02/10/2024 07:35
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Todavía no nos habíamos recuperado del escándalo que suscitó la “ley trans” y la  del “solo sí es sí”  cuando la ministra de Igualdad Social vuelve a obsequiarnos con otra de las suyas, en forma de unas manifestaciones  en el parlamento, que dejan ver a las claras en manos de quien estamos.  Estas son  las palabras  que salieron de la boca de Irene Montero el día  21 de septiembre, en respuesta a la diputada de vox  Lourdes M. Monasterio: “Todas las niñas, los niños, les niñes de este país tienen derecho a conocer su propio cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren y que eso es una forma de violencia, tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas eso sí, en el consentimiento”. Ello ha levantado una polvareda en las redes sociales y ha sido motivo para que muchos ciudadanos escandalizados la acusaran de corruptora de menores  y se lanzaran a recoger firmas, pidiendo el cese fulminante de quien actualmente ostenta el cargo de ministra de Igualdad Social. Algún organismo ha tomado ya la iniciativa en orden a judicializar el caso,  también Vox quiere tomar cartas en el asunto y por boca de su portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros,  hemos podido saber  que piensan  presentar una proposición, no de ley, para reprobar a la ministra, al tiempo  que emprenderán posibles  “acciones legales ante el tremendo daño que  está causando al bienestar de los niños y las niñas en España”

 

Yo no sé si en estas palabras de Irene Montero  hay un enaltecimiento,  blanqueo, o como quiera llamarse, de la pedofilia, será el juez quien deba decirlo. Lo que sí parece claro es que estas escandalosas palabras ponen en evidencia la ignorancia, la desvergüenza  e insensatez, de quien las ha pronunciado, que por cierto, no es una cualquiera, sino nada menos que una  mandataria del gobierno de España y por tanto representante de  muchos padres españoles honrados, que con toda la razón del mundo se sienten indignados y abochornados. Por razón del cargo que ostenta, esta  mujer debiera saber que el Código Penal español no consiente a una persona adulta mantener relaciones sexuales, bajo ningún pretexto,  con menores de edad,  castigando con penas de dos a seis años de prisión para quienes mantuvieran este tipo de relaciones con  quienes todavía no hayan cumplido 16 años, de modo que eso que dice textualmente de que: “el niño, la niña o el niñe, tienen derecho a tener relaciones sexuales con quien les dé la gana”, no es cierto. Por ello no deja de ser una canallada expresarse de la forma que lo ha hecho ella, creando cuando menos una confusión en asunto tan grave.

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Curioso, o mejor dicho, grotesco resulta oír hablar  de proyecto pedagógico para la educación sexual de los niños en las escuelas, a quien no tiene ni idea de pedagogía,  está poseída por la ideología de género y además considera que el sexo no es más que un divertimento, un juego para pasar los ratos de ocio y no aburrirse, así, sin mayor trascendencia. Naturalmente, con esta visión tan ramplona, no es de extrañar que se haga apología del amor libre y se diga que en cuestión de sexo todo está permitido, siempre que haya consentimiento por ambas partes. Estamos ante una clara deformación ética y humana, que compromete a la dignidad de la persona. En la banalización del sexo encontramos el origen    de los innumerables despropósitos en materia de educación, que han acabado institucionalizándose y que amenazan con intoxicar las mentes infantiles, que todavía no han desarrollado los anticuerpos suficientes como para poder defenderse de esta agresión y esto, por donde quiera que se lo mire, es un atropello difícil de asimilar.  

 

Frente a tanta corrupción y mentira necesitamos con urgencia descubrir el sentido mágico, numinoso, casi sagrado, del sexo, que le vincula al amor generoso y al milagro de la vida, llegando a ser expresión de lo que significa amar y ser amado, vivir y ser capaz de trasmitir vida. El sexo, si es auténtico, nunca debe ir disociado de la afectividad y esto es lo que se debiera enseñar en las escuelas, pero no se hace.  Con el pretexto de que  esta orientación está inspirada en prejuicios cristianos, se ha dejado de hablar en las  aulas de una concepción de la sexualidad, que está por encima de lo puramente biológico, para centrarse única y exclusivamente en el instinto y en cómo obtener el mayor placer posible, sin el riesgo de que se produzca  un embarazo no deseado y en el caso de que esto sucediera, facilitar las cosas dando a conocer los mecanismos legales para que cualquier criaturita por su cuenta y riesgo, sin consultar con nadie, pudiera tomar una decisión como quien se bebe un vaso de agua. En la escuela se está inculcando a los niños que tienen todo el derecho a decidir por sí mismos si quieren ser hombre o mujer, tener relaciones sexuales sin ningún tipo de compromiso y si eres pareja gay, que injusta es la Iglesia que no os permite uniros a través del sacramento matrimonial, todos los miramientos y cuidados para quien quiera dejar de ser heterosexual, pero ojo con insinuar siquiera que existen terapias para dejar de ser homosexual. ¿Nos hemos vuelto locos? La cosa viene ya de atrás y habría que remontarse a Simone de Beauvoir, convertida en matrona de cuyos pechos se han alimentado las desmadradas feminoides, que tratan de imponernos su ley, cosa que, en parte al menos, están consiguiendo, pues sabido es que aún el mayor desatino de tanto de repetirlo, puede acabar siendo aceptado por la sociedad como la cosa más normal del mundo.  De aquellos polvos vienen estos lodos.  

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Lo de la ministra Irene Montero está rebasando los límites de lo tolerable y si sigue por ese camino podría tener problemas con la justicia. Esta mujer debiera de pensar que ya ha causado demasiado daño a las familias, a la sociedad e incluso a la propias mujeres y lo mejor que podía hacer es retirarse  e irse a su casa, porque según se ha podido ver, no estaba preparada para estos menesteres, no obstante,  quisiera ser comprensivo con ella y decir que la culpa no es tanto suya, cuanto de aquellos que la pusieron en un lugar que no le correspondía. ¿Qué formación tenía esta chica? ¿Qué experiencia? ¿Qué méritos? Ella es joven y todavía tiene tiempo de adquirir una sólida formación humana de la que carece,  por tanto  nada mejor que olvidarse de educar a los demás, abandonar su cargo  e irse a su casita para  tratar de educarse a sí misma. “ Médico cúrate a ti mismo”. Ojala, recapacite y piense que ello sería lo mejor para todos. Yo estoy seguro de que si tomara esa decisión, seríamos muchos los ciudadanos que se lo agradeceríamos y también sus propios hijos.    

 

Autor

Angel Gutierrez Sanz
Angel Gutierrez Sanz
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo obtenido la máxima calificación de “Sobresaliente cum laude”. Catedrático de esta misma asignatura, actualmente jubilado. Ha simultaneado la docencia con trabajos de investigación, fruto de los cuales han sido la publicación de varios libros y numerosos artículos. Sigue comprometido con el mundo de la cultura a través de la publicación de sus escritos e impartiendo conferencias en foros de interés cultural, como puede ser el Ateneo de Madrid. Su próxima obra en la que lleva trabajando bastante tiempo será “El Humanismo cristiano en el contexto de una Antropología General".