14/05/2024 19:38
Getting your Trinity Audio player ready...

“Nada nuevo hay en la viña del Señor” dice el viejo dicho popular. Y esto es perfectamente aplicable a los ciclos históricos. Hoy, cuando observamos la crisis que se ha desatado en el este de Europa me pregunto si un vistazo a las constantes históricas pueden servir para darnos luz a lo que está sucediendo en la “Ucraniya” ( frontera) del otrora imperio zarista y posteriormente Unión Soviética.

Que la geografía define la política de los Estados es algo obvio. Y si completamos ésta con la disponibilidad de recursos energéticos, base de toda economía, nos encontramos con un conjunto de factores esenciales para comprender desde la gran perspectiva lo que sucede en el mundo.

El geógrafo británico Mc Kinder describió hace más de cien años su teoría del pivote histórico. En ella dividía el mundo según su particular opinión en una tierra corazón – la isla mundial – constituida por Eurasia y en dos corredores o anillos que la rodeaban: uno interior que iba desde las islas británicas hasta el Japón y otro exterior desde América pasando por el sur de África, Australia y de nuevo América.

De forma sintetizada la teoría de Mc Kinder preconizaba que aquella potencia que dominara la masa euroasiática dominaría el mundo por ejercer el control de su centro de gravedad así como el de las inmensas reservas no explotadas de energía.

Spikman, también geógrafo y teórico de la geopolítica adaptó las teorías de Mc Kinder al mundo posterior al de la Segunda Guerra Mundial. Teorías en gran medida seguidas por los EEUU a partir de la posguerra.

Llegar a la conclusión, o no, de si a estas alturas del siglo XXI, en el mundo globalizado de hoy, dichas teorías siguen siendo válidas requeriría un estudio profundo que se aleja de la inmediatez de estas líneas; sin embargo una visión de los acontecimientos históricos de los últimos decenios nos muestra que casi todos los conflictos se han producido en el anillo interior que rodea a la denominada tierra corazón dándole, quizás, la razón al geógrafo británico.

Vietnam, Afganistán, Irak, Medio Oriente o los Balcanes son ejemplos de guerra abierta en los que siempre nos encontramos a los EEUU y a Rusia detrás de ellos; lo mismo podría decirse de conflictos no abiertos pero generadores de grandes tensiones políticas y sociales como ha sucedido en los países bálticos o en Polonia. Y no nos olvidemos que en un mediato futuro  la pugna se extenderá al control de las inmensas reservas energéticas bajo el polo norte. Al tiempo.

La premisa básica de la teoría de Spykman, citado líneas arriba, era que el balance de poder en Eurasia afectaba directamente a la seguridad de los EEUU y que si esta nación quería mantener su supremacía mundial era imprescindible mantener una presencia activa a lo largo de toda la zona geográfica que componía el denominado anillo interior lo que implicaba a su vez mantener una Armada poderosa y por otra parte una presión constante sobre la frontera oeste de Eurasia.

Así nos encontramos, como si de aplicación rigurosa de las teorías de la escuela geopolítica de Spykman se tratara, a la UE y a la OTAN influyendo y presionando en toda esa frontera oeste de la porción de Eurasia que dominaba otrora la Unión Soviética, y hoy Rusia, así como a lo largo del resto del inner crescent, el anillo interior citado, con todo un despliegue militar de los EEUU materializado por alianzas cuando no por presencia activa en Afganistán, Irak y en todos los mares.

Y si nos detenemos a analizar lo sucedido en la Europa Oriental desde la caída del Imperio Soviético hasta nuestros días, vemos primero como cayeron de la órbita rusa los países bálticos al norte y luego al sur los balcánicos; siempre y en ambos casos con la sombra de los EEUU de una parte y de otra la de Rusia.

LEER MÁS:  Y para qué cojones pagamos a los de verde y tenemos a soldada a unas Fuerzas Armadas de las que tendríamos que prescindir. Por Pablo Gasco de la Rocha

Tal parece que los esfuerzos de ambas partes responden a evitar que sea sólo una potencia la que domine la tierra corazón como prescribía Mc Kinder.

Y es en esta cadena de acontecimientos cuando ahora nos encontramos de nuevo a los EEUU y Rusia pugnando por el control de la zona centro de la frontera oeste de Eurasia: en Ucrania. ¿El eslabón que faltaba?

Los sucesos que allí están teniendo lugar responden al paradigma de lo acaecido en la otrora próspera Yugoslavia. Allí si recordamos convivían diferentes etnias bastante mezcladas pero estructuradas en diferentes regiones: Serbia, Croacia, Bosnia… etc.

De repente movimientos nacionalistas auspiciados, cuando no apoyados, por los EEUU y la UE provocaron una sangrienta guerra que rompió en pedazos la nación yugoslava. La influencia rusa quedó maltrecha, y la de los EEUU desde entonces, presente y reforzada ¿Se acuerda alguien de Kosovo?

En Ucrania está sucediendo exactamente lo mismo. Desde Occidente se incide sobre lo que separa al pueblo ucraniano: las diferencias entre los pro occidentales y los pro rusos. La finalidad de unos y otros es en definitiva, desde la perspectiva de la teoría geopolítica, el control de la frontera oeste del anillo interior “frontera” de la tierra corazón.

Hay un aspecto muy a considerar en todo este conflicto que es el de la manipulación de la opinión pública. Como siempre sucede. Sirva como ilustrativo de ello la experiencia personal vivida allá por la primavera de 1999 cuando los ataques de la OTAN a Serbia. No recuerdo el día exacto pero sí cuando un misil de la OTAN impactó directamente en la Embajada de China en Belgrado en horas de trabajo. Las imágenes de la CNN y por supuesto las de TVE mostraban el destrozo, pero enfatizando en que no había habido víctimas. Por el contrario la TV serbia mostraba imágenes espeluznantes de cadáveres y heridos.

¿Dónde estaba la verdad? No lo sé. Pero evidentemente la opinión de los serbios y la de los españoles era bien diferente según, claro está, las imágenes que vieran. En Ucrania me temo que está pasando lo mismo.

Y en este contexto leo, hoy, que los EEUU proponen medidas económicas sancionadoras contra Rusia lo que no deja de ser curioso ya que el posible impacto de éstas sobre la economía norteamericana sería mínimo – los acuerdos comerciales entre los EEUU y Rusia no alcanzan el 1% del total – mientras que Europa es dependiente en un elevado grado del gas ruso que pasa directamente por Ucrania.

¿Seguirá siendo válido el pensamiento geopolítico de Spykman derivado del de Mc Kinder? Tal vez todo cuanto he escrito sólo sean coincidencias y casualidades fruto de la imaginación.

Pero insisto que la geografía determina una y otra vez la política de los pueblos, algo que los estudiosos de la historia conocen sobradamente. Los conflictos se repiten una y otra vez inexorablemente.

Sirva como ejemplo de lo dicho, cómo, Francia y Alemania de una parte, o Rusia y Polonia de otra, han combatido entre ellos a lo largo de los siglos en múltiples ocasiones. Y si estos ejemplos resultaran hoy lejanos no lo es tanto el observar como los acaecidos recientemente en los Balcanes son simplemente la repetición de los habidos hace no más de cien años.

LEER MÁS:  Ellos lo tienen todo. Por el General Chicharro

Los sucesos presentes en Ucrania, así como otros en diferentes republicas de la vieja Unión Soviética, nos llevan a pensar si no estamos de nuevo ante hechos derivados de la propia geopolítica.

Rusia es la parte oriental de Europa y a lo largo de los últimos dos siglos ha colisionado con el resto de Europa en múltiples ocasiones. En la guerra contra Napoleón, en las dos guerras mundiales y finalmente en la denominada guerra fría . Y no puede decirse que al final nos encontremos ante una Rusia rota sino todo lo contrario. Hoy, Rusia emerge de nuevo como una gran potencia.

George Friedman, eminente politólogo y amante de la prospectiva , de quien recojo sus ideas , mantiene que el estudio de la historia y de la geopolítica debería advertirnos del inminente peligro que supone para occidente la creciente y poderosa Rusia.

Friedman nos dice que el resultado final de la guerra fría fue un fiasco, que de haberse conseguido el colapso total de la Federación Rusa, y su desintegración en múltiples Estados pequeños, la siempre amenaza rusa sobre Europa se habría disipado.

Sin embargo la debilidad de Europa, la preocupación de los EEUU con la amenaza islamica y una China emergente han propiciado el resurgir de una Rusia indemne.

Todo parece indicar que los factores seculares que marca la geopolítica reaparecen una vez más.

Con una Rusia revitalizada el conflicto reaparece una y otra vez.

No es de prever en principio una similitud con la guerra fría, así como la Primera Guerra Mundial no se pareció al de la guerra con Napoleón, pero el hecho de una Rusia unida y fuerte nos plantea incógnitas por venir.

Una cosa está bien clara. Rusia busca reincorporar a su órbita aquellas naciones como Ucrania, Bielorrusia y otras que formaban parte de la otrora Unión Soviética y que constituían amortiguadores al espacio estratégico de su defensa .

Por otra parte Rusia ha devenido además en un suministrador esencial de energía lo que convierte a muchos países de Europa en cuasi dependientes de ella y sujetos en gran medida de todo tipo de presiones.

La realidad es que continuamos asistiendo a movimientos en las fronteras occidentales de la propia Rusia, que en muchos casos devienen una y otra vez en conflictos. Lo estamos viendo ahora en Ucrania.

La geopolítica marca sus rumbos inexorablemente, pero no cabe menospreciar otros factores con gran influencia en el devenir de los acontecimientos y que conviene siquiera destacar. La demografía entre otros.

Rusia tiene en estos momentos una población de unos 150 millones de personas pero la perspectiva para dentro de treinta años es de apenas unos 100 millones, a lo que hay que unir la disminución acentuada del predominio de la propia etnia rusa, lo que podría traducirse en medidas contra reloj lo que añade una nueva incógnita a un incierto porvenir. Da la impresión que los dirigentes rusos son conscientes de esta circunstancia y de ahí la sucesión continuada de acontecimientos en sus fronteras occidentales.

Parece que tienen prisa.