23/11/2024 11:04

AZNAR SE OFRECE COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

(Viene del capítulo 6-A)

Así pues, para salir de la crisis: 

   Necesitamos mantener medidas anticíclicas hasta que despegue la economía por sí misma. Hoy la máxima prioridad es crecer y generar empleo y la economía productiva no está en condiciones de hacerlo por sí sola. Tiene que actuar la Unión en su conjunto porque algunos Estados miembros han sobrepasado sus márgenes de maniobra en las operaciones de rescate, políticas activas y gastos sociales derivados de la crisis. Los países más sólidos tienen que asumir el liderazgo en esas políticas anticrisis y la Unión debe activar los mecanismos del Fondo Europeo de Inversiones y del Banco Europeo de Inversiones para ayudar en el esfuerzo. Si la economía retrocede hacia la recesión o mantiene un crecimiento muy débil, existe el riesgo de que se agraven los desequilibrios financieros y las deudas sean cada vez más gravosas. 

Hay que desarrollar la gobernanza económica que nos falta para evitar choques asimétricos derivados de la coexistencia de un mercado único y, en la zona euro, de una sola moneda con distintas políticas económicas. Ni el euro ni el Pacto de Estabilidad y Crecimiento están en la base de estos problemas, aunque han sido ya modulados para adaptarlos a las necesidades de Alemania y Francia. Pero este pacto no es suficiente para garantizar la convergencia. Es imprescindible vigilar las pérdidas de competitividad y los desequilibrios en las balanzas de pagos, con estímulos y penalizaciones para cumplir objetivos y mantener las ventajas del mercado interior y de la moneda. Se necesitan mecanismos de alerta para evitar las divergencias y actuaciones decididas para corregirlas. Es necesario un Fondo Monetario Europeo o un mecanismo de garantía operativo para cortar la especulación. En suma, la Unión Monetaria tiene que completarse con gobernanza económica para que el tratado sea de verdad de Unión Económica y Monetaria.

   Hay que reformar el funcionamiento de las instituciones  financieras para evitar que estemos incubando ya la próxima crisis. Nada ha cambiado en el comportamiento real de las entidades financieras y de los operadores, salvo para cortar créditos a la economía productiva. Se siguen vendiendo productos sin base real, sin reflejo claro en los balances y sin control. Se siguen haciendo operaciones a corto plazo que desestabilizan la moneda. Sería deseable que la reforma se operara a nivel mundial a través del G20, pero entretanto, y en todo caso, es imprescindible que la Unión Europea tenga sus propias normas reguladoras comunes con sus mecanismos de control y vigilancia. Figuras como los fondos libres tienen que ser controladas o prohibidas. Además, la Unión Europea, con sus características actuales, no puede actuar en orden disperso, con decisiones nacionales que no tengan en cuenta al conjunto. 

   Para el horizonte 2020-2030 necesitamos una economía social de mercado altamente competitiva y sostenible, si queremos mantener la cohesión social y luchar contra el cambio climático. Es el modelo que deberíamos contraponer al vigente de capitalismo de casino, basado en la pura especulación, con movimientos de capital que no se corresponden con la evolución y necesidades de la economía productiva. 

   Tenemos que abordar las reformas estructurales pendientes desde la Estrategia de Lisboa, definiendo prioridades claras y cambiar el método abierto de cooperación, que no ha funcionado, por un mecanismo capaz de estimular y penalizar en función de los objetivos que marquen el Consejo y las instituciones. Esa extraña reserva de nacionalismo que nos lleva a afirmar que lo que hacemos a nivel de cada Estado es una imposición de los demás debe ser superada. Hagamos operativo lo que se decide en el Consejo Europeo por los jefes de Estado y de gobierno, obligándonos a cumplir los compromisos.    

El lunes día 11 se reunió el Comité Nacional del PP para designar oficialmente al Candidato del Partido para la Presidencia de la República. Tampoco entre los populares hubo discusión, porque el elegido por aclamación fue José María Aznar, el ex Presidente del PP y ex Presidente del Gobierno. También se acordó que la presentación pública fuese en Sevilla el día 15 de enero en una reunión de la cúpula del Partido. Se había elegido la capital andaluza en recuerdo de la refundación de 1989 y de la llegada a la Presidencia de Aznar en 1990.

El cónclave de la cúpula del PP se celebró muy al estilo americano en Sevilla. En la mesa presidencial 21 personas, porque el Presidente del Gobierno y del Partido, Mariano Rajoy, había querido que arropasen a José María Aznar todos los Presidentes de las Autonomías regidas por miembros del Partido, que en ese momento eran prácticamente las de toda España. Porque allí estaban sentados los Presidentes de Andalucía, Madrid, Murcia, Valencia, Aragón, Navarra, La Rioja, Castilla-León, Cantabria, Asturias, Galicia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Canarias y Baleares, más los de Ceuta y Melilla y los dos Consejeros populares en los gobiernos de Cataluña y Euskadi. Naturalmente el centro de la mesa lo ocupaban Mariano Rajoy y José María Aznar.

El acto lo presentó con breves palabras el anfitrión y Presidente de Andalucía, Javier Arenas.

A continuación Mariano Rajoy se dirigió al atril de los oradores entre los aplausos de las miles de personas que abarrotaban el local. Y estas fueron sus palabras:

Queridos amigos, es para mí un triple orgullo dirigirme a vosotros, porque un orgullo es volver a Sevilla, donde en 1989 se refundó el Partido Popular que hoy presido. Otro orgullo es tener sentados en esta mesa a los 15 Presidentes de 15 de las 17 Regiones Autonómicas y a los de Ceuta y Melilla. También están sentados los Consejeros populares en los gobiernos de Cataluña y Euskadi. Y naturalmente es para mi un honor presentarles a nuestro candidato para la Presidencia de la República de las ya próximas elecciones generales, José María Aznar. (Y los asistentes aplaudieron a rabiar, hasta el punto de que Aznar tuvo que ponerse de pie y saludar como un torero triunfante).

Querido José María, ya lo ves, ya ves como te queremos en el Partido que tú tanto has engrandecido. Aunque han pasado ya 26 años, ¡y que son 26 años en la Historia de España sino un relámpago!, desde aquel 1990 nuestro fundador, Don Manuel Fraga … por cierto, aprovecho para enviarle un fuerte abrazo y nuestros mejores deseos para que se recupere cuanto antes (y aquí otra vez grandes aplausos de los asistentes)… como ves, mi querido Don Manuel, también a ti te tenemos presente.

Querido José María, te decía que fue aquí, en Sevilla, donde durante las jornadas del X Congreso Nacional de nuestro Partido te dio la alternativa el Fundador con aquel histórico gesto en el que Don Manuel rompía tu carta de dimisión para cuando lo creyese conveniente. Los dos gestos, el de Don Manuel y el tuyo, nos honran a todos, seguramente más que los 100 años de otros.

Allí, cuando sólo tenías 37 años, aunque con la experiencia de tu Presidencia en Castilla-León, marcaste la pauta y abriste el camino que nos ha conducido hasta aquí. Un camino, que aunque no ha sido de rosas, porque también tuvimos espinas, nos ha conducido a las Presidencias de casi todas las Autonomías de España.

Entonces presentaste aquel Decálogo “para un proyecto de libertad”, en el que contemplabas el desarrollo del título VIII de la Constitución, la recuperación de la ilusión colectiva y de la confianza de los españoles, la recuperación del crédito de las instituciones, medidas para un estado eficaz, compromiso con la construcción europea, un nuevo estilo político basado en el diálogo, un proceso de modernización del país, el aumento de la competitividad y una sociedad solidaria y libre que no necesitara “ser dirigida ni salvada por el Estado”.

Fue entonces, aquí en Sevilla, donde pusiste la primera piedra del gran edificio que es hoy el Partido Popular.

Y no quiero dejarme en el tintero los 8 años que fuiste Presidente del Gobierno, porque fue durante esos dos mandatos cuando España salió de la terrible crisis en que la habían metido los Gobiernos Socialistas.

Pero, como el personaje central de hoy eres tú, no quiero robarte ni un segundo más de protagonismo.

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Queridos amigos, os presento al Candidato que por aclamación hemos elegido para las elecciones a la Presidencia de la República.

Así que, querido José María, aquí tienes tu micrófono”.

En ese momento José María Aznar se levanta y se dirige al atril de oradores y se funde en un abrazo con Mariano Rajoy, entre los ya frenéticos aplausos de los asistentes, incluyendo a los Presidentes que estaban sentados en la mesa presidencial.

Y estas fueron las palabras de Aznar:

Amigos y amigas, populares todos. Antes de hablar de lo que nos ha reunido hoy aquí, me vais a permitir que recuerde aquella anécdota que atribuyen al cardenal Cisneros. Cuentan sus biógrafos que cuando Fernando el Católico le nombró Regente del Reino hasta que llegara desde Flandes su nieto Carlos hubo un grupo de Nobles que no vieron con buenos ojos el nombramiento del fraile y adoptaron una posición de rebeldía. Y cuentan que el cardenal, hombre de mucho carácter, en cuanto tuvo el poder en sus manos convocó a los Nobles díscolos a una reunión en su palacio de Toledo para dejarles bien claro que no iba a permitir que el Reino se resquebrajase por ambiciones desmedidas. Entonces el más atrevido de aquellos Nobles le hizo al Cardenal-Regente una pregunta muy directa: ¿y con qué poderes cuenta Su Eminencia Reverendísima para imponernos sus criterios? A lo que Cisneros respondió, no sin antes haberles rogado a los presentes que se acercaran a las balconadas del Salón donde estaban, ¡¡Estos son mis poderes!!, señalando los 200 cañones que previamente había mandado colocar en el Patio de Armas. 15

Pues bien, amigos y amigas, populares todos, parafraseando al cardenal Cisneros, aunque yo no tenga el carácter fuerte que se le atribuye a él, yo os digo: ¡¡¡Estos son nuestros poderes!!!, los poderes del Partido Popular: 15 Presidentes Autonómicos, más los de Ceuta y Melilla, las ciudades de la sangre hermana, más varios Ministros en los Gobiernos de Cataluña y Euskadi, más cinco mil y pico alcaldes, y miles y miles de concejales repartidos por toda la geografía española. ¡¡Estos son nuestros poderes!!. Más de 20 millones de españoles que creen en nosotros y nos votan (aquí se produce un estallido de aplausos ensordecedores).

Por favor, por favor, dejadme que siga. Y algunos todavía se preguntan cómo consigue el Partido Popular ese apoyo del pueblo. Pues, la fórmula es bien sencilla. Se consigue un apoyo masivo trabajando con seriedad, con ideas, con programas realistas, con eficacia en la gestión, con el diálogo, con honestidad, desde la unión y el compañerismo, con ilusiones y sin falsas promesas… y sobre todo, sobre todo, trabajando por España y con España (nuevos aplausos).

Pero, no quiero terminar este apartado sin felicitar públicamente a nuestro Presidente actual, Mariano Rajoy. Porque si bien es cierto que yo ayudé al Fundador, Don Manuel, a refundar el PP y lo dirigí durante 14 años, también lo es que Mariano Rajoy supo reflotarlo con éxito tras el varapalo que sufrimos tras aquel misterioso 11-M y dirigirlo estos ya casi 12 años como un Gran Capitán. Por ello, y en nombre de todos, te doy las gracias y un abrazo sincero (y otra vez irrumpen los aplausos hasta obligar a Rajoy a ponerse de pie y sumarse al aplauso de todos).

¡¡Ah, y otra cosa que no quiero que se me olvide!!. Has hablado esta tarde de que tenías un triple honor, pues me vas a permitir que al menos en esto te gane, porque yo tengo seis honores. 1. Al igual que tú yo tengo hoy el honor de estar en Sevilla, porque jamás olvidaré que aquí fui elegido Presidente del PP. 2. Tengo el honor de haberte tenido como Ministro en mis Gobiernos. 3. Tengo el honor de tenerte como Presidente de mi Partido. 4. Tengo el honor de tenerte como Presidente del Gobierno de mi país. 5. Tengo y he tenido siempre el honor de tenerte como amigo leal y sincero y 6. Tengo el honor de que me hayáis elegido como Candidato a las elecciones para la Presidencia de la República (más aplausos).

Y dicho esto, y ahora ya sí, vayamos con la República.

Cuando el sábado 5 de diciembre pasado yo me pronuncié en Valencia a favor de la República hubo muchos, incluso de los nuestros, que se rasgaron las vestiduras, pues consideraban como una traición que el que había sido Presidente del Gobierno durante ocho años con la Monarquía se declarase de la noche a la mañana partidario de la República y yo asumí las críticas (creo que en Democracia hay que aceptar las críticas vengan de donde vengan). Pero, creo que es fundamental actuar siempre, y no sólo en la política, de acuerdo con uno mismo, con su conciencia. Y eso fue lo que yo hice. ¿Y por qué esa decisión? Porque poco a poco fui convenciéndome de que la Jefatura del Estado no podía incluirse, como una propiedad más, en un testamento. Pensaba, y sigo pensando, que es legítimo que las propiedades de una familia pasen a los herederos, pero no el Estado. El Estado no puede ser propiedad de nadie, o mejor dicho, el propietario del Estado no puede ser otro que el Pueblo. Y si a la Monarquía se le quita el derecho hereditario ya no es Monarquía.

Eso fue lo que me hizo evolucionar hacia la República.

Pero, no sólo fue esa evolución de mi mente y mi conciencia la que me llevaron a la República. También influyeron los consejos de mi siempre admirado Don Manuel Fraga, mi Presidente mientras viva. Un día le pregunté qué pensaba sobre los españoles y la Forma de Estado y su respuesta fue terminante. Mira José Mari -me dijo- los españoles ni son monárquicos ni son republicanos. Depende. Sí sabemos que hoy son Juancarlistas, o sea partidarios de Juan Carlos, pero ¿serán monárquicos cuando Juan Carlos desaparezca del mapa, por muerte natural o por abdicación? Yo creo que no. El mundo de hoy está ya en eso de la igualdad. Los jóvenes están desorientados e Internet lo está cambiando todo.

Y llegamos al 23 de noviembre, el día que se hizo pública la abdicación del Rey. Aquel día yo estaba viendo en directo, como millones de españoles, el Pleno extraordinario de las Cortes Generales y la intervención de Fraga, de nuestro Fundador, me puso la carne de gallina. Por cómo lo decía y por lo que dijo. Para que no haya dudas os reproduzco sus palabras textuales recogidas del Diario de Sesiones. Dijo Don Manuel:

«Señor Presidente, señores Diputados, señores Senadores, señorías todos. Como acabo de decir llevo 70 años en esto de la política y he sido Ministro de todos. Durante esos 70 años me he tragado todos los sapos del mundo (y de eso sabéis tanto como yo todos los presentes), pero hubo uno en especial que se me atragantó y todavía mantiene mi garganta cerrada. Fue aquella jornada del 22 de noviembre de 1975 cuando tuvimos que proclamar Rey de España al Rey de Franco. Claro que no fui yo solo sino todos. Porque todos tuvimos que tragar la Ley de Sucesión y el Heredero que nos habían impuesto… y lo hicimos por miedo, sí por miedo al ejército, que todavía era el de Franco. Pero, hoy después de 40 años de Democracia, ya no tenemos miedo a nadie, al menos yo y voy a decir lo que entonces callé: que la Monarquía vino sin que el pueblo español hablase si la quería o no o si quería otra cosa. Entonces el Heredero tuvo que rechazar las Leyes de Franco y no proclamarse Rey hasta que no hubiese hablado el pueblo español. Entonces el Gobierno tuvo que dimitir y aquel Consejo de Regencia que se nombró por el Consejo del Reino tuvo que asumir momentáneamente todo el Poder del Estado y convocar con urgencia un Referéndum Nacional para saber si el pueblo quería Monarquía o República. ¡Y ya he dicho la palabra prohibida! Aunque para mí ya no hay prohibiciones que valgan.

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Pues bien, Señorías todas, creo que ha llegado el momento de hacer las cosas como Dios manda. La proclamación del Nuevo Rey puede esperar hasta que el pueblo hable. Lo contrario sería volver a cometer el mismo pecado de entonces. Y sólo hay un modo de poderlo hacer lo más rápidamente posible: que las Cortes Generales, estas Cortes aquí reunidas hoy, se autoerijan en Asamblea Nacional Constituyente, asuma todos los Poderes del Estado y sin salir de aquí se nombre un Consejo de Regencia que jure su cargo esta misma noche para evitar que la Jefatura del Estado quede ni un minuto vacante. ¡Esa es mi sugerencia! ¡Eso es lo que yo quería decir, Señor Presidente! No quiero morirme con aquel sapo de 1975 en mi garganta. Señorías, ahora ustedes tienen la palabra y no le tengáis miedo a las palabras: Asamblea Nacional Constituyente”.

Sí, reconozco que las palabras y la propuesta de Fraga me emocionaron. Porque emocionante es que un hombre de 93 años tenga la valentía de plantear un cambio constitucional con tan pocas palabras y sin inmutarse, y que unas Cortes Generales lo aprueben por aclamación y puestos en pie. Sin embargo, la noticia del infarto me sobrecogió y sin pensarlo me planté en el Hospital para vivir de cerca lo que Dios hubiese señalado para él. Fue una noche terrible, porque se pasó horas entre la vida y la muerte. Pero, afortunadamente el corazón de Don Manuel resistió (¡y que no va a resistir un corazón tan grande como el suyo!) y a los dos días ya pudimos hablar con él (grandes aplausos).

No obstante, dejé pasar unos días más y cuando ya supe que estaba en su casa de Madrid me fui a verle y con mucha prudencia le planteé mi decisión de pasarme a la República.

      • ¿Y eso, José Mari? -me preguntó de entrada.

      • Verás, Manolo, hace algún tiempo me dijiste que el pueblo español ni era monárquico ni era republicano, que era juancarlista, pero que el día que desapareciera de escena Juan Carlos podían cambiar las cosas. Yo medité lo que me dijiste y llegué a dos conclusiones: Una, que ciertamente los jóvenes de hoy no están por la Monarquía ni por la sangre azul, y que si había un Referéndum Monarquía o República ganaría la República. En consecuencia había que plantearse dónde situarse en ese supuesto. Y yo, personalmente, llegué a la conclusión de que había que estar con el pueblo. Las Formas de Estado en el mundo actual no tienen la trascendencia del pasado. Pues bien, ante el Referéndum estamos gracias a ti. ¿Y ahora qué? Está claro que las izquierdas van a decantarse por la República ¿y qué hacemos los demás? ¿Quedarnos al margen, como en l931 hicieron las derechas, el Centro y hasta los monárquicos? ¿Dejarles la bandera republicana a los socialistas y a los de Izquierda Unida?… No, eso no sería un acierto. En mi criterio, también nosotros tenemos que estar con la República.

      • ¿Y el Partido?

      • Esa es mi segunda conclusión. El Partido debe quedarse al margen, como el Gobierno, y según ha pedido la Asamblea Nacional.

      • No sigas, estoy de acuerdo. Pero, ponte al habla con Mariano y entre los dos acordáis la estrategia a seguir. Son tiempos decisivos y no pueden darse pasos en falso.

Y eso hice. Mantener una larga conversación con nuestro Presidente y mi amigo Mariano. Y así me fui a Valencia. Convencido de que hacía lo mejor para España. Y os voy a repetir en síntesis lo que allí dije apenas hace dos meses.

Amigos míos, amigos de Valencia, no creáis que sólo he venido a vuestra ciudad por el cariño y la simpatía que les tengo a estas tierras del Levante español. Hoy he venido aquí porque aquí fue donde aquel gran orador y político que fuera el Primer Presidente de la Segunda República, Don Niceto Alcalá-Zamora, se pasó de la Monarquía a la República.

Porque eso, y ya lo digo de entrada para no andarme por las ramas, es lo que yo voy a hacer aquí: ME PASO DE LA MONARQUÍA A LA REPÚBLICA y, por tanto, ya os adelanto que el domingo votaré a favor de la República.

Aunque, también os adelanto que mi decisión es totalmente personal y que no tiene nada que ver con lo que decida el Partido Popular, nuestro partido.

Y dicho esto, tengo que decir y digo que voy a decir sí a la República, pero no a una República cualquiera, ni que lleve a España donde, por desgracia, la llevaron las otras dos.

Por ello, y aquí cito las palabras que aquel 13 de abril de 1930 pronunció en Valencia Alcalá Zamora: Yo defenderé siempre una república viable, gubernamental, conservadora con el desplazamiento consiguiente hacia ella de las gentes de orden y de las clases medias, y de los intelectuales, en la que quepamos todos, desde los comunistas a los obispos, desde los obreros a los empresarios. Pero, estaré siempre en contra -dijo Alcalá Zamora- de una república convulsiva y epiléptica, falta de razón, que no respete las libertades y los derechos de todos.

Pues, a esa República, a la primera, es a la que yo me apunto desde ya.

He servido a la Monarquía con lealtad desde los puestos institucionales que ocupé, como Presidente de Castilla-León, como Jefe de la Oposición y como Presidente del Gobierno, pero siempre pensé que esta Monarquía, la que Franco nos dejó en su testamento, no había tenido la valentía de someterse a la opinión del pueblo español. Creo, por tanto, que lo que decidió hace unos días la Asamblea Nacional y la convocatoria del Referéndum del día 13 es un acierto. Porque debe ser el pueblo español, el verdadero propietario de la soberanía nacional, quien tenga la última palabra. También creo, y por ello doy el paso que doy hoy, que en los tiempos modernos, ya en el siglo XXI, una república servirá mejor los derechos de todos que una monarquía. Estamos en un mundo en que la IGUALDAD debe alcanzar hasta la Jefatura del Estado”.

Desde entonces, naturalmente, he reflexionado más, todos hemos tenido que reflexionar más, pues no en vano el pueblo español se volcó a favor de la República en el Referéndum del pasado 13 de diciembre. Aunque me mantengo en señalar que mi República, nuestra República, tiene que ser una República en la que quepamos todos y todas las ideas puedan llegar al Gobierno. Tenemos que evitar lo que los republicanos de los años treinta no supieron evitar. Entonces las Izquierdas se creyeron que la República era propiedad de ellos y en cuanto perdieron las elecciones generales (1933) se echaron al monte y provocaron la Revolución del 34, que en realidad fue el comienzo de la espantosa Guerra Civil del 36.

No. En eso no podemos caer de nuevo. Por ello la III República tiene que ser de todos y que puedan Gobernar quien diga las urnas.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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