17/05/2024 05:58

En la madrugada de ayer, festividad de los Santos Inocentes, me acosté pensando en realidades, no en fantasías; por ejemplo, en que uno que ha acabado de meter definitivamente a su patria en un gravísimo lío, a quien por mal nombre llaman el Falso Doctor, es un bellaco, embustero y traidor, y uno de los diantres más malos del infierno, que ya es tela, y toda la gente de bien está harta y cansada de él, pero algún día lo ha de pagar, aunque sea con la mano del gato, y acabará, metafóricamente hablando, colgado de los pies, como ya se dice y repite por ahí; de los pies o de la cabeza, que lo mismo da, con tal de que se haga justicia con los desleales y tramposos.

Sus cómplices, del rey abajo, como tienen relaciones directas con el orco y como les protege la justicia, y tienen además, ellos o sus jefes, comprados a todos los corchetes del Reino, campan de fanfarrones y sobrados y están dispuestos a provocar a los espíritus libres; pero no se jactarán, a poco que éstos puedan, de haber salido horros de esta chanza que ha supuesto la que llaman ejemplar y democrática Transición, porque con la libertad y la verdad no se juega, por muy diablescos que sean los timberos.

Y así, rememorando, acabé por dormirme y comenzó mi sueño. Empecé a ver murciélagos y sopaenvinos, llamados así porque les gustan las noches de farra y se les encuentra agazapados en prostíbulos, detectados por el rastro de los mosquitos y de los arácnidos que salen de ellos como de las cubas de Sahagún. Convidados o acompañados en sus asientos por las Chicharras y las Gallo Gay Trans, que son las que declaman sin parar las cantinelas LGTBI, hasta en las horas de la siesta, y las que despiertan de madrugada a los lirones cantando aquello de «sola y borracha quiero llegar a casa». Todo el elenco, por cierto, tomando el suelo por asiento y orinando y defecando en la rúa, porque cualquier cosa más alta les desvanece y enferma, incapaces como son de aceptar o entender el pudor y la excelencia.

Y estando en esto, entra en el garito congresual de los pobres y pobras partidocráticos un miserable recién bajado de un Falcon, a quien, según el vino pimplado, unos llaman el Falso Doctor y otras el Presi, y todos se levantan, ellos, ellas y elles, a hacerle cortesía; y él, muy condescendiente y haciéndose el cercano, andando con las piernas arqueadas, como los pistoleros gambados de los salones del Oeste, les pide por favor que no se icen cual banderas falsas, que se estén quedos y quedas, o que se volverá a ir. La tropa, temiendo el disfavor, vuelve a entronizarse y, pidiendo naipes a los ujieres, dice a su excelencia que los reparta, porque ya las pretéritas sinecuras se están agotando, y que después harían lo que les mandara.

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Pero el Presi, haciéndoles a un lado, se arrimó al Burgués de los Chapines y al Pelotazo de Barrameda, que pasaban por allí, para concertar las fiestas navideñas en cualquiera de las fincas toledanas o extremeñas o andaluzas de estos otros pobres de pedir, sin dar causa a los, las, les pordioseros, pordioseras, pordioseres; lo cual fue aceptado con una muda y genuflexa reverencia.

El Presi, el Pelotazo y el Burgués ambientaron la atmósfera con sus autoridades -legales, ojo- y para despejar mosqueos enviaron por un particular que les trajeran tentempiés para pagarlo de bonete, no de bonete eclesiástico, que ahora ya los eclesiásticos son de la agenda, sino de bonetes o gorras del común. Y el refrigerio, que se costeó en unas decenas de miles de euros, fue menester pagarlo al contado, y dijo el Presi que no se había pagado tan caro a un particular jamás, por vida de la pervertidora Congresista Mayor y de la Tucán Sobona, pero que menos mal que el dinero público no es de nadie.

Y estando en estas, ocurrió que, en el momento de salir el particular con la bolsa, irrumpió en el garito de los pobres y las pobras Zampalimosnas López, e inmediatamente tras él Maricón Mendruga, arropados por más corchetes que estrellas hay en la bóveda celestial, preguntando: -¿Quién es aquí VOX y quienes son aquí los manifestantes y protestones de las aceras y calzadas? Que hemos tenido soplo que están aquí en esta timba de paupérrimos y no ha de salir ninguno de este aposento transicional hasta reconocerlos a todos, porque nos importa insacularlos y hacer prisión de todos ellos.

A los pobres y pobras, viendo llegar tanto corchete vestido de RoboCop a su antro, se les escarapeló la piel y dejaron de estar en hoto, mientras que VOX y los manifestantes, aprovechando el sofocón y como quien deja la capa al toro, dejaron a Maricón Mendruga y a Zampalimosnas López cebados con el pobrismo, todos atolondrados, y se salieron por el portillo zamorano que siempre está ahí para la ocasión. -Buscad, buscad bien, dijo el Presi señalando a los ahuecasopas-, que no se camuflen, que nosotros, nosotras y nosotres no hemos de proteger de la justicia a gente tan delincuente como la que buscáis.

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Y agarrando y arrastrando los corchetes a los peperos y ahuecasopas más alelados, éstos comenzaron a pedir iglesia a gritos, para ponerse a refugio y salvarse de la quema, que en una mancebía hicieran lo mismo, queriendo dar a entender a los apresadores que en el lugar donde estaban era ermita y no Congreso ni tugurio, y estaban allí todos reunidos en ocasión de rezar, no de robar. -No penséis, ladrones -gritaban al unísono Maricón Mendruga y Zampalimosnas López-, que os vais a escapar de nuestras manos con esos embustes, que ya os conocemos.

Entonces el Burgués de los Chapines, entendiendo el error y viendo que el Presi dejaba indefensas a sus hordas, dijo: -¿Consentiremos que no se contradiga a los RoboCop que llevan presos a estos pobretes honrados? ¡Por vida de Belcebú que no se los han de llevar! Y poniéndose todos los pobres y pobras de su parte, y apagando las luces, comenzaron a zamarrearse a oscuras entre sí, como buenos diablos, dándose puñadas y mojicones a diestro y siniestro, sobre todo a siniestro, hasta que quedaron tumbados y bien apaleados, sin poder conmutar en sueño la pendencia, ni dejar de comparar aquella batahola con todo el infierno junto, que es su Casa de siempre. Y ya, ellos molidos a palos, me desperté feliz.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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