Hay quienes opinan que “la Historia se repite” y hay quienes opinan que eso es una tontería. Hay quienes piensan que “España es diferente” y muchos que eso es otra tontería, pero la situación que estos días estamos viviendo está demostrando que los españoles somos, ciertamente, diferentes o distintos a los demás pueblos de Europa. Podría citar al me-nos 20 frases de los grandes personajes de nuestra Historia para reforzar esta teoría. Pero me conformo con las palabras que escribió un día Don Juan Valera, uno de los hombres más cultos y más viajeros de su época. “Los españoles –decía– somos una raza aparte. Cuando somos soberbios, lo somos más que nadie. Cuando somos humildes caemos en la idiotez o en la tristeza… ¡Ay, el español no sabe ni sabrá jamás ceder sin humillación ni ganar sin triunfalismos! ¡Así nos va!”.
Ahora volvamos a la actualidad política que estamos viviendo. También aquí hay versiones diferentes, porque hay quien opina que al final la “Casta” se pondrá de acuerdo y habrá Gobierno y hay quienes opinan que “éstos” no se ponen de acuerdo ni aunque los refundan y habrá que ir a nuevas elecciones. Ante esta situación, y puesto que el futuro es incierto y está por escribir, no hay más remedio que volver los ojos atrás y ver qué pasó en situaciones parecidas. En los dos siglos que ya han pasado desde las Cortes de Cádiz hubo cinco “Procesos Constituyentes”: el de 1812, el de 1868, el de 1876, el de 1931 y el de 1977. ¿Y cómo terminaron esos cinco “Procesos Constituyentes”?. Veamos, aunque sea muy en síntesis:
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El de 1812, que parió “La Pepa”, la primera Constitución democrática de Europa, terminó con los “Padres” de Cádiz perseguidos, encarcelados o ahorcados por orden ex-presa del Rey (El felón Fernando VII) y una Guerra Civil.
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El de 1868, con una Revolución (La “Gloriosa”) que trae una Monarquía Parlamentaria y un Rey extranjero (Amadeo de Saboya), una República que dura 11 meses y un Golpe de Estado que le devolvió la Corona a los Borbones, tras la patada que le habían dado a Doña Isabel II.
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El de 1876, con el Turno de los Partidos ( la Derecha Conservadora de Cánovas y la Izquierda Liberal de Sagasta), el desastre del 98 y la pérdida del Imperio, la Semana Trágica de Barcelona, el magnicidio que acaba con el Presidente Canalejas y la Dictadura de Primo de Rivera.
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El de 1931, con el Golpe de Sanjurjo, la sublevación socialista del 34, la quema de Iglesias y Conventos, y la Guerra Civil del 36 y un millón de muertos.
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El de 1977, el que estamos viviendo. De momento podemos decir que nos ha devuelto la Democracia y nos ha subido al tren de Europa, que acabó con el “golpismo” tradicional y devolvió la Soberanía Nacional al pueblo.
Y, sin embargo, España está otra vez en la encrucijada. Porque otra vez ya se está diciendo lo de siempre, que la Constitución es “papel mojado”, lo mismo que dijeron los conservadores de la Constitución de 1812, lo mismo que dijeron de la Constitución de 1876 las Izquierdas lo mismo que dijeron los nacionales de la de 1931.
Señores, la Historia no se repetirá, ni España será diferente, pero la situación que estamos viviendo induce a pensar lo contrario. Haya Gobierno de Derechas o haya Gobierno de Izquierdas… esto es un verdadero “Jaque a España”. Esperemos que esta vez la sangre no llegue al río y que no terminemos con un “Jaque mate” que sea el final de esta España que costó levantar 500 años.
Julio Merino
Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Todo el siglo xix es el intento del liberalismo (emancipación de la Ley divina, no es otra cosa aunque lo vistan como quieran) por destruir el orden cristiano del antiguo régimen, como hicieron en Francia los de la «libertad», llenándose de sangre católica hasta la coronilla.
Resulta que la naturaleza esencial de España es la fe cristiana y su defensa.
Por tanto España y el liberalismo (y sus hijos ideológicos) son INCOMPATIBLES.
Así que en España, la lucha seguirá hasta que uno de los dos sucumba.