciendo las que nos sucedan. La presencia del mal en el mundo ha sido y seguirá siendo para el hombre una incógnita, cuya revelación está por encima de la capacidad humana.
En la mentalidad moderna las desgracias como ésta de “La Dana” no tienen razón de ser, es algo meramente casual, que sucede en el marco de un mundo absurdo, carente de sentido y este convencimiento multiplica por dos nuestro dolor y nuestra angustia. Los pensadores clásicos griegos, aún sin encontrar una explicación al mal y al dolor, intuyeron que la casualidad no existe, sino que detrás de todo acontecimiento hay una razón desconocida por los hombres, ya que el mundo para ellos no era un caos sino un cosmos bien armonizado, en que todo sucede dentro de un orden y tiene una razón de ser.
Esta concepción del clasicismo griego, no solamente tiene cabida en la cultura cristiana, sino que forma parte de su cosmogonía, hasta el punto de que el “providencialismo” es una pieza esencial para poder llegar entender el por qué existe el mal y el dolor en el mundo. A la luz de la fe sabemos dos cosas fundamentales: una, que nada sucede sin el visto bueno de Dios. Otra, que Dios ama al hombre con amor infinito y siempre quiere lo mejor para él. Saber esto es saber que estamos en las mejores manos y esto debiera servirnos de consuelo. Complicado y duro para los santos fue aceptar y repetir mil veces “Cúmplase la voluntad de Dios” y al final son ellos los que han acabado teniendo razón. Es seguro que Dios tiene escondido un as en la manga
Los caminos de Dios son inescrutables y en este caso no podemos hacerle responsable de algo que ha sido fruto de nuestro desdén, negligencia y falta de previsión, como tampoco podemos culparle del deterioro de “la casa común”, que un día nos regaló con tanto cariño y nosotros la estamos convirtiendo en un vertedero inmundo.
Pese a todo, yo prefiero seguir soñando y volveré a dar la Bienvenida al Nuevo Año que comienza. Pediré al Señor del mundo y de la historia que el 2025 sea el año, no solo de la paz y la concordia universales, sino el año también de la restauración ecológica para que la naturaleza vuelva a ser ese reflejo esplendoroso de la divinidad, que nos hace temblar de asombro y de emoción.
Señor, por más que vaya siendo viejo, haz que mis ojos no se cansen nunca de contemplar la majestuosidad del mar, la altivez de la montaña, la placidez de la campiña, el fluido discurrir del riachuelo o el delicado encanto de las flores mecidas por el viento.
Que todos mis sentidos estén siempre abiertos a la belleza de la creación, salida de tus manos y sepan bendecirte por ello.
Quiero por fin pedirte que llenes de tu gozo y de tu paz a quienes lean estas líneas y concédeles también la gracia de poder disfrutar de muchas primaveras.
Autor
- Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo obtenido la máxima calificación de “Sobresaliente cum laude”. Catedrático de esta misma asignatura, actualmente jubilado. Ha simultaneado la docencia con trabajos de investigación, fruto de los cuales han sido la publicación de varios libros y numerosos artículos. Sigue comprometido con el mundo de la cultura a través de la publicación de sus escritos e impartiendo conferencias en foros de interés cultural, como puede ser el Ateneo de Madrid. Su próxima obra en la que lleva trabajando bastante tiempo será “El Humanismo cristiano en el contexto de una Antropología General".
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