30/01/2025 22:03

Aunque cada vez es más difícil en una España extremadamente polarizada debido a la acción de gobierno esencialmente guerracivilista llevada a cabo por un psicópata como Pedro Sánchez, lo cierto es que sigo manteniendo un reducido grupo de amigos que, a pesar de los pesares, continúan militando en las filas de la izquierda política. Aunque ideológicamente afines, es éste un grupo variopinto, ya que está constituido por personas no solo con distintos quehaceres laborales, sino también con muy diferentes motivaciones e inquietudes. Sin embargo a pesar de su heterogeneidad, curiosamente todos los integrantes del grupo coinciden en criticar a P. Sánchez -básicamente porque son incapaces de encontrar argumentos como mínimo válidos para defender ni las formas ni el fondo de sus políticas- pero, a su vez, sostienen que es necesario que el Partido Socialista se mantengan en el poder para evitar el triunfo de lo que pomposamente denominan extrema derecha. En definitiva, mis entrañables amigos lamentablemente padecen un síndrome de disociación cognitiva derivado del dilema laberíntico en el que se encuentran atrapados sin remedio.

Obviamente, todos ellos han criticado mis artículos hasta la saciedad, algo que he soportado como se soporta una lluvia fina, es decir, sin darle mayor importancia y haciendo camino al andar. Si esto era esperable de alguna forma, lo que resulta un tanto sorprendente es que ahora también me critiquen por lo que callo. Así, tras la publicación de mi último artículo, uno detrás de otro mis antagónicos compañeros de fatigas intelectuales fueron acusándome de haber evitado pronunciarme sobre el programa económico esbozado por Donald Trump en su discurso de investidura como presidente de los Estados Unidos por contravenir mis principios liberales.

Pues bien, recogiendo el guante con lanza en astillero y adarga antigua, en término generales debo decir que efectivamente creo- basándome no solo en razonamientos teóricos, sino también en resultados prácticos- que el libre mercado a través de la iniciativa privada y la ley de la oferta y la demanda trae consigo consecuencias evidentemente mejores en términos de calidad de vida de la población que una economía planificada en la que el Estado tiene el control absoluto de los medios de producción. Ello no quita para que no esté de acuerdo con el llamado “laissez faire”, es decir, con que el Estado no tenga ninguna función que desarrollar en el ámbito económico, ya que la supervisión de la actividad económica, la implementación de programas de ayuda social, la defensa del medio ambiente y la asunción del coste de las externalidades son todas ellas actividades que le corresponde realizar al Estado para velar por el cumplimiento de la legalidad vigente, evitar abusos empresariales y procurar la cohesión social. Todo lo expuesto viene a colación para señalar que, analizado en su conjunto, el programa económico presentado en el Capitolio por D. Trump en buena medida se ajusta a estos planteamientos, por lo que difícilmente puede ser considerado contrario al liberalismo económico. Sin embargo, también es cierto que en el programa de D. Trump hay medidas que no cumplen del todo con la ortodoxia liberal, explicándose tales divergencias como la consecuencia directa de una evolución mundial hacia una globalización en la que se dan importantes asimetrías estructurales y funcionales entre las economías de los diferentes países que integran el mapamundi. Por ello, no es tanto el respeto a las reglas que rigen en un mundo globalizado lo que fundamentalmente ha impulsado el programa económico de D. Trump, sino que más bien el espíritu que subyace bajo el paquete de medidas que se ha comprometido a implementar la nueva Administración estadounidense se encuentra reflejado en el conocido lema del Partido Republicano “Make America Great Again”, también conocido por su acrónimo “MAGA”.

LEER MÁS:  Miguel Ángel Barbero: “Cultivar las virtudes naturales predispone el alma para la vida de la Gracia”. Por Javier Navascués

Ya en el terreno concreto la primera medida económica anunciada por D. Trump fue una bajada generalizada de impuestos, lo cual supondrá que las personas tendrán más dinero a su disposición, mientras que las empresas verán disminuidos sus gastos fijos, todo lo cual supondrá un estímulo de la demanda de bienes y servicios por parte de la población, así como una mayor inversión en producción e investigación por parte de las empresas, intentándose con ello obtener unas menores tasas de desempleo y un importante crecimiento económico.

A su vez, D. Trump para impulsar la competitividad empresarial D. Trump se ha comprometido a simplificar el marco regulatorio y a disminuir la burocracia que asfixia a las empresas debido a la gran cantidad de recursos humanos y financieros dedicados a cumplir con unos requerimientos estatales en los que los costes superan ampliamente a los beneficios, razón por la cual el sector empresarial, en especial las pymes, ve enormemente entorpecido su funcionamiento y disminuida su competitividad.

Igualmente, D. Trump ha anunciado la creación de un “Departamento de Eficiencia Gubernamental”, el cual estará dirigido por Elon Musk. Este organismo, además de colaborar en el desmantelamiento de la burocracia gubernamental, tendrá como misión reducir drásticamente el gasto superfluo del Estado Federal, para de esta forma conseguir que los servicios que la Administración estadounidense presta a los ciudadanos sean de la mayor calidad al menor precio posible. La necesidad de buscar la eficiencia en la prestación de servicios resulta obvia, ya que permite invertir los recursos del Estado de la manera más adecuada para cubrir las necesidades de la población. Obviamente, los agoreros de izquierdas han tardado tan solo unas horas en proclamar que lo que con esta medida se pretende es reducir la asistencia a los más necesitados, pero la realidad es bien distinta, ya que lo que se pretende va encaminado a redimensionar convenientemente el Estado sin que ello afecte negativamente a las prestaciones sociales.

Paralelamente, D. Trump se propone invertir durante su mandato la friolera de 500.000 millones de dólares en innovación y desarrollo, con las finalidad de garantizar la hegemonía estadounidense en el sector tecnológico, algo que ahora mismo está en discusión, sobre todo después de que China haya lanzado al mercado DeepSeek, esto es, una Inteligencia Artificial (IA) que ha superado en las pruebas comparativas a sus rivales norteamericanos más desarrollados, como ChatGPT. En este punto parece ocioso señalar que el futuro pasa por la IA, por lo que del desarrollo de la misma dependerá en gran medida no solo el desenvolvimiento socioeconómico de las naciones, sino también el propio destino de la humanidad. Por lo tanto y en definitiva, con esta medida D. Trump está invirtiendo en futuro, lo cual no es cuestión ni mucho menos baladí.

Asimismo, D. Trump declaró la emergencia energética, dando luz verde a la utilización de petróleo y gas como principales fuentes de energía para una población cada vez más empobrecida energéticamente. En este punto quisiera señalar, en primer lugar, mi total compromiso con la conservación de la naturaleza y, en segundo lugar, que ello no puede conseguirse sin la colaboración de los países más contaminantes del mundo, al frente de los cuales se encuentra, como no podía ser de otra forma, el gigante asiático, de tal forma que China emite el 33% de todos los gases de efecto invernadero, un porcentaje que casi triplica el CO2 emitido por los Estados Unidos. Por lo tanto, si bien es necesario implementar políticas verdes, al menos bajo mi punto de vista, no es menos cierto que debe hacerse de forma razonablemente progresiva, para que de esta forma las economías de los países occidentales no se vean irremediablemente dañadas, mientras otros países, escasamente concienciados en la lucha contra el deterioro del planeta, no hacen otra cosa que contaminar y crecer económicamente.

LEER MÁS:  La Orden del Dragón lucha contra el Papa Luna. Por Claire Gruié

Por último, D. Trump anunció una medida enormemente controvertida, como es la imposición de aranceles a terceros países, con la finalidad de favorecer el crecimiento empresarial y aumentar el empleo en Estados Unidos. Evidentemente, dicha medida choca con un planteamiento netamente liberal como es la apuesta por la libre circulación de personas capitales y bienes, razón por la cual puede ser considerada una medida proteccionista y antiliberal. Sin embargo, lo cierto es que actualmente la globalización solo beneficia a las empresas y perjudica a los trabajadores occidentales, debido fundamentalmente al fenómeno de la deslocalización y la competencia desleal. Así, asistimos a un periodo en el que las empresas producen en países en los que los trabajadores perciben salarios de miseria, pagan sus impuestos en paraísos fiscales y venden sus productos en países desarrollados, con lo cual se va produciendo un paulatino aumento del desempleo y un progresivo empobrecimiento de los trabajadores precisamente en estos últimos países. De esta forma, ante la imposibilidad de competir en un mercado mundial de similares características, dichos países desarrollados se encuentran ante una situación cada vez más insostenible desde el punto de vista económico, y eso es precisamente lo que D. Trump pretende revertir.

En conclusión, D. Trump ha presentado un programa económico enormemente ambicioso, cuya finalidad es devolver a los Estados Unidos de América a la posición hegemónica que ha ostentado desde hace más de un siglo. No sabemos a priori si el ínclito presidente estadounidense triunfará o fracasará en su empeño, ya que como es sabido la economía es esa curiosa ciencia que es capaz de explicar todo fenómeno económico solo después de que éste se haya producido, pero lo que si estamos en disposición de afirmar tras escuchar su discurso de investidura es que para lograr el éxito D. Trump no ha dudado lo más mínimo en cambiar las reglas del juego económico por arte de MAGA. “Audere est facere”.

Autor

Rafael García Alonso
Rafael García Alonso
Rafael García Alonso.

Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
Suscríbete
Avisáme de
guest
0 comentarios
Anterior
Reciente Más votado
Feedback entre líneas
Leer todos los comentarios
0
Deja tu comentariox