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El día 7 de abril fue el día de la mentira. Ese día yo estuve en Vallecas a unos 10 metros de la tribuna, donde estaba intentando hablar Abascal y su equipo, y hacia la cual llovieron piedras y otros objetos. Estábamos rodeados por un conjunto amenazante de personas que habían empujado, por la espalda, incluso a señoras mayores que se acercaban con una bandera española y les habían restregado por la cara una bandera republicana. Era un contexto de odio que intimidaba sin duda alguna. De no haber estado cercana la policía, podría haber degenerado en un linchamiento de personas que pretendíamos ejercer el irrenunciable derecho, fundamental en toda democracia, de libertad de expresión y de reunión.
La violencia se podría haber impedido si el cordón policial hubiese establecido la distancia adecuada, entre los que íbamos pacíficamente a escuchar a Abascal y los que agredían y amenazaban. Los acosadores mostraban un odio capaz de incrementar el nivel de violencia que existía. Sin embargo, los mandos policiales no tenían instrucciones en ese sentido, lo que parece indicar que las autoridades eran conniventes con tolerar ese contexto de coacción. Finalmente, tuvieron que cargar contra los “pacíficos” que nos rodeaban.
Ese mismo día, Pablo Iglesias, que tiene un doctorado en mentira, negaba estos hechos y decía, poco más o menos, que los de VOX rompiendo el cordón policial, habían atacado a los que les rodeaban y agredido a pacíficos vecinos de Vallecas. Pablo Iglesias podría haber rectificado después y decir que, como él no había estado presente en ese acto en Vallecas, había sido mal informado. Los videos que corren por Youtube y el informe de la policía son evidentes sobre los hechos que ocurrieron. En ellos resultaron herido una veintena de personas, en particular policías.
Sin embargo, Pablo Iglesias no rectificó sus declaraciones y sigue reiterando esa mentira evidente. Grupos fanáticos, no cabe tildarlos de otra manera, apoyan su versión, es decir se solidarizan con la mentira. Después vienen los que equiparan a víctimas y verdugos y utilizan la palabra crispación, pretendiendo que hubo un empate de responsabilidades. Igualan así a los que pretendían ejercer su derecho de libertad de expresión frente a los que se permiten ejercer la violencia y la intimidación, que se ve agravada porque incurren en un delito de odio, ya que su actitud la justifican por la mera discrepancia ideológica,
Más tarde, felizmente para quienes equiparan a las dos partes, apareció un sobre enviado el viernes 23 de abril, a Reyes Maroto, ministra de Industria. El sobre contenía una navaja coloreada con tinta que imitaba sangre, y era remitido por una persona que se identificaba con su propio nombre, apellidos y dirección auténtica. Ha resultado después que el remitente parece que tiene alguna discapacidad psíquica y que además tiene una remotísima relación familiar con el miembro de VOX, Ivan Espinosa el cual sería “tataranieto del abuelo de la cuñada del padre del autor del envío de la navaja”. El tema es tan obvio que no tiene ningún sentido pretender implicar a VOX en ese envío, salvo para aquellos que quieren que la mentira prevalezca.
Para mayor alegría de los que no condenan la violencia ni la intimidación, aparecieron unas cartas amenazantes, con unas balas en su interior, enviadas al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, al líder de Unidas Podemos y candidato a las elecciones en la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, y a la directora general de la Guardia Civil, María Gámez. No se tiene aún la menor idea de la identidad de quienes las hayan enviado, pero han regalado un excelente argumento para que el ex vicepresidente, Pablo Iglesias, en la noche del miércoles 21 de abril, haya aprovechado la oportunidad para decir: “Están amenazando la democracia. No nos atacan por quienes somos, sino por lo que representamos», y apuntó que si continúan «la impunidad y el blanqueamiento mediático de la ultraderecha, mañana serán otros compañeros». Como la ultraderecha es el calificativo que la ultraizquierda y los buenistas dan a VOX, está claro que alguien le ha puesto en las manos a Pablo Iglesias un excelente argumento de propaganda electoral, para hacer olvidar la violencia que se ejerció en Vallecas.
Este es el marco en que nos encontramos. Se ve agravado por quienes optan por el silencio y no hacen una condena rotunda a la violencia, que hoy por hoy, sólo se ha producido contra VOX. La sociedad española se halla ante un grave problema. Unos se dejan engañar por las mentiras evidentes y se hacen así cómplices de la violencia. Otros, los buenistas, quieren ignorar los acosos que ellos hoy por hoy no sufren, y por no “crispar” o por pretender que son cosas menores, guardan un “prudente” silencio que no es otra cosa que una penosa demostración de cobardía. La República empezó mal al tolerar la quema de iglesias en mayo de 1931; la Constitución de 1978 empezó mal tolerando el cáncer de ETA. No sigamos hoy tolerando la violencia que es incompatible con la “convivencia democrática”. Tengamos todo ello en cuenta a la hora de votar en Madrid.
Autor
- Administrador Civil del Estado.
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