22/11/2024 01:18
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DEL ABRAZO DE AZNAR CON BUSH

a la humillación de Sánchez con Biden

Ningún Presidente español llegó a más

ni un Presidente español llegó a menos

ASÍ NOS VA A NIVEL MUNDIAL
De vergüenza en vergüenza
De humillación en humillación
De derrota en derrota…
gracias a un Gobierno Progresista-
comunista-independentista
y bildu-terrorista.
 
Aznar será lo que queráis (o lo que quieran los comunistas-podemitas), pero transcurridos 13 años va siendo hora de que se reconozca que «la foto de las Azores y la reunión en el rancho de Texas fue la cumbre diplomática de la imagen de España,  porque algo parecido no sucedía desde Carlos I y Felipe II.
     Ver al Presidente del Gobierno de España sentado y tuteándose con el Presidente  de los Estados Unidos de América, la primera potencia, sin duda, del mundo, era para que, sólo por eso, se le tuviera un reconocimiento especial.
Porque España no podía llegar a más en el concierto de las Naciones y se destacaba de entre los cientos de Presidentes que hacían cola ante la Casa Blanca.
Quizás porque la Izquierda, siempre sumisa a los dictámenes de Moscú, aunque ya no esté su adorado padrecito Stalin, no ha comprendido, o no le han permitido que comprenda,  que para ser ALGUIEN en este mundo no hay más remedio que llevarse bien con los Estados Unidos de América, el más grande de los grandes.
     Y por eso no respetar la bandera de las barras y las estrellas y abandonarla en plena guerra acaba pagándose.
      De ahí que ver a Don José María Aznar, aunque sea un antipático y un soberbio a nivel personal, sentado al lado del Presidente Bush y junto al Primer Ministro inglés, fue un verdadero acontecimiento y motivo de orgullo para los españoles bien nacidos (y lo digo sin tapujos: no es bien nacido el que no siente el orgullo de ser español).  A pesar de que los comunistas le llenaran de «merde» achacándole la  Guerra de Irak (¡a Zapatero por la de Afganistán, no, a él por la de Irak, sí!).
     ¡¡Dios, cuánto, cuánto, cuánto, habría pagado, o estaría dispuesto a pagar Don Pedro Sánchez, por haberse podido sentar al lado del Presidente Joe Biden y cuántos trozos de España estaría dispuesto a regalarle por pasar un fín de semana con él y en vaqueros en su residencia de verano en la mansión de Fufax,en Vrginia!!!!
Bueno, pues así escriben la historia los comunistas y más estos comunistas de salón que están hundiendo a España en la miseria en el interior y de vergüenza y deshonor en el exterior…
 Eso sí, con el beneplácito de la Derecha del cobardica Casado y el Don Teo fullero y compra-votos de Murcia, los empresarios de las subvenciones, los obispos y cardenales pederastas y hasta con los corderos chupópteros del PSOE sanchista.
            Y si quieren saber más lean lo que les reproduzco.
 
La noche del rancho de Texas J. Casado

 

José María Aznar supo que George W. Bush invadiría Irak, con o sin resolución de Naciones Unidas, cuatro meses antes de que los aviones estadounidenses bombardearan Bagdad. Se lo dijo el propio presidente de los Estados Unidos un fin de semana en el rancho de Crawford (Texas, EE UU).

Aunque Aznar no mostró ninguna fisura en su apoyo, le pidió paciencia, que le ayudara con la opinión pública española y que hiciera lo posible para conseguir respaldo internacional para una segunda resolución del consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Le pesaba la repercusión que tendría en la opinión pública española, que semanas atrás ya se había manifestado multitudinariamente contra la amenaza de intervención armada en el país mesopotámico.

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Todo esto se desprende del acta-resumen que hizo el embajador de España en Washington, Javier Rupérez, de una reunión de Aznar con Bush celebrada el 22 de febrero de 2003 en el rancho de Crawford, Texas (EE UU), en la que estaban también la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice; el responsable de asuntos europeos del Consejo de Seguridad Nacional, Daniel Fried; el asesor español de política internacional, Alberto Carnero, y el citado embajador. 

En esa reunión se habló por teléfono a cuatro bandas con el primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente del gobierno italiano, Silvio Berlusconi. El diario «El País» tuvo acceso al acta de esa reunión y difundió ayer su contenido.

Aznar venía de entrevistarse con el presidente de México, Vicente Fox, para conseguir su apoyo a Bush. Llegaba con un fracaso.

En el fin de semana del rancho de Crawford tuvo la certeza de que «llegó el momento de deshacerse de Sadam» y que, aunque Bush buscaba una segunda resolución de Naciones Unidas y prometía que usaría la retórica lo más sutil posible para lograrla, «si alguien veta, nosotros iremos (…) Estaremos en Bagdad a finales de marzo».

 

Bush estaba seguro de dónde quería llegar. Aznar de que le acompañaría. Pero en su conversación se nota que el presidente español siente los riesgos que asume ante su opinión pública y teme los modales expeditivos de Bush y su discurso incomprensible para la sociedad española. Hablan de lo mismo pero con dos comprensiones diferentes.

 

Por entonces, Bush valoraba que cuando llegaran a Bagdad había un 15% de posibilidades de que Sadam «esté muerto o se haya ido» y aunque «nos gustaría actuar con el mandato de Naciones Unidas» ya tenía preparado todo el plan de acción, focalizando mucho los objetivos, diezmando a las tropas leales, tratando a los generales como criminales de guerra, enviando paquetes de ayuda humanitaria: «podemos ganar sin destrucción», vendía con un optimismo que Aznar no parecía compartir cuando apostillaba: «Es importante contar con una resolución. No es lo mismo actuar con ella que sin ella», aprobada con mayoría aunque alguno de los grandes países emitiera un veto.

Bush le respondía: «La resolución estará hecha a la medida de lo que pueda ayudarte. Me da un poco lo mismo el contenido».

 

Aznar se ofrecía a conseguir más patrocinadores y coautores: «el próximo miércoles [16 de febrero] me reúno con Chirac. Bush no quería líos con los franceses aunque se quejaba de que Chirac se creía «Mister Arab».

 

Aznar llega a pedir paciencia a Bush, que replica que la tiene «agotada». «No te pido que tengas una paciencia infinita. Simplemente que hagas todo lo posible para que todo cuadre».

 

Bush no parece tan preocupado por la cuadratura. Se queja, amenazante, de que México, Chipre, Angola y Camerún no actúan «con un sentido de amistad hacia nosotros» a pesar de que tienen pendientes de confirmación en EE UU el Acuerdo de Libre Comercio (caso de Chile) o que reciben fondos que se les puede quitar (como los del Millenium Account de Angola). «Y Putin está poniendo en peligro las relaciones de Rusia con los Estados Unidos». Confiesa que no le importa jugar el «papel de «poli malo» y que Blair sea el bueno».

 

Aznar insiste en pedir ayuda con la opinión pública española y Bush responde: «Haremos todo lo que podamos. El miércoles voy a hablar sobre la situación en el Oriente Medio, proponiendo un nuevo esquema de paz que conoces y sobre las armas de destrucción masiva, de los beneficios de una sociedad libre, y situaré la historia de Irak en un contexto más amplio. Quizá os sirva».

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A Aznar le supo a poco porque ahí es donde le hace notar la gravedad del cambio que pretende en España: «Estamos cambiando la política que el país había seguido en los últimos 200 años».

Replica Bush: «A mí me guía un sentido histórico de la responsabilidad, igual que a ti. Cuando dentro de unos años la Historia nos juzgue no quiero que la gente se pregunte por qué Bush, o Aznar, o Blair no hicieron frente a sus responsabilidades (… ) Estoy convencido de que conseguiré la resolución».

«Lo único que me preocupa es tu optimismo», zanja Aznar.

 

A Bush las reticencias europeas no le venían mal. Al europeo Aznar, sí. Bush: «Cuanto más me atacan los europeos tanto más fuerte soy en los Estados Unidos». Aznar: «Tendríamos que hacer compatible tu fortaleza con el aprecio de los europeos».

 

No consiguieron el compromiso de otros países que les garantizara los votos para dar cobertura legal de Naciones Unidas pero Aznar fue el 16 de marzo de 2003 a la cumbre de la Azores con Bush y Blair para anunciar la invasión de Irak.

Además de su presencia, había puesto su granito de arena para que se celebrara allí. La propuesta de Bush era que se realizara en Las Bermudas pero Aznar objetó que «el sólo nombre de esas islas va asociado a una prenda de vestir que no es precisamente la más adecuada para la gravedad del momento en que nos encontramos». ¿Pensó que las Azores, donde se sitúa el anticiclón que trae el buen tiempo a España le ayudaría con la opinión pública?

 

 

 

 

 

El líder del PP, Mariano Rajoy, defendió ayer el papel que jugó ante el presidente Bush el ex presidente Aznar, porque «era el que le decía «hombre, haz un esfuerzo, es importante ir con una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas»». Por su parte, también la segunda teniente de alcalde y concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, Ana Botella, salió en defensa de su marido y aseguró que «prefiere» ver «al presidente de mi país» en la foto de las Azores «que con el señor Chávez».

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.