06/07/2024 02:40
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El Museo Carlista de Madrid, situado en San Lorenzo de El Escorial, acaba de cumplir dos años. Su caso es excepcional; un Museo surgido de una pura iniciativa personal y dedicado monográficamente a la historia del Carlismo, un movimiento político con singular influencia en la historia de España de los dos últimos siglos.

Entrevistamos a Javier Urcelay, creador del Museo e incansable impulsor del mismo, un veterano directivo empresarial metido ahora a esa labor de mecenazgo social que en España significa casi siempre echarse un pesado fardo a los hombros por el puro amor al arte.

En días pasados ha realizado un balance público de los dos primeros años de actividad del Museo. ¿Cuál ha sido su objetivo al hacerlo?

La fundación de un museo de historia de España, aunque sea de un aspecto parcial de nuestra historia colectiva, es un compromiso con la comunidad a la que se pretende servir. No responde a la mera satisfacción individualista de una aspiración personal, sino al deseo de impulsar un proyecto comunitario. Es lógico, por tanto, querer compartir con todos los compatriotas que defienden nuestra Tradición los progresos del proyecto, su pálpito y la necesidad que el mismo tiene de sentir su calor y apoyo.

En el capítulo referente a los fondos del Museo, usted a destacado el enriquecimiento de la colección. ¿Qué piezas destacaría?

El Museo cuenta hoy con una gran colección de recuerdos carlistas, sin duda una de las más extensas y variadas de las existentes en nuestro país. No tanto por su valor material, sino por representar una completa visión de la historia del Carlismo, en sus diversas épocas y dimensiones, desde la militar, a las facetas política, social o cultural.

En el aspecto artístico, hoy el Museo dispone de una pinacoteca carlista de primer nivel, con obras originales de reconocidos pintores de distintas épocas, como Francisco Lacoma, Aimée Thibault, Vicente López Portaña, Luís López Piquer, José Agrasot, John Prescott Knight, José Soriano Fort, Manuel Ojeda Siles, León Abadías, José María Alarcón, Josep Cusachs, Enrique Gómez Martín, Gustavo de Maeztu, Fernando Álvarez de Sotomayor, Enrique Segura, Ramón Borrell, Mikel Olazábal, Augusto Ferrer-Dalmau, Vito Pollo, José Ferré Clauzel, Carmen Gorbe y otros muchos, en un conjunto monográfico de pintura carlista que por su cantidad y calidad no es posible contemplar en ningún otro museo.

Junto a ello, se reúnen otras piezas de notable interés, como un busto de Don Jaime de Borbón que perteneció al general Sanjurjo, la Cruz laureada de San Fernando concedida por Carlos V al general Cabrera, cartas y documentos autógrafos de los reyes carlistas y de los principales jefes militares y políticos del Carlismo, una colección de banderas de distintas épocas, recuerdos de los Tercios de Requetés de la Cruzada etc, que en total suman centenares de objetos expuestos.

El Museo cuenta también con una nutrida biblioteca especializada…

La vocación del Museo es ser no sólo un espacio expositivo, sino convertirse en un centro de estudios y divulgación de la historia carlista. A lo largo de más de treinta años, se ha conseguido reunir así una biblioteca especializada de más de casi 5.000 volúmenes, la mayoría de ellos publicados en el siglo XX y difíciles de encontrar en otras bibliotecas. Un recurso que puede ser de gran valor para todos aquellos que deseen realizar trabajos de investigación sobre una historia que, en muchísimos aspectos, está aún por descubrir y escribir.

En otro plano, usted se ha referido a que en este tiempo el Museo había realizado mejoras en el mobiliario y la ambientación…

El Museo se alberga en un singular palacete que ha cumplido ya los 102 años y tiene un gran encanto de época, y está dividido en tres secciones: la primera, con el estilo de un museo más convencional, está dedicada a las guerras carlistas. La segunda, con el ambiente de una vivienda de fines del XIX, está dedicada a la dinastía carlista. Y la tercera, que rodea a un pequeño salón de actos, es en la que se exponen la mayor parte de los cuadros. Inicialmente el Museo mantuvo una serie de muebles propios de una vivienda familiar, que han ido retirándose para primar el espacio expositivo, aun cuando el objetivo de las secciones primera y tercera sigue siendo que el visitante “se meta” dentro del ambiente de un hogar carlista, y no simplemente que lo mire desde fuera. Creo que ello constituye una diferencia frente a otros museos que son tipo galería.

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Usted ha destacado las visitas que el Museo ha recibido, a pesar de las limitaciones impuestas por la pandemia.

El Museo, que no es una entidad pública sino un espacio privado, no pretende atraer curiosos, sino personas interesadas en la historia carlista. Por ello no tiene un horario para que entre cualquiera que pase por allí, sino que las visitas se realizan siempre guiadas -con una explicación que dura entre 60 y 90 minutos- y con cita previa. Ello supone un esfuerzo personal importante, pero también es fuente de grandes compensaciones, y permite la realización de un “networking” que es clave para la divulgación del Museo y el cumplimiento de sus objetivos.

Las visitas en estos dos primeros años han superado las mejores expectativas, a pesar de las restricciones a la movilidad y el aforo. Y no por su cantidad, que también, sino sobre todo por la calidad de los visitantes, entre los que han predominado personas con un interés acreditado por la historia y el carlismo: historiadores académicos y estudiosos, militares, periodistas, escritores, militantes carlistas o miembros de familias ligadas al tradicionalismo… Me han resultado particularmente emocionantes las visitas de representantes de algunas de las estirpes familiares más vinculadas a la historia carlista, con apellidos como Habsburgo, Zumalacárregui, Baleztena, Orbe, Chicharro, Zavala, Hernando de Larramendi, Rada y otros muchos. Quiero mencionar expresamente la visita que realizó Don Luis Alfonso de Borbón, duque de Anjou y cabeza de la casa de Borbón, que ostenta los legítimos derechos al trono de Francia, y que aunque sea un representante de la rama alfonsina, mostró un gran interés por el legitimismo español a lo largo de su visita.

Por discreción no debo dar detalles, pero si mencionar que son ya muchos los nombres conocidos que han visitado el Museo y expresado la grata sorpresa que les ha supuesto. Otros muchos tienen prometida la visita una vez que la pandemia les permita viajar y desplazarse a Madrid desde Bilbao, Pamplona, Barcelona, Zaragoza, Asturias, Granada o Sevilla. El Carlismo sigue atrayendo la atención de personas procedentes de todos los rincones de España.

En su balance usted ha hablado también de algunas publicaciones realizadas por el Museo. ¿Puede darnos alguna información al respecto?

Como he mencionado anteriormente, la historia del Carlismo y su impacto en la sociedad española está en buena parte aún por escribir. Ocurre habitualmente con los perdedores -y el Carlismo perdió tres guerras, y tampoco resultó beneficiado de la que ayudó a ganar-: la historia la escriben los vencedores. Es, por tanto, mucho lo que aún se ignora y puede investigarse y darse a conocer. Los españoles de hoy no tienen ni idea que en el siglo XIX y buena parte del XX el Carlismo tuvo un apoyo popular que incluso llegó a ser mayoritario en la sociedad española en sus momentos de mayor esplendor, o que tuvo más de doscientas cabeceras de periódico, alguna de las cuales fue la de mayor tirada de su época. Es por ello que es fundamental la realización y publicación de estudios que vayan sacando a la luz esa realidad histórica.

Uno de los aspectos menos conocido es el de la influencia que el carlismo ha tenido en la cultura, y que es rastreable en aspectos que van desde la literatura a la música o a las artes plásticas. En este último terreno, el Museo ha publicado este año dos libros de los que soy autor; “La Dinastía Carlista en la Pintura” y “Veinte pintores filocarlistas”. Mucha gente se sorprenderá al descubrir las simpatías carlistas de muchos nombres importantes de nuestra cultura, como los escritores Jacinto Verdaguer, Valle Inclán o José María de Pereda, los pintores de la escuela paisajista de Olot (José Berga y los hermanos Mariano y Joaquín Vayreda) u otros como Zuloaga, Gustavo de Maeztu o Carlos Saénz de Tejada; o celebridades de su tiempo como el bardo Iparaguirre o la mezzosoprano Lucrecia Arana, esposa del escultor Mariano Benlliure.

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Tampoco conocen, por cierto, que también simpatizaron con el Carlismo nombres que hoy están en los altares, como San Ezequiel Moreno, Santa Joaquina Vedruna, Santa Ana María Janer o San José Manyanet, u otros beatificados, como el beato Francisco Palau o la beta María Rafols.

Usted menciona muchos proyectos del Museo, y también algunos retos por delante.

Proyectos muchísimos, porque la existencia de un museo como el Museo del Carlismo, y la oportunidad que representa de descubrir una parte de nuestra historia tan olvidada, esta llena de posibilidades para el apostolado patriótico, la batalla cultural y la acción cívica.

Entre los retos, uno domina sobre todos los demás: cómo asegurar la pervivencia del Museo y de lo que significa más allá de la vida de su fundador, y su proyección más allá de sus posibilidades físicas y económicas, ambas cosas necesariamente limitadas. No somos buenos los españoles para crear instituciones duraderas, que no dependan de una persona o del ciclo vital de sus promotores, pero hay que encontrar los medios para que esta obra perdure en el tiempo, para que una red de colaboradores amplíe su radio de acción, porque no debería cada generación tener que empezar otra vez de cero como tantas veces ha ocurrido con periódicos, revistas, editoriales, círculos, fundaciones y tantas otras instituciones necesarias para dar apoyo a una Causa cuya existencia no puede ser pasajera, porque es la Causa de la España eterna.

Mi siguiente pregunta iba a ser por los motivos que pueda darme para visitar el Museo, pero, sinceramente, me sobran los dados para no perdérmelo. Si el lector desea conocer más sobre esta loable iniciativa, puede hacerlo en la página web habilitada por el propio museo: www.museocarlistademadrid.com

Muchas gracias a Javier Urcelay por estas explicaciones, y ahí queda su llamamiento. Sólo soplando entre todos los que amamos a España, conseguiremos que cambien a mejor los vientos de la historia.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.