
Cuando estudié latín en BUP y COU en la Institución Familiar La Farga de Mira-sol (Sant Cugat del Vallés), los compañeros reíamos con la viñeta del «miles gloriosus», que aparecía en uno de los capítulos de nuestro libro, y que representaba a un soldado romano en actitud ridícula, entre el sonrojo y la picardía, como si lo hubieran cogido «in fraganti». Me acuerdo que preguntamos al profesor lo que quería decir «gloriosus» y él nos ilustró sobre el protagonista de la obra de Plauto, que ya marcaba el prototipo de lo que es un fanfarrón.
Aquí en España, la fanfarronería continúa estando presente, pero aumentada, y podría decirse que con más empuje… Sí, en la España actual estamos rodeados de pedantes y fanfarrones: presumen los que ni son apuestos ni visten bien, se envanecen los que obtienen premios o buenos resultados en el trabajo o los estudios sin merecerlo; aparentan éxito los que solamente han emprendido algo que carece de razón; se congratulan petulantemente los que dicen dominar los medios de información y las nuevas tecnologías; practican la pedantería los que manifiestan conocer medio mundo, sus culturas, el progreso y el auténtico poder.
Otros cuantos se creen únicos abanderados de la verdad, e ignoro si todos estos protagonistas son conscientes del resplandor que los adorna o del engaño añadido de las apariencias. En cualquier caso, jugando con las palabras, puede afirmarse que hay, cada vez más, miles de «gloriosus», siendo especialmente visibles en la televisión, en esos programas pedantes que asoman cada tarde, programas que vale la pena preguntarse si aportan algo, aunque también sé que para la mayoría supone pasar el rato, pero eso sí, la justificación es flojita e inconsistente, ya que quienes ven unos cuantos minutos de esos reprobables programas, suben al pódium de la fama a unos famosillos del «tres al cuarto» que en lo diario de la vida «no saben hacer la «o» con un canuto».
Si hubiera que ironizar sobre el tema, podría decirse que en España, desde hace ya algunas décadas, formamos parte de una colosal platea circular y rotatoria, rodeada por pequeños escenarios en los que no faltan, entre otros, los «gloriosus», y a lo mejor quedaría mejor cantar la popular canción que dice así : «Con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones». ¿O no?
Autor

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José Antonio Ávila López
Nacido el 26 octubre de 1970 en Terrassa (Barcelona), pero siempre ha
vivido a 9 km (en Rubí), a excepción de dos años que residió en Valencia
(2014-2016). Licenciado en Filología Hispánica, ha trabajado en
asesorías y gestorías como corrector de textos y asesor político.
Siempre le ha gustado leer y escribir, la literatura y la política
son una pasión: con 25 años ya fue asesor político y con 29 concejal
de Comunicación. El periodismo escrito le ha encantado desde muy joven,
y ha publicado alrededor de 1.500 cartas al director y artículos
y columnas de opinión periodísticas.
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