Vale que tengamos una organización política que debamos respetar, mientras conseguimos ocasión favorable, aprovechando la técnica jurídica que para ello se emplee como adecuada, u otra que se cree, para cambiar la Constitución, porque de ella se vienen deduciendo con lógica implacable los principales males que hoy afectan a España, tanto en el orden moral como político, social y cultural. Y vale que seamos un pueblo pusilánime. Ahora bien, la rectificación de rumbo que necesita España no puede esperar más.
No puede esperar más ante un Gobierno que se mantiene con el apoyo de anti sistemas, separatistas violentos y ex terroristas de ETA. Que libera a los autores de la sublevación contra el orden político y social en Cataluña, condenados por el Tribunal Supremo. Que cercena la libertad de expresión y manifestación ordenando a la Policía cargar desproporcionadamente contra los manifestantes de Ferraz, e insta a los jueces condenar con penas de privación de libertad o multas de elevadísima cuantía a quienes confeccionaron y apalearon un muñeco, mientras apoya que las ofensas al Jefe del Estado no sean punibles…
La primera medida que se impone, es echar al tirano. Y hoy el tirano es el PSOE. Todo lo que no sea acabar con la tiranía socialista será subordinación. Echar al tirano, porque es el primer deber de todo pueblo, y, en este caso, el primer deber de España. La acusación es bien simple: usar el poder político en su beneficio, a consta de la deconstrucción de España a todos los niveles.
Con todo, no perdamos la perspectiva, porque un Gobierno, y no digamos nada si nos referimos a un solo hombre, no se cargan un Estado. Siendo esta aseveración una verdad incuestionable, enumeremos los principales problemas que debemos imputar al Estado en su conjunto…
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El impulso que, partiendo de la Constitución, se ha venido dando y garantizado al independentismo que quiere acabar con España.
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La prevención que las Fuerzas Armadas han obviado ante la más que probable toma democrática de Ceuta y Melilla por parte de la población marroquí, “caballo de troya” al que no se ha intimidado, siquiera con la celebración del Día de las Fuerzas Armadas en las citadas ciudades.
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La manipulación política del Poder Judicial (3º Poder del Estado).
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La nula respuesta de quienes deben velar por la verdad y la enseñanza de la Historia ante el atropello de la “ley de memoria histórica socialista”.
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La falta de una política migratoria acorde a nuestros intereses, a cuya inercia “buenista y alocada” se ha unido la Conferencia Episcopal, enfrentándose a la razón más elemental y al sentir de la inmensa mayoría de los españoles.
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Haber sometido y sostenido nuestro crecimiento económico, cada vez más alejado de los países de la UE, en una economía de servicios y en el sector inmobiliario, “ladrillo”, en detrimento de la producción industrial y agropecuaria, capacidad energética e inversión tecnológica, lo que hace que la deuda pública esté disparada y la renta per cápita muy por debajo de los países de nuestro entorno.
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Dejar a muchos de nuestros niños y jóvenes sin poder hablar el idioma oficial de su país, el “español”, y lastrar su futuro por las enormes deficiencias que han tenido en su formación y educación, dándose el mayor fracaso escolar de toda Europa.
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Que sigamos consintiendo la especulación de la vivienda (derecho y bien de primera necesidad convertido en artículo de lujo), el paro juvenil (a la cabeza de toda Europa) y la fuga de talento (500.000 jóvenes formados han abandonado en los últimos cinco años España).
¡Loas a lo de Ferraz, pero sin perder la perspectiva!
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