30/05/2025 11:07

No hace mucho publiqué, con argumentos jurídicos, que un coinvestigado puede faltar a la verdad respecto a imputaciones hacia otros investigados y que poca viabilidad existiría si se iniciaran acciones contra aquél. Esta afirmación no es enteramente irrefutable pues el derecho es gris, por lo que también hay base para iniciar acciones penales contra un coinvestigado que falta a la verdad cuando acusa a otro. Ya efectuaré esa publicación. Ahora quiero centrarme en una cuestión esencial cuando te enfrentas a un proceso en el que existen varios investigados y más aún cuando los egos están por las nubes.
El asunto de Aldama es un claro ejemplo de falta de atención a las peculiaridades de cada asunto, pues cada asunto, valga la redundancia, depende de las personas y ya sabemos que cada persona es individual y particular. Si no tienes en cuenta estas particularidades te puedes encontrar con un proceso altamente enquistado y de haber sido llevadero y controlable se convierte en irrespirable e inevitable. Es esencial controlar todas las piezas y el asunto de Aldama es una muestra de lo que no se debe hacer, más aún cuando la variable es la pieza central de todo lo actuado.

La variable Aldama nunca tuvo que haberse considerado prescindible y aquí lo que creo que ocurrió fue una sobrada de vanidad y prepotencia desmedida que no pudo o no quiso ver el asteroide que estaba enviando a su propio tejado cuando ignoró el “efecto” Aldama.

La visión de esas tramas cambió desde la reforma penal consistente en “premiar” a informadores de corruptelas, pues el beneficio para el cantante es evitar ir a prisión, siempre que su colaboración sea relevante. En este caso particular, debieron tener en cuenta que la defensa de esta variable ya había planteado ante la Audiencia Nacional este beneficio colaborativo, incluso para un asunto anterior a la entrada en vigor de este trato de favor al “chivato”.

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Por lo tanto, un asunto penal no es saber de jurisprudencia o legalidad, no; es un asunto de talento y saber dominar las fases del proceso y sus complejas catacumbas que laten en cada uno de ellos.

Es más, aún sabiendo y conociendo el rival al que se enfrentan, vuelven a caer en una trampa que hace emerger, al parecer, esas catacumbas de las que hablo.

Ahora bien, no todo el «pescado está vendido», no, todavía queda mucho y como se suele decir en el argot taurino, a efectos de no descuidar el peligro, “hasta el rabo todo es toro”.

Carlos González Lucas

Letrado Abogado Consultor.
Exprofesor UNED (acceso Abogacía Procesal-Penal)
asesor-estrategia procesal.
Senior Procesalista, experto en asuntos de relevancia mediática y complejos

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