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Hablar a la izquierda madrileña del Hospital Enfermera Isabel Zendal es algo así como poner banderillas negras al morlaco. Mientras la comunidad de Madrid se siente orgullosa de poder mostrar el hospital y los logros en el mismo, el Gobierno de Pedro Sánchez entra en pánico; de ahí que haya prohibido la visita al vicepresidente de la Comisión Europea. Hablamos de Margaritis Schinas. Con las elecciones a la vista, tiembla el ‘Rasputín’ de Moncloa; máxime tras las reiteradas alabanzas de la prensa europea. No por casualidad se habla ya del “milagro madrileño” y, en lo que a Ayuso se refiere, de la “luchadora incansable” y “heroína madrileña” contra la pandemia.
De forma torticera se ha ocupado el ‘Gobierno de la Muerte’ de desviar la intención del vicepresidente, Schinas. Hay que sacarlo de Madrid no sea que vea los logros en la comunidad y los difunda. En el tándem Sánchez-‘Rasputín’ han entrado en ebullición el nerviosismo y el desasosiego, de la misma forma que la visita ha crispado la tranquilidad de Moncloa, al igual que la analfabeta metedura de pata del alcalde balear confundiendo el franquismo con no se sabe qué.
El primero en sorprenderse de la rácana decisión del Gobierno ha sido el propio director en funciones de la Oficina de la Comisión Europea en España. Si bien hoy el Zendal es un trofeo del centro-derecha, no tardando se convertirá en panteón permanente de la izquierda radical y en túmulo del nefasto socialismo. Desde Moncloa ya se habla de suprimir el hospital Isabel Zendal cuando sus candidatos lleguen a la Puerta del Sol: esa izquierda de zahúrda y albañal lo ve como un gasto a destiempo, sin más. Lo que menos preocupa al Gobierno central es la ciudadanía. Tan sólo los votos son prioridad. El caso es mantenerse en el machito, aunque éste esté viejo y para el arrastre, como la ministra de Educación y Formación Profesional.
Desde Europa ya han mostrado su rechazo a la decisión del ‘Gobierno de la Muerte’. Schinas se siente contrariado al no poder conocer las bondades del Zendal. Por cortesía y protocolo, y muy a su pesar, aceptará las indicaciones del Ministerio de Sanidad para su visita. Mientras los líderes europeos y la prensa internacional consideran que el Zendal representa un esfuerzo sin precedentes en la lucha contra la pandemia, la Oficina de la Comisión Europea interpreta que está recibiendo una bofetada en la cara por parte del Gobierno de la destartalada España.
Negar el veto a la visita es negar la evidencia. Con ese veto, el Gobierno Sánchez pone la guinda al pastel del desprecio hacia la Comisión Europea. Los complejos de Sánchez son cada vez más peligrosos y preocupantes. Resultan ser los típicos de un enfermo obsesionado, narcisista y acomplejado que — tras todas esas deficiencias personales y convivenciales– esconde un mecanismo de compensación que oculta viejas frustraciones muy propias de personas inseguras. Pedro Sánchez, sin haber leído al filósofo y matemático, Bertrand Russell, comete el error de sustituir el conocimiento por la afirmación de que es verdad lo que él desea. La paranoia le encandila, de ahí que lentamente haya destrozado a su ‘brida’ direccional, Iván Redondo, ayer ‘Rasputín’ mayor de la información y la comunicación de Moncloa.
Fernando Prados, coordinador general del Hospital Isabel Zendal, no daba crédito al veto del ‘Gobierno de la Muerte’. Incluso ha declarado que es una lástima que alguien como el representante de la Comisión Europea «no pueda ver lo que estamos haciendo aquí, sobre todo el trabajo de los profesionales que es digno de ver». Nadie tiene valor a poner en duda la transparencia del Zendal y el funcionamiento del mismo; hasta la extrema izquierda y el nefasto socialismo empiezan a calcular sus palabras, sobre todo tras haber afirmado que lo cerrarán, en un arrebato de incendio políticamente incorrecto.
En el ‘Gobierno de la Muerte’ hay miedo a que se vea la gran labor que están haciendo los profesionales. Por eso no sorprende que «nadie del Gobierno de España ni del partido del Gobierno ha venido a verlo. Sí han estado responsables de la oposición». Parece que es más fácil desde ese ‘Gobierno de la Muerte’ aventar odio y conceder subvenciones al crimen bolivariano que reconocer los aciertos del contrincante político. Edward Kennedy insistía en que “En la política es como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal”. ¿Se aplicarán este contenido los pollinos de Moncloa?
En fin, hoy no hay duda de que, transcurrido un año desde la llegada de la pandemia, el Hospital Enfermera Isabel Zendal es una referencia para todo el mundo. Tan sólo el radicalismo de la desnortada izquierda cree con suma facilidad las más grandes falsedades con categoría de necedades.
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