12/05/2024 02:18
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Señora Calvo,

Ha dicho usted que la democracia tiene una deuda con el exilio y que su gobierno y del Doctor piensa hacer una ley al respecto. Esa afirmación solo revela una gran ignorancia sobre el exilio, sobre la democracia y hasta sobre las deudas.  Ello resulta muy preocupante en una persona con su responsabilidad y mando sobre los españoles, por lo que probaré a aclararle algunas cuestiones elementales.

 

1.a)El exilio se compuso de personas del Frente Popular, el cual fue una alianza de partidos sovietizantes (empezando por el PSOE) y separatistas:  ninguno de ellos democrático. b) El primer exilio, en buena parte empujado por las tropas en retirada, fue de medio millón de personas. Franco advirtió que quienes no tuvieran delitos de sangre podían volver, y volvieron casi inmediatamente más de dos tercios de esa cifra y otros más posteriormente. c) La mayor parte de los intelectuales que se exiliaron lo hicieron huyendo del Frente Popular, no de los nacionales, y en su mayoría volvieron pronto. d)  La minoría que permaneció en el exilio lo hizo por sus convicciones sovietizantes o separatistas, por tener delitos de sangre o –muy pocos–,  por simple aversión a los vencedores de la guerra.  Como puede ver, la democracia no debe nada al exilio.

 

  2.-Usted, con todo derecho, tiene sus opiniones sobre la guerra civil y el franquismo. Otros muchos, con el mismo derecho, tenemos opiniones distintas. Sin embargo hay una diferencia muy importante entre ustedes y nosotros, y no solo en cuanto a la veracidad de las versiones: ustedes intentan imponer las suyas rehuyendo el debate libre y democrático e imponiendo leyes de tipo soviético para silenciar y perseguir a los discrepantes. En otras palabras, ustedes su gobierno y su partido, no son demócratas, como no lo era el Frente Popular. La democracia, señora Calvo exige absolutamente la libertad de opinión, expresión investigación y cátedra que ustedes, abusando del poder, tratan de impedir. Y no es difícil saber por qué: porque saben que las versiones de su “memoria” no podrían sostenerse en un debate serio, y deben protegerse de él.

 

3.- Y vamos con las deudas: su partido las tiene inmensas, económicas y morales. Durante la guerra el PSOE organizó el robo sistemático a particulares, al patrimonio histórico y cultural, y hasta a los montes de piedad donde depositaban sus alhajas las gentes humildes. Parte de esos tesoros dieron lugar a la sórdida y repugnante disputa entre sus dirigentes Prieto y Negrín en el exilio y  sirvieron para que algunos vivieran a sus anchas y otros se corrompieran. Hablando de deudas, ¿no podría el PSOE tratar de devolver lo robado, o al menos reconocer públicamente el expolio? Y la otra gran deuda moral fue con los miles de personas que, siguiendo sus políticas, asesinaron, robaron e incendiaron a mansalva, ya desde bastante antes de la guerra. Esos seguidores de su partido fueron abandonados por sus jefes expoliadores y cayeron en manos de los nacionales, que ciertamente no iban a premiarles con medallas. Si fueron víctimas, fue precisamente de sus líderes.

 

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En fin, señora Calvo, no estaría de más que dejaran ustedes en paz a los muertos y al exilio. Tantos años después, las “memorias” interesadas debieran dejar paso a la  investigación y el debate intelectual. Pero ustedes se obstinan, por una parte, en impedir ese debate, y transformar la historia en “memoria” subjetiva, parcial  y subvencionada con dinero que no les pertenece; y por otra parte en utilizar la vieja sangre para reavivar los odios del pasado, de los que al parecer esperan obtener beneficios políticos. 

 

Por eso, para hacerles conscientes de sus responsabilidades,  le escribo esta carta. Hace poco envié al Doctor Sánchez un ejemplar de mi libro Por qué el Frente Popular perdió la guerra. Se lo recomiendo también a usted y al resto del gobierno. Quizá pudieran extraer de él alguna lección útil.

Autor

Pio Moa
Pio Moa
Nació en 1948, en Vigo. Participó en la oposición antifranquista dentro del PCE y el PCE(r)-Grapo. En 1977 fue expulsado de este último partido e inició un proceso de reflexión y crítica del marxismo. Ha escrito De un tiempo y de un país, sobre su experiencia como "revolucionario profesional" comunista.

En 1999 publicó Los orígenes de la guerra civil, que junto con Los personajes de la República vistos por ellos mismos El derrumbe de la República y la guerra civil conforman una trilogía que ha cambiado radicalmente las perspectivas sobre el primer tercio del siglo XX español. Continuó su labor con Los mitos de la guerra civil, Una historia chocante (sobre los nacionalismos periféricos), Años de hierro (sobre la época de 1939 a 1945), Viaje por la Vía de la Plata, Franco para antifranquistasLa quiebra de la historia progresista y otros títulos. En la actualidad colabora en ÑTV, Libertad DigitalEl Economista y Época.