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Acabo de ver ganar a Rafael Nadal su Décimo Segundo Trofeo Conde de Godó y hasta me he olvidado y recuperado del cabreo que tengo por las Elecciones del 4-M. Señores, viendo a este hombre  jugar, luchar, ganar y ser español a uno le dan ganas de mandar a Groenlandia a todos nuestros políticos (aunque a algunos un bastante más lejos y a dos en concreto, el Sánchez y el Iglesias, ya a la  siberiana directos). Es increíble… y para orgullo de los bien nacidos con la bandera de España en todo lo alto.
                Y por eso saco de la tumba a mi buen amigo MIguel Ors, el gran periodista que vivió y murió pidiéndole al  Rey Juan Carlos primero y en cuanto llegó a Felipe VI,  el «TOISÓN DE ORO» para él, porque sé que hoy, a estas horas, estará ya pidiéndole a su Dios, que es el nuestro, al menos el mío, esa máxima condecoración que la Corona de España ofrece a sus mejores hijos.
                   70 veces 7 le escribió a Sus Majestades y 70 veces 7 el Grandísimo Nadal se quedó sin «Toisón» y 70 veces 7,  cada vez que el genio de la tierra batida o en la hierba ganaba un nuevo Trofeo…y la cumbre ¡ese Roland Garrós que ya tiene en propiedad!, mi amigo Miguel me llamaba y casi llorando me decía:
             —   Merino, si Nadal fuese inglés la Reina lo habría hecho ya diez veces «Sir», «Lord» o socio de la Corona… le volveré a escribir al Rey.
                Bueno,pues como mi amigo ya se fue yo en su nombre le pido al Rey Don Felipe VI  que no lo piense más y que hoy mismo le conceda el «Toisón de Oro» y los españoles, primero se olvidarán de lo que está pasando en estas pandémicas elecciones del 4-M, y luego se sentirán más españoles.
          Señor, si hubiese muchos Nadales España sería lo que fue.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.