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El sistema educativo español goza de buena salud, en general, a pesar de los políticos y de los ignorantes cambios que lo manosean.
La España de las velocidades, con diecisiete sistemas educativos distintos, presenta tal cantidad de desigualdades que ni los docentes reconocen el sistema cuando salen de su comunidad. Y lo que puede parecer una opinión en este caso, llega el informe PISA y lo confirma. No hay más que echar un vistazo al último publicado y comprobar que no es lo mismo estudiar en una comunidad que en otra. Hay cuestiones en las que las diferencias son abismales, de ahí que sean tremendamente preocupantes.
Un buen día lee uno en la prensa que «España es el país de la OCDE con más repetidores en la ESO y con un porcentaje de ‘ninis’ del 22%» Lo cierto es que, como docente de larga trayectoria, me sorprenden ambos datos, pero compruebo que es así. Hablamos de España y de la media. Si lo individualizamos por CC.AA. constatamos que también aquí hay diferencias de unas a otras. En el ámbito estatal, el contraste se vuelve a dar en las diferentes materias que evalúa PISA.
Con respecto a la repetición de curso, el último informe es de 2018 y los datos muestran que son los tres primeros cursos de ESO los que registran la mayor tasa de repetición. Y llama la atención la diferencia entre etapas: Mientras que en 6º de Primaria es un 3% de alumnado de la Pública el que repite, en el curso siguiente (1º de ESO) el porcentaje no es que se doble, es que se cuadruplica.
En cuanto al género, son los alumnos los que repiten en secundaria más que las alumnas. Ese dato es constante en todos los cursos de secundaria. Y es 1º de ESO el que se lleva la palma: mientras que las chicas repiten un 7,6%, los chicos lo hacen en un 11,7%. Por CC.AA. las diferencias son enormes en cuanto a la repetición del alumnado.
No es ninguna novedad decir que el sistema educativo tiene buena salud en casi todas comunidades autónomas, pero con grandes diferencias como venimos indicando. Sorprende, por grato y evolucionado, el dato de lo que sucede con las ciencias y las matemáticas, con las que tanta guerra han dado los políticos, haciendo gala de su ignorancia educativa y metiéndose en charcos cada vez más sucios. Se suele decir que el atrevimiento es el incentivo del ignorante y doy fe de que así es.
Contrariamente a lo que decía «Hundidas Podemos» y el PSOE, las matemáticas no precisan tratamiento de género ni gaitas mondongueras en las que esas dos formaciones pretenden despilfarrar recursos públicos con sectarias intenciones y de forma innecesaria. Se ciegan con la universidad sin alcanzar a ver que todo se gesta más abajo y los grandes cambios llegan desde los niveles inferiores.
¿Qué pasa con la puntuación de las matemáticas? Veamos: Los estudiantes de 15 años de Castilla y León, que participaron en el último estudio realizado por la OCDE, obtuvieron 502 puntos en competencia matemática, un punto menos que los estudiantes navarros. La media de España en «mates» fue de 481 puntos. Al menos dos comunidades obtuvieron una puntuación superior, incluso, a los países de la OCDE (489) y al total de la Unión Europea (494).
Y como el toque de género parece «modernizar» los estudios e informes nacionales y supranacionales, hay que constatar que –siempre según PISA2018—las alumnas de varias comunidades autónomas (en la mía, también) rinden igual o mejor que los chicos españoles, los de la OCDE y los de la UE. Si bien los chicos rendían mejor en ciencias y en matemáticas, hace tiempo que algunas CC.AA. revirtieron ese dato y las adolescentes obtienen ya mejores notas en ciencias que los muchachos de otros países. Incluso, el porcentaje de mujeres lleva unos años aumentando en las tradicionales carreras de ciencias donde los chicos eran mayoría abrumadora.
No son datos cocinados como las panfletarias encuestas de Tezanos, especiales para el PSOE y para su señorito. No hay dato reseñado que no aparezca en PISA 2018 o en el Informe sobre el Sistema Estatal de Indicadores de la Educación de 2019. Por cierto, comparto con la exministra Isabel Celaá la afirmación de que «la LOMCE incrementó la repetición”; se debió a la mayor exigencia y al esfuerzo que introdujo en sus objetivos específicos. De igual modo digo que con la LOMLOE no será necesario estudiar ni sacrificarse en exceso porque parece que lo de promocionar y titular se generalizará: varias comunidades no «tragarán» con cuanto se plasma en la nueva ley que ya nace muerta.
A ver si es que ahora van a sobrar el profesorado, las evaluaciones y la asistencia a clase. Leyendo la LOMLOE se acentúa mi preocupación como docente, además del aburrimiento en su lectura con la repetición innecesaria y analfabeta de los dos géneros en todas páginas y, en alguna, de forma malsonante por reiterativa.
Por mucho que manoseen el sistema educativo, el profesorado seguirá actuando como muro de garantía y calidad educativa, a pesar de los ignorantes, mediocres y parasitarios políticos que sólo ven en la educación su ridículo lucimiento.
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