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Los talibanes afganos viven en las grutas de la prehistoria. Los talibanes occidentales habitan en los laboratorios de ingenieria social: instituciones políticas, Medios de Comunicación y demás chiringuitos adyacentes. Los talibanes afganos imponen a sangre y fuego un totalitarismo teocrático que arrebata al hombre el libre albedrío en nombre de un un dios brutal, oscuro vengativo, que gobierna hasta en sus sueños y que rige con el látigo y la espada sus rutinas cotidianas, sus palabras, sus gestos y hasta sus miradas. Los talibanes occidentales predican e imponen una religión pagana cuyo belén (literal y metafórico) son las cenizas del Siglo XX originadas por el fracaso del misticismo político Nacionalsocialista y Comunista.

Los talibanes occidentales rescataron de los escombros del Apocalipsis de la II Guerra Mundial y del colapso soviético de 1991, los ritos y la mañas que exaltaron hasta los altares europeos la raza y la clase social, adecuándolos a los evangelios de la posmodernidad: el multiculturalismo y el  mercado libre en el que se venden plátanos y políticos en los hipermercados electorales. La raza aria del talibán occidental la compone el caleidoscopio multiétnico que otorga más derechos y protección al forastero que al nativo, sin que al talibán occidental le perturbe la injusticia implícita en su Declaración Universal de Derechos Absolutos Multiétnicos a costa del trabajo, el sudor y los impuestos de la etnia multisecularmente residente. Del mismo modo, el talibán occidental parte del célebre y siniestro error marxista que establecía que “los trabajadores no tienen Patria” para dogmatizar urbi et orbi que “los consumidores no tienen Patria”. Y es verdad, pues devenido el hombre mera herramienta económica  su mutación en consumidor como valor supremo del libre mercado es puro e inapelable darwinismo socioeconómico. Y en esa Arcadia Feliz del Talibán Occidental, la concepción transcendente del hombre cabe toda en el segmento de su anatomía que va de la boca al ano y convierte al hijo de la Filosofía Griega, del Derecho Romano y del Cristianismo en un zampabollos apátrida, consumidor compulsivo que en los mercados universitarios compra la Agenda 2030 y en las lonjas de mercaderías la quincalla nutritiva que rebosa en sus despensas y en sus armarios.

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Los talibanes occidentales han huido a uña de caballo de Afganistán porque lo que allí les llevó no fue la vocación imperial, civilizadora y misionera que hizo grande y universal a Occidente, desde las Águilas de Roma hasta la Cruz de San Andrés de los Tercios Viejos españoles. Lo que les llevó a Afganistán fue el Mercado, y en los zocos afganos la quincalla democrática y liberal, tolerante y plurisexual, multiétnica y de panteones sin alma no la compra nadie. Absolutamente nadie. Muertos, polvo, derrota y huida, ese es el balance del los veinte años de catequesis de los talibanes occidentales en Afganistán.

Autor

Eduardo García Serrano
Eduardo García Serrano
Eduardo García Serrano es un periodista español de origen navarro, hijo del también periodista y escritor Rafael García Serrano. Fue director del programa Buenos días España en Radio Intereconomia, además de tertuliano habitual de El Gato al Agua en Intereconomia Televisión. Desde el 1 de Febrero del 2019 hasta el 20 de septiembre del 2023 fue Director de El Correo de España y de ÑTV España.